Rosana Alvarado es Vicepresidenta de la Asamblea Nacional en Ecuador. La abogada y comunicadora social habla en esta entrevista sobre la propuesta de enmienda para habilitar la reelección de todos los cargos, lo que posibilitaría a Rafael Correa a presentarse nuevamente a las elecciones en 2017. Además, enumera la posición de la prensa hegemónica de […]
Rosana Alvarado es Vicepresidenta de la Asamblea Nacional en Ecuador. La abogada y comunicadora social habla en esta entrevista sobre la propuesta de enmienda para habilitar la reelección de todos los cargos, lo que posibilitaría a Rafael Correa a presentarse nuevamente a las elecciones en 2017. Además, enumera la posición de la prensa hegemónica de su país en torno al proceso de cambios abierto en 2007.
-¿Cuál es la perspectiva para que la Asamblea Nacional de Ecuador tramite la enmienda necesaria para que la reelección a todos los cargos electivos sea posible? ¿Cuál es su visión como primera vicepresidenta de este cuerpo?
-En la Asamblea Nacional el oficialismo tiene más de las dos terceras partes de sus integrantes. Eso nos permite viabilizar la enmienda y dar cumplimiento al trámite requerido. Pero más allá de eso, en la Asamblea existe absoluta claridad de la medida política que significa la posibilidad de reelegirse: para el proceso político ecuatoriano, haber conseguido 100 de 137 curules legislativos es un hecho inédito, como también es inédita la reelección de un presidente en un país donde concluir el período presidencial era imposible -3 presidentes habían sido derrocados en 10 años-. Eso demuestra que a partir del año 2007, donde inicia el gobierno de la Revolución Ciudadana, Ecuador vuelve a tener confianza en sus políticos y en sus gobernantes. Estamos seguros y claros en los pasos que tenemos que dar para que siempre, el mandante, el pueblo ecuatoriano, tenga la posibilidad de votar -o no- por sus candidatos.
-Tras esta enmienda el presidente Rafael Correa podría presentarse nuevamente en las elecciones de 2017. ¿Cree que esta posible candidatura es importante para hacer frente a una hipotética «restauración conservadora», tal cual el propio Correa viene anunciando?
-Sin duda la eventual candidatura de Rafael Correa en el 2017 significaría el paso más seguro para el triunfo y la permanencia del proceso político ecuatoriano. Por eso hemos resuelto, después del dictamen de la Corte Constitucional, una enmienda a la Constitución que permita la candidatura de Correa en las elecciones presidenciales del 2017. Esa enmienda precisamente, es la que ha movilizado a toda la oposición a actuar de manera concertada: sin la enmienda, Correa no podría presentarse nunca más a elecciones presidenciales. Eso, llevado al fútbol, haría que el equipo favorito se presente a la final sin su goleador. Tener a Correa como candidato representa una oportunidad fuerte para lograr la permanencia del proyecto y combatir a la restauración neoliberal -que tendrá inclusive apoyo internacional-.
-En relación con la pregunta anterior, ¿cuál cree que es el momento actual de la Revolución Ciudadana? ¿Por qué cree que, más allá del triunfo de Alianza País, en las últimas legislativas hubo un avance de la oposición conservadora en algunas alcaldías, y un desembarco fuerte en Quito?
-Si hablamos en términos de partidos y movimientos políticos, Alianza País primero llegó a ser gobierno, y luego empezó a convertirse en movimiento. Reunió a todas las luchas e históricas aspiraciones del pueblo ecuatoriano, y así se presentó en las elecciones del 2006. Pero después del triunfo, venía el enorme desafío de ser gobierno, y eso hizo que el movimiento ocupe un segundo plano en cuanto a su organización, estructura y conducción política. Esa, probablemente, es una de las razones para contextualizar los aciertos y también los errores electorales, como el último de febrero de 2014. Nos faltó tomar decisiones más políticas, y de resultados: en algunos casos teníamos buenos compañeros pero malos candidatos, había necesidad de evaluar de mejor manera algunas alianzas; pero también hizo falta una mejor propuesta política frente a los adversarios. No se trataba de propaganda solamente, sino de una tesis y un modelo en juego. Por ejemplo, la votación alrededor de los gobiernos seccionales -como alcaldías y prefecturas- aparentemente no son votaciones de índole ideológica, sino más bien pragmáticas. Tal vez hizo falta una reflexión más profunda antes del último proceso electoral.
-En caso de no ser Correa, ¿hay otros dirigentes capacitados para enfrentar una elección presidencial que se preanuncia más reñida que en el pasado?
-Estoy segura de que contamos al interior de Alianza País con muy buenas candidaturas. Pero no podemos confiarnos. La historia no muestra liderazgos que emergen de manera espontánea, ni nombres desconectados de los procesos. Correa y la Revolución Ciudadana fueron resultado de décadas de luchas del pueblo ecuatoriano, de sus organizaciones sociales, de los indígenas, obreros, campesinos, estudiantes, mujeres. Fueron resultado de un país inquieto, insumiso, cansado de tanta oligarquía y de tan poco amor al pueblo. Nuestro nuevo candidato o candidata debe ser resultado de esta recuperación de la patria y del Estado, y debe ser también un candidato que sintonice con los nuevos momentos políticos, dispuesto a asumir una campaña electoral en la que la derecha contará con todas las herramientas a su servicio. Por eso, cuando hablamos de candidaturas para el año 2017 seguimos pensando en Correa en primer lugar, aunque esa sea una decisión que aún no esté tomada.
-¿Cuál es la cobertura de los medios de comunicación hegemónicos en el Ecuador frente a la hipótesis de que Correa sea nuevamente candidato? ¿Cree que se acrecentará una cobertura mediática contraria a esta enmienda que se tramita ahora ante la Asamblea Nacional, ante el supuesto de «eternización en el poder», tal como sucedió en otros países anteriormente?
-Durante todo el período de gobierno de la Revolución Ciudadana, la prensa hegemónica ha organizado un combate permanente a Rafael Correa, y a cada una de sus decisiones. Ni siquiera la convocatoria a la Asamblea Constituyente, hace ocho años, se libró de los ataques mediáticos y de una campaña de desinformación que iba dirigida a «minar» el proceso constituyente que nos daría una herramienta fundamental, determinante: la Constitución, para poder recuperar el Estado y la soberanía nacional. Entonces, si desde el inicio del gobierno la prensa ha demostrado sus intenciones, para nosotros está claro lo que vendrá durante todo este año en que la Asamblea trata la enmienda: no habrá tregua, no habrá un solo día en que podamos descansar de ataques mediáticos y de un periodismo mal intencionado que busca desprestigiar a la Asamblea Nacional de mayoría oficialista, y levantar contra las enmiendas y particularmente contra la reelección, la figura peligrosa de dictadura y de la perpetuación en el poder. Esos mensajes, que tergiversan y distorsionan la propuesta de la enmienda, son creaciones peligrosas de una prensa que sigue estando dispuesta a usar cualquier método contra el gobierno de Rafael Correa, y que no tiene ningún reparo en promocionar con insistencia o magnificar a otros candidatos. La prensa en Ecuador ha sustituido, en buena medida, a los partidos políticos: es un actor político de oposición a Correa.
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