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Cuando los embriones fascistas descargan su violencia en las calles de Venezuela

Fuentes: Rebelión

«Los inventores de la violencia fueron en todas las épocas los reaccionarios». Sirvan estas ideas de Fidel para una reflexión válida para la historia de hoy y de mañana. Han estado revueltas las calles en determinadas zonas, aunque minorías, en distintos estados y municipios de Venezuela, aunque la oleada de violencia ha ido amainando con […]

«Los inventores de la violencia fueron en todas las épocas los reaccionarios». Sirvan estas ideas de Fidel para una reflexión válida para la historia de hoy y de mañana.

Han estado revueltas las calles en determinadas zonas, aunque minorías, en distintos estados y municipios de Venezuela, aunque la oleada de violencia ha ido amainando con el paso de los días y con la marcha de las acciones pacifistas del gobierno bolivariano y la mayoría del pueblo venezolano.

La oposición nacional e internacional a la Revolución Bolivariana y al gobierno del presidente Maduro que la representa, esgrimen que «las protestas legítimas de los estudiantes» son la expresión del descontento popular por situaciones concretas que vive la sociedad venezolana. Ocultan el verdadero y original reclamo de los grupos violentos y fascistas con los gritos de «Maduro, véte ya» u otros similares. Esta posición ideológica y política, desafiantemente violenta, ha estado acompañada por las declaraciones de los principales dirigentes de los partidos de oposición.

En los pocos días de estas manifiestaciones de la minoría violenta que se quiere presentar como la representante de todo el pueblo venezolano o de su mayoría, la sociedad venezolona ha debido pagar un alto costo en pérdidas de vidas humanas y en lesiones de otras muchas personas. También el costo económico y de otra naturaleza debe haber sido alto.

Muchas preguntas se pudieran hacer sobre el presente, cuando se cumplirá el primer aniversario de la desaparición física del líder histórico, Hugo Chávez, que abrió la grandes alamedas y los trillos más inhospitos a la gran revolución bolivariana de América Latina, echándose en los hombres a la gran masa del pueblo para encumbrarla hasta donde pudiera resplandecer.

Y todas las respuestas a cuantas interrogantes pudieran emerger, están en el pasado más antiguo y más reciente. Lo más antiguo está en la presencia omnímoda de la oligarquía en el poder y en el ejercicio con mano dura o suave, según las circunstancias, de una forma de gobierno entreguista a los intereses extranjeros y, a la vez, inhumanamente esquilmador de la mayoría del pueblo durante casi dos siglos. Lo más reciente está en la derrota sufrida por la oligarquía, por la vía electoral, y la asunción a la presidencia de Hugo Chávez y el triunfo de la Revolución Bolivariana, una y otra vez durante estos años, y, finalmente, la elección a la presidencia de Nicolás Maduro

¿Sería capaz de aceptar este reto democrático la burguesía y sus seguidores, según lo establecido por el modelo de la democracia representativa? Los hechos demostraron que no. Y el golpe de estado efímero de abril de 2002 demostró, en apenas 2 días, de lo que son capaces, coligadas con fuerzas extranjeras, las fuerzas reaccionarias y, sin lugar a dudas, fascistas, cuando se trata de recuperar o mantenerse en el poder.

El intento de golpe de estado que han estado desarrollando ahora con nuevas estrategias elaboradas en laboratorios extranjeros y siguiendo los paquetes ideológicos diseñados para los reflejos condicionados de las masas propias y extrañas, expresan la arremetida de esta minoría virulenta. No bastaron la derrota en las elecciones presidenciales, ni la más aplastante derrota en las elecciones estadales y municipales.

A partir del hecho de que han imaginado que es posible que las próximas elecciones parlamentarias puedan serles también más adversas, decidieron escoger la vía pacífico-violenta, modelo en boga para subvertir a los gobiernos progresistas o desafectos para las fuerzas imperiales. Lo demás, se entiende perfectamente. Se trata de sembrar el caos y la muerte, propagar mentiras a los cuatro vientos, esgrimir chovinismos y fantasmas inventados, culpar al gobierno y a sus seguidores de todas las tropelías, solicitar la intervención de gobiernos y organizaciones extranjeras, y eslabonar los mecanismos de subversión propios de las oligarquías nacionales con las internacionales. A partir de ahí, esperar que la confusión, la debilidad y el miedo, o el cansancio, les sirvan en bandeja de plata lo que no les pertenece ni se han ganado legítimamente.

No podemos afirmar que todos los que han participado en las protestas y distintas formas de manifestaciones, son fascistas o están poseídos de una ideología fascista, pero es seguro que en el seno del núcleo más radicalmente violento se incuban los embriones en diferentes estadios de la membresía fascista.

Durante su visita a Chile, Fidel tuvo la oportunidad de ver en las brumas, cuando apenas era tan evidente la oleada reaccionaria en aquel país, el zarpazo fascista que se incubaba, y analizó el fenómeno en su discurso del 2 de diciembre de 1971. Sirvan estas ideas de Fidel para una reflexión válida para la historia de hoy y de mañana.

«Pero, además, todas las sociedades, todos los sistemas sociales caducos, cuando estaban próximos a ser abolidos se defendieron. Y se defendieron con tremenda violencia a lo largo de la historia. Ningún sistema social se resignó a desaparecer de motu proprio. Ningún sistema social se resignó a las revoluciones».

«Porque es -como hemos dicho en otras ocasiones- que no son los revolucionarios los inventores de la violencia. Fue la sociedad de clases a lo largo de la historia la que creó, desarrolló e impuso su sistema siempre mediante la represión y la violencia. Los inventores de la violencia fueron en todas las épocas los reaccionarios. Los que impusieron a los pueblos la violencia fueron en todas las épocas los reaccionarios».

«Porque hemos dicho que no existe en la historia ningún caso en que los reaccionarios, los explotadores, los privilegiados de un sistema social, se resignen al cambio, se resignen pacíficamente a los cambios».

«Pero, repito, hemos aprendido otra cosa: hemos aprendido la comprobación más de otra ley de la historia: hemos visto el fascismo en acción. Y hemos podido comprobar un principio contemporáneo: que la desesperación de los reaccionarios, la desesperación de los explotadores en el mundo de hoy -como ya se ha conocido nítidamente por la experiencia histórica- tiende hacia las formas más brutales, más bárbaras de violencia y de reacción».

«Y todos conocen la historia del fascismo en diversos países, en los países que fueron la cuna de ese movimiento, cómo surgieron; y cómo los privilegiados, los explotadores, cuando aun sus propias instituciones -cuando aun sus propias instituciones-, inventadas y creadas por ellos para mantener el dominio de clase no les sirven, las destruyen ellos mismos. Inventan una legalidad, inventan una constitución, inventan un parlamento. Cuando digo inventan una constitución, digo: inventan una constitución burguesa, porque las revoluciones socialistas establecen sus propias constituciones y sus propias formas de democracia».

«Pero, ¿qué hacen los explotadores cuando sus propias instituciones ya no les garantizan el dominio? ¿Cuál es su reacción cuando los mecanismos con que han contado históricamente para mantener su dominio les fracasan, les fallan? Sencillamente los destruyen. No hay nadie más anticonstitucional, más antilegal, más antiparlamentario y más represivo y más violento y más criminal que el fascismo».

«El fascismo, en su violencia, liquida todo: arremete contra las universidades, las clausura y las aplasta; arremete contra los intelectuales, los reprime y los persigue; arremete contra los partidos políticos; arremete contra las organizaciones sindicales; arremete contra todas las organizaciones de masa y las organizaciones culturales. De manera que nada hay más violento ni más retrógrado ni más ilegal que el fascismo».

«Y nosotros hemos podido ver en este insólito y único proceso cómo se manifiesta esa ley de la historia, que los reaccionarios, los explotadores en su desesperación, apoyados fundamentalmente desde el exterior, generan y desarrollan este fenómeno político, esa corriente reaccionaria que es el fascismo».

«A nuestro juicio el problema de la violencia en estos procesos -incluido el de Cuba-, una vez que se ha instaurado el régimen revolucionario, no depende de los revolucionarios. Sería absurdo, sería incomprensible, sería ilógico que los revolucionarios cuando tienen la posibilidad de avanzar, de crear, de trabajar, de marchar adelante, vayan a promover la violencia. Pero no son los revolucionarios los que en esas circunstancias crean la violencia. Y si ustedes no lo saben, seguramente que la propia vida se encargará de demostrárselo».

«Y el adversario exterior, apoyando al adversario interior, trata de aprovechar todo resquicio, toda debilidad. Podíamos decir: por debilidades en la consolidación de fuerzas, en la unión y la ampliación de fuerzas».

«Están viviendo el momento del proceso en que los fascistas -para llamarlos como son- están tratando de ganarles la calle, están tratando de ganarles las capas medias de la población. En determinado momento de todo proceso revolucionario los fascistas y los revolucionarios luchan por ganar el apoyo de las capas medias de la población».

«Ahora, los revolucionarios son honrados, los revolucionarios son honestos, los revolucionarios no andan con mentiras, los revolucionarios no siembran el terror, no siembran la angustia ni inventan cosas truculentas y tenebrosas».

«Ah!, pero los fascistas sí que no se detienen ante nada. Tratan de tocar cualquier sensibilidad, inventar la calumnia más increíble: tratan de sembrar el miedo, el temor, la intranquilidad en amplias zonas de las capas medias de la población: tratan de hacerles creer las cosas más inverosímiles: tratan de despertar los mayores temores en todos los órdenes. Tiene un objetivo: ganarse las capas medias. Algo más: utilizan los sentimientos más ruines y más bajos. El chovinismo -ese nacionalismo estrecho-, esos egoísmos, los tratan de desatar por todos los medios, ¡por todos los medios! El chovinismo, los egoísmos, las pasiones más bajas, los temores más infundados. No se detienen ante nada».

«De manera que hemos visto en todo, todos estos días, cómo cualquier pretexto es utilizado para despertar un recelo, un temor, un resentimiento. Y en esa lucha son duchos, son hábiles. Y en estos instantes, desde nuestro punto de vista, de observadores de este proceso, vemos que el fascismo trata de avanzar y ganar terreno en las capas medias y tomar la calle. Algo más: trata de desmoralizar a los revolucionarios. En algunos lugares nosotros hemos visto a los revolucionarios algo así como golpeados; en algunos lugares los hemos visto incluso desalentados».

«El adversario gana terreno en el engaño, en la confusión, en la ignorancia, en la falta de conciencia de los problemas»..

«Si quieren saber una opinión: el éxito o el fracaso de este insólito proceso dependerá de la batalla ideológica y de la lucha de masas; y dependerá de la habilidad, del arte y de la ciencia de los revolucionarios para sumar, para crecer y para ganarse las capas medias de la población. Porque en nuestros países de relativo desarrollo esas capas medias son numerosas, y muchas veces son susceptibles de la mentira y del engaño. Ahora, en la lucha ideológica no se conquista a nadie sino con la verdad, con los argumentos, con la razón. Eso es una cosa incuestionable».

«El pueblo es el gestor de la historia. Los pueblos escriben su propia historia. Las masas escriben la historia. ¡Ningún reaccionario, ningún enemigo imperialista podría aplastar al pueblo!»

«Cuando un proceso revolucionario se desata, por un lado surge el fascismo, con todos sus trucos y todas sus artes, todas sus técnicas de lucha, todas sus hipocresías, sus fariseismos, sus tácticas de despertar el miedo, de usar la mentira, sus ruines e inescrupulosos métodos. ¡No hay que temer! ¡Luchar con argumentos! ¡Luchar con la razón! ¡Luchar con la verdad! ¡Luchar con convicción! ¡Y luchar no por temor a las consecuencias de la derrota! Saber, sí, lo caro que cuestan las derrotas a los pueblos. ¡Luchar por el ideal! ¡Luchar por la causa justa! ¡Luchar sabiendo que la razón está de su parte! ¡Luchar sabiendo que las leyes inexorables de la historia están de su parte! ¡Luchar sabiendo que el futuro les pertenece! ¡Avanzar con las masas! ¡Avanzar con el pueblo! ¡Avanzar con las ideas! ¡Avanzar sumando! ¡Avanzar creciendo!»

«El imperialismo, utilizando los grandes monopolios cinematográficos, sus agencias cablegráficas, sus revistas, libros y periódicos reaccionarios, acude a las mentiras más sutiles para sembrar el divisionismo e inculcar entre la gente más ignorante el miedo y la superstición a las ideas revolucionarias, que solo a los intereses de los poderosos explotadores y a sus seculares privilegios pueden y deben asustar».

«El divisionismo, producto de toda clase de prejuicios, ideas falsas y mentiras; el sectarismo, el dogmatismo, la falta de amplitud para analizar el papel que corresponde a cada capa social, a sus partidos, organizaciones y dirigentes, dificultan la unidad de acción imprescindible entre las fuerzas democráticas y progresistas de nuestros pueblos. Son vicios de crecimiento, enfermedades de la infancia del movimiento revolucionario que deben quedar atrás. En la lucha antimperialista y antifeudal es posible vertebrar la inmensa mayoría del pueblo tras metas de liberación que unan el esfuerzo de la clase obrera, los campesinos, los trabajadores intelectuales, la pequeña burguesía y las capas más progresistas de la burguesía nacional. Estos sectores comprenden la inmensa mayoría de la población y aglutinan grandes fuerzas sociales capaces de barrer el dominio imperialista y la reacción feudal. En ese amplio movimiento pueden y deben luchar juntos por el bien de sus naciones, por el bien de sus pueblos y por el bien de América, desde el viejo militante marxista hasta el católico sincero que no tenga nada que ver con los monopolios yankis y los señores feudales de la tierra».

A modo de conclusión se puede señalar que si la reacción fascista en Venezuela se manifiesta tan violentamente, a pesar de que es una minoría y ha sido derrotada en buena lid democrática, ¿cómo se comportará contra los contrarios, es decir, la mayoría, si llegara a retomar el poder? Si se sabe que se rige por un chovinismo burdo, ¿qué será del latinoamericanismo que propugnaban Bolívar y Chávez en sus respectivos tiempos? Si se conoce su enfermizo entreguismo con el Norte revuelto y brutal, ¿cómo será la apropiación de las riquezas de Venezuela por el imperio norteamericano? Si es un hecho cierto que están profundamente enojados porque hoy las riquezas que están en manos del Estado se reparten generosamente entre el pueblo a traves de las misiones sociales y otros mecanismos estatales, ¿cómo será el despojo de las conquistas sociales alcanzadas hasta hoy, sino colosal y descomunal?

Finalmente, además de esas preguntas que deben tener respuestas claras y evidentes, debemos señalar que la situación actual de Venezuela dista mucho de ser la de Chile en el momento en que se desató el golpe de Estado de Pinochet. En Venezuela, cuando trataron de hacerlo en un periodo incipiente de la revolución bolivariana, con el liderazgo de Pedro el Breve, fracasaron porque el pueblo y las fuerzas armadas salvaron al proceso revolucionario y a su líder. Hoy día existe mayor unidad y experiencia de las fuerzas bolivarianas. Hoy si bien les falta el líder inicial del proceso, al pueblo venezolano no le debe faltar el ideario y la lealtad a Hugo Chávez. Hoy además, cuentan con Maduro, el líder que escogió Chávez para darle continuidad a su querida Revolución, y que ha demostrado su capacidad y valía. Si ayer el pueblo supo salvarle la vida a Chávez y restituirlo al poder, hoy debe mantenerlo vivo después de la muerte y preservarle su obra querida que es, a la vez, la obra del pueblo y de la patria bonita. Hoy el pueblo venezolano y las Fuerzas Armadas Bolivarianas cuentan con un experiencia y madurez superior desde el punto de vista revolucionario, y han tenido el fogueo de las luchas, las dificultades y las realizaciones.

En lo adelante, todo será más sencillo, ya que se trata de que la revolución y los revolucionarios y el pueblo deben estar allí dónde se espera que estén en las buenas o malas situaciones de cada momento histórico. Lo mejor de América Latina y el Caribe y del mundo, les acompañará a los venezolanos en la resistencia, el combate y la victoria.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.