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Cuando los conservadores se unieron al golpe de Estado en Venezuela

Fuentes: AVN

El pronunciamiento de los entonces presidentes George W. Bush y José María Aznar tuvo un abierto sabor a complicidad. Era 12 de abril de 2002 y un día antes, un grupo de militares sublevados y empresarios había encabezado el golpe de Estado contra el presidente venezolano, Hugo Chávez, quien estuvo secuestrado casi 55 horas. En […]

El pronunciamiento de los entonces presidentes George W. Bush y José María Aznar tuvo un abierto sabor a complicidad. Era 12 de abril de 2002 y un día antes, un grupo de militares sublevados y empresarios había encabezado el golpe de Estado contra el presidente venezolano, Hugo Chávez, quien estuvo secuestrado casi 55 horas.

En un comunicado conjunto, los gobiernos de Estados Unidos y España no condenaban la asonada contra una administración elegida en elecciones libres y apenas llamaban a la «normalización democrática» del país.

En el texto, ambos mandatarios aseveraban que «en el marco de su diálogo político reforzado, siguen los acontecimientos que se desarrollan en Venezuela con gran interés y preocupación, y en contacto continuo».

A esto agregaba que los dos gobiernos «declaran su rechazo a los actos de violencia que han causado una cantidad de víctimas» y, frente a un inminente golpe de Estado, expresaron que el país experimenta una «excepcional situación».

Bush y Aznar nada decían sobre la decisión de los golpistas de disolver el Parlamento, el Tribunal Supremo de Justicia, el Consejo Nacional Electoral, anular la Constitución, y remover a todos los gobernadores, alcaldes y concejales, al Fiscal General de la Nación, el contralor y el Defensor del Pueblo, y mucho menos de la represión desatada contra el pueblo.

Con el correr del tiempo, la supuesta pasividad de ambos mandatarios se revelaría como un apoyo abierto a los planes para derrocar al presidente Chávez.

La confirmación del golpe

El 13 de abril de 2002, el Departamento de Estado norteamericano afirmaba «que el retorno de su persona (Chávez), después de dos días de alteración del orden constitucional, no significaba un restablecimiento de la democracia» y el viernes 16 de ese mes, el vocero de la Casa Blanca, Ari Felischer, seguía hablando de la «dimisión» del Jefe de Estado venezolano.

Ese mismo día, el diario The New York Times revelaba que altos funcionario de la administración Bush se reunieron meses antes con líderes de la oposición venezolana y también cuatro días antes del golpe de Estado.

En los encuentros, los representantes estadounidense expresaron su descontento con Chávez y la necesidad de que dejara el poder.

La revista Newsweek también informó que Estados Unidos estaba al tanto de los planes de golpe de Estado.

El 13 de abril, día en que una masiva movilización reclamó el regreso del presidente Chávez al gobierno, los embajadores de España, Manuel Viturro, y de Estados Unidos, Charles S. Schapiro, se entrevistaron con Pedro Carmona Estanga, empresario que fue la principal cabeza visible del plan desestabilizador y autoproclamado titular del nuevo gobierno.

Declaraciones que no dejan dudas

En diciembre de 2004, el canciller español Miguel Ángel Moratinos, se presentó en la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso de su país para defender sus declaraciones sobre la participación del gobierno conservador de Aznar en el golpe de Estado.

En ese momento, el funcionario expresó que «en Venezuela hubo un golpe de Estado, que el embajador Viturro recibió instrucciones, y que el efecto de dichas instrucciones ayudaba a legitimar el golpe de Estado de la junta cívico-militar, dándole cobertura internacional».

Moratinos manifestó que su postura no apuntaba a señalar que el gobierno de Aznar «instigase o participase en la preparación y ejecución del golpe de Estado», pero aseveró que brindó apoyo por no condenarlo «y tratar de ofrecer legitimidad internacional».

Un mes antes de las declaraciones del ministro español, el ex canciller mexicano Jorge Castañeda (hijo) expresó a Radio Fórmula que «el embajador de España en Caracas estuvo muy activo en tratar de consolidar lo que estaba sucediendo».

El ex ministro explicó que Estados Unidos y España buscaron imponer una declaración a los países de América Latina «que, de alguna manera, apoyara, sancionara, avalara el golpe y reconociera al nuevo gobierno».

«Lo quisieron hacer, sin duda, pero nosotros no quisimos prestarnos a eso», recordó Castañeda.

En septiembre de 2009, en declaraciones al diario colombiano El Tiempo, el ex presidente estadounidense y Premio Nobel de la Paz, James Carter, aseguró que «no hay duda alguna de que en el 2002, Estados Unidos tenía al menos pleno conocimiento o pudo estar directamente involucrado» en el derrocamiento del presidente Chávez.

Las posturas de Estados Unidos y España frente al golpe de Estado en Venezuela no fueron un hecho aislado. Por ese entonces, Washington y sus aliados liberaban la denominada guerra contra el terrorismo, con la cual justificaban las intervenciones militares en «cualquier rincón oscuro» del planeta, sin siquiera presentar pruebas concretas, como fue el caso de Irak en 2003.

Desde Washington y Madrid la tónica era la misma: desaparecer cualquier gobierno u organización que denunciara al imperialismo y pregonara un cambio profundo de la sociedad.

Fuente: http://www.avn.info.ve/contenido/cuando-conservadores-se-unieron-al-golpe-estado-venezuela

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.