A menos de tres meses de la Cumbre del Milenio (M+5) que se realizará entre el 14 y el 16 de septiembre en Nueva York, el debate sobre la cooperación al desarrollo se instala también en el escenario político suizo. Al cerrar la sesión parlamentaria de junio, un nutrido grupo de diputados de todos los partidos exigieron al Consejo Federal que cambie el rumbo en la ejecución de los Objetivos del Milenio. Dichas metas, establecidas en una cumbre anterior convocada por las Naciones Unidas en el 2000, intentan reducir a la mitad la pobreza en el mundo hasta el 2015 y contemplan, para ello, un aumento efectivo de la ayuda al desarrollo.
En la tercera semana de junio, diputados de seis partidos (Unión Democrática de Centro, Radical, Verde, Socialista, Demócrata Cristiano y Evangélico) exhortaron al Consejo Federal -ejecutivo colegiado- a aumentar a mediano plazo la ayuda al desarrollo y a tomar parte activa en el debate mundial en torno a futuros impuestos internacionales para financiar el desarrollo. Con el riesgo, en caso que el gobierno persista en sus oídos sordos, de auto-condenarse a un creciente aislamiento en el plano internacional.
La posición enérgica del grupo «Suiza-Solidaridad internacional» que reúne 55 parlamentarios y cuyo secretariado lo ejerce la Comunidad de Trabajo de las ONG, fue acompañada por una verdadera «lluvia» de interpelaciones parlamentarias, ante el poder ejecutivo, sobre el tema de la cooperación; los mecanismos internacionales (impuestos) para reforzarla; las cuestiones ecológicas y de derechos humanos ligadas a la misma; y los cumplimientos de las metas del Milenio.
CRITICA FRONTAL
En un encuentro con la prensa en la tercera semana de junio, el socialista Remo Gysin, co-presidente de dicho grupo, informó que numerosos países industrializados intensifican su apoyo al desarrollo, deciden nuevas fórmulas de condonación de la deuda y elaboran propuestas de impuestos con el objetivo de luchar contra la pobreza. Sin embargo, «una mayoría del Consejo Federal suizo adopta una actitud opuesta».
Actúan, enfatizó Gysin, según el eslogan «los pobres pueden esperar, nosotros debemos economizar». «Es inaceptable que la ayuda al desarrollo sea congelada -como lo decidió el gobierno en mayo pasado- y que el principio de debatir nuevas fuentes de financiamiento (impuestos globales) sea rechazado», señaló.
Si bien las interpelaciones parlamentarias no serán tratadas antes de la Cumbre M+5, permiten mostrar al Poder Ejecutivo que los diputados están «alarmados» por la situación actual, expresó por su parte la consejera nacional de la Unión Democrática de Centro, Brigitte Gadient.
Dichas interpelaciones intentan también influir sobre el mandato de los negociadores que llevará a la Cumbre de Nueva York la delegación helvética y que por el momento se mantiene en el secreto total. En dicho evento se pasará revista a los avances de las grandes líneas acordadas en la Cumbre del año 2000 y se proyectarán los cursos futuros de acción para cumplir con los objetivos previstos por Naciones Unidas.
LA «MAGIA» DEL AUMENTO DE LA COOPERACIÓN
Cécile Bühlmann, jefa del grupo parlamentario Verde, calificó de «cínica» la política oficial helvética que trata de asimilar el gasto del asilo a la cooperación al desarrollo.
En mayo pasado la Comunidad de Trabajo (CT) que reúne a seis de las principales ONG de cooperación, había denunciado una «manipulación estadística» de parte del Consejo Federal. Con la decisión de incluir los gastos del asilo en el presupuesto de la cooperación, sin gastar recursos adicionales, el Gobierno logró hacer aumentar este rubro, denunciaban las ONG en un comunicado hecho público de la tercera semana de mayo.
«Gracias a ese nuevo modo de cálculo, Suiza ha logrado ya el año pasado el objetivo de 0.4 % del producto nacional bruto que se había fijado, sin invertir un solo franco adicional» señalaba por su parte , críticamente, la diputada demócrata cristiana Chiara Simoneschi, co-presidenta del Grupo «Suiza-Solidaridad Internacional»
Este mecanismo implementado por el Consejo Federal, «es cínico porque los refugiados que llegan a Suiza no vienen de los mismos países donde Suiza invierte en el desarrollo», efantizó la diputada Bühlmann. Es cínico, además, subrayó, «porque son dos áreas que no se pueden ubicar en el mismo cálculo. Y porque al mismo tiempo que Suiza congela su ayuda al desarrollo, endurece su política hacia los refugiados de manera que prácticamente nadie más podrá obtener el asilo». La actual política helvética «es cada vez, más aislacionista, más egoísta y más racista» sentenció la diputada. Anticipando una reflexión de fondo, pendiente y con vigencia universal: «hay que reconocer -y no sólo es un tema en Suiza- que el intento de reducir la pobreza , cuando se aplican al mismo tiempo ajustes neoliberales en el mundo, es profundamente contradictorio. Ya que ese modelo es inviable en lo ecológico, en lo económico y en lo social».
En este marco complejo, sin embargo, «toda la presión que podamos ejercer desde el Parlamento al Ejecutivo es muy importante… Las interpelaciones presentadas en los últimos días tienen un profundo valor simbólico», puntualizó Bühlmann. «Ya que si no lo hiciéramos el Consejo Federal podría pensar que puede tomar sus decisiones con el aval del legislativo, lo que no es para nada el caso», puntualizó.
La «ofensiva» parlamentaria es también un «grito contra el aislamiento de Suiza» agregó la consejera nacional Chiara Simoneschi. «Tenemos que estar conscientes que en ciertas decisiones de política internacional nos estamos jugando el buen nombre y el prestigio de Suiza», concluyó.
Colaboración UNITE. Plataforma suiza de ONG que trabajan en el intercambio de personas N-S-N