En su empeño por transformar el mundo y cambiar la vida, el Grupo Surrealista de Madrid presentó en abril de 2013 una reflexión crítica sobre el objeto y su relación con lo existente. La Torre Magnética ha recogido en un librito las intervenciones de aquellos días en el solar liberado de la Asamblea Popular de Lavapiés.
Mercancía, fetichismo, valor de uso y valor de cambio, términos habituales en la crítica de autores predilectos de los surrealistas como Marx, Benjamin, Debord o Jappe, se ponen a funcionar en el presente libro; mediante ellos se pone en tela de juicio el utilitarismo de la fabricación y empleo objetos en esta nuestra sociedad capitalista, reivindicando relaciones poéticas entre sujetos y objetos. El cómo se fabrican, para qué sirven, de qué manera median entre las personas, qué deseos despiertan y otras preguntas (cuyas posibles respuestas ayudarán a construir un nuevo imaginario a la vez que se destruye el viejo y se convierte en experiencia de lo real) están recogidas en las intervenciones que ponentes y respetable discutieron en las bancadas del solar.
Las luchas en las que los objetos son el campo de batalla o incluso soldados mercenarios al servicio de la sociedad industrial mercantil dirimen aspectos que atañen a la vida cotidiana. La liberalización de la calle para un mejor aún movimiento de mercancías y turistas choca violentamente con los trastos arrumbados más o menos ordenadamente a modo de ceremonia de despedida animista. La uniformidad que la fabricación industrial provoca en los objetos los aboca al «anonimato absoluto, a una abstracción extrema que les sume en la inexistencia». Entonces «aparece el deseo de muerte y así cientos de objetos terminan suicidándose», nos dice una de las intervenciones, «en nuestras metrópolis y ciudades movidos por la desesperación, buscando su singularidad». Cuando esto sucede, defiende el libro, cuando un objeto se vuelve inservible se libera, es decir, deja de ser siervo de nadie.
Además de la anterior reflexión, se nos ofrecen también una serie de consejos para la iniciación a la «objetología urbana», con la intención de que que podamos hallar objetos peculiares, traviesos o delictivos. «Objetos necesarios para afirmar la identidad del individuo frente a lo existente más allá de él, como para interactuar en la realidad que se concibe como material».
Para terminar se nos hace una crónica de lo que fueron los distintos juegos y actividades practicadas. Niños y niñas, damas y caballeros, experimentaron la interacción, devaluación, humillación, vejación, construcción, destrucción, entronización, clasificación, acumulación e investigación de los objetos esparcidos dentro del perímetro del solar. Al caer la noche, su puesta en libertad en la cercana plaza de Agustín Lara puso el punto y final, apuntándose una victoria el deseo poético de una relación más mágica con los objetos, sobre el fetichismo de la mercancía.
Por la urgencia con la que el mundo se viene abajo, se hacen necesarias reflexiones como las recogidas en el libro, donde el horizonte utópico da un salto por encima del frente de lo que se hace llamar necesidades básicas, reclama una experiencia tan rica que sea digna de ser llamada así y una vida que merezca ser vivida como fundamentos de cualquier proyecto revolucionario.
Mercancía, fetichismo, valor de uso y valor de cambio, términos habituales en la crítica de autores predilectos de los surrealistas como Marx, Benjamin, Debord o Jappe, se ponen a funcionar en el presente libro; mediante ellos se pone en tela de juicio el utilitarismo de la fabricación y empleo objetos en esta nuestra sociedad capitalista, reivindicando relaciones poéticas entre sujetos y objetos. El cómo se fabrican, para qué sirven, de qué manera median entre las personas, qué deseos despiertan y otras preguntas (cuyas posibles respuestas ayudarán a construir un nuevo imaginario a la vez que se destruye el viejo y se convierte en experiencia de lo real) están recogidas en las intervenciones que ponentes y respetable discutieron en las bancadas del solar.
Las luchas en las que los objetos son el campo de batalla o incluso soldados mercenarios al servicio de la sociedad industrial mercantil dirimen aspectos que atañen a la vida cotidiana. La liberalización de la calle para un mejor aún movimiento de mercancías y turistas choca violentamente con los trastos arrumbados más o menos ordenadamente a modo de ceremonia de despedida animista. La uniformidad que la fabricación industrial provoca en los objetos los aboca al «anonimato absoluto, a una abstracción extrema que les sume en la inexistencia». Entonces «aparece el deseo de muerte y así cientos de objetos terminan suicidándose», nos dice una de las intervenciones, «en nuestras metrópolis y ciudades movidos por la desesperación, buscando su singularidad». Cuando esto sucede, defiende el libro, cuando un objeto se vuelve inservible se libera, es decir, deja de ser siervo de nadie.
Además de la anterior reflexión, se nos ofrecen también una serie de consejos para la iniciación a la «objetología urbana», con la intención de que que podamos hallar objetos peculiares, traviesos o delictivos. «Objetos necesarios para afirmar la identidad del individuo frente a lo existente más allá de él, como para interactuar en la realidad que se concibe como material».
Para terminar se nos hace una crónica de lo que fueron los distintos juegos y actividades practicadas. Niños y niñas, damas y caballeros, experimentaron la interacción, devaluación, humillación, vejación, construcción, destrucción, entronización, clasificación, acumulación e investigación de los objetos esparcidos dentro del perímetro del solar. Al caer la noche, su puesta en libertad en la cercana plaza de Agustín Lara puso el punto y final, apuntándose una victoria el deseo poético de una relación más mágica con los objetos, sobre el fetichismo de la mercancía.
Por la urgencia con la que el mundo se viene abajo, se hacen necesarias reflexiones como las recogidas en el libro, donde el horizonte utópico da un salto por encima del frente de lo que se hace llamar necesidades básicas, reclama una experiencia tan rica que sea digna de ser llamada así y una vida que merezca ser vivida como fundamentos de cualquier proyecto revolucionario.
Fuente: https://www.diagonalperiodico.net/culturas/22163-cuando-muere-la-mercancia-comparece-objeto.html