«Yo defiendo la libertad de expresión, lo que no defiendo es a los negocios piratas, corruptos, dedicados a la comunicación» Rafael Correa Una vez más el mundo está enfrentando la doble moral de un gobierno imperialista, el británico, que utiliza hipócritamente la ley como más le conviene. En el caso de Julián Assange parece que […]
«Yo defiendo la libertad de expresión, lo que no defiendo es a los
negocios piratas, corruptos, dedicados a la comunicación»Rafael Correa
Una vez más el mundo está enfrentando la doble moral de un gobierno imperialista, el británico, que utiliza hipócritamente la ley como más le conviene.
En el caso de Julián Assange parece que los ingleses estén muy preocupados, en realidad, por la salud del imputado y de sus amantes, en efecto tiene que ser juzgado en Suecia por no haber utilizado el preservativo.
Y entonces, aquí la «obligación legal» del gobierno inglés, que no puede virar la espalda a las dos doncellas suecas y está dispuesto a atacar militarmente la embajada ecuatoriana para sacar al «monstruo» Julián Assange y mandarlo para Estocolmo.
Y sobre el hecho de las implicaciones desastrosas que llevaría la violación de un territorio diplomático a nivel mundial, a los ingleses no les importa: la obligación legal ante todo, hace falta investigar al posible contagiador de enfermedades sexuales.
Personalmente, lo que me hace enfadar y mucho, es que el concepto de obligación legal es muy relativo en Inglaterra, en efecto, ellos son muy sensibles sobre la posibilidad remota de difundir el SIDA pero son absolutamente sordos a la reclamación de justicia de 30000 víctimas de la dictadura militar chilena.
Sí, queridos lectores, porque todos nos acordamos cuando en el 2000, todos los que quieren respetar los derechos humanos y la justicia, soñamos con el hecho que el genocida Pinochet fuera procesado en España, después de ser estraditado desde Inglaterra.
Pero aquí no hubo obligación legal, pobrecito, el dictador estuvo enfermo: así, estos mismos ingleses hipócritas y cínicos que quieren ver a Assange absolutamente tras las rejas, permitieron que uno de los asesinos más crueles de América Latina muriera en su cama, tranquilamente y riendose de las víctimas y sus familiares, que todavía hoy no tienen justicia.
Sólo revelo un nombre por todo, Víctor Jara: ¡preguntad a la familia como se siente, mientras el asesino del cantautor todavía ocupa un cargo gubernamental!!!!!
Analizamos un momento de qué depende la obligación legal en Londres recordando quien es una de las doncellas que acusan a Assange: Anna Ardin, de origen cubano, naturalizada sueca, que colaboró con la contrarrevolución más dura, financiada por Carlos Alberto Montañer, connotado terrorista anticubano y agente de la CIA.
Y no solo eso, también es militante del partido de las juventudes democristianas de Suecia, el mismo de Jens Aron Modig, el gentil caballero vinculado el mes pasado al accidente automovilístico en Cuba, dónde perdió la vida el disidente cubano Oswaldo Payà. Jens admitió en vivo, en la televisión cubana, que vino para financiar la disidencia en el país. Y según el disidente Manuel Cuesta Muroa, la misma Anna vino para financiar la disidencia a Cuba hace un tiempo
atrás.
Qué extraño círculo…no entiendo sinceramente por qué Suecia, país que «oficialmente» es conocido por su neutralidad ante conflictos políticos y militares, hoy en día dedica muchas fuerzas para apoyar la hegemonía mundial del imperialismo, ensuciándose las manos en causas ridículas.
Para concluir, quiero recordar que Londres no conoce tampoco el significado del término «asilo político», o mejor dicho, también éste depende mucho de las circunstancias: mientras lucha por la obligación legal para desterrar Assange, al mismo tiempo declara inmediatamente refugiado político a un destacado periodista deportivo de la
televisión cubana y director de la sección deportiva de un periódico estatal, que se quedó en Inglaterra, después de las Olimpiadas. Yo creo que la única categoría que merece es la de oportunista y amoral.
Yo espero que en el caso de Assange la unidad de la Comunidad Internacional pueda hacer razonar a Inglaterra y no condene al australiano a vivir en la embajada ecuatoriana para toda la vida. Yo espero que sobre todo América Latina pueda demostrar que está cambiando y que no deje solo a este presidente valiente que se llama Rafael Correa. Espero por una vez que se pueda desmentir a Eduardo Galeano, cuándo afirma «la llamada comunidad internacional ¿existe?
¿Es algo más que un club de mercaderes, banqueros y guerreros? ¿Es algo más que el nombre artístico que los Estados Unidos se ponen cuando hacen teatro?»
Ida Garberi es columnista de Cubainformación.