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Cuba, más recursos y mano dura

Fuentes: IPS Noticias

El gran crecimiento económico de Cuba en 2005 impone el reto de destinar mayores recursos a mejorar la calidad de vida de la población, sin olvidar la prioridad de desarrollar «a fondo» la base productiva, opinan economistas.

La advertencia oficial de que los únicos que pueden destruir la revolución iniciada en 1959 son los «propios cubanos» permite prever que el gobierno de Fidel Castro mantendrá en 2006 su mano dura sobre los sectores de la oposición, y no habrá tregua en las operaciones contra el robo, el desvío de recursos y otros delitos.

El anuncio gubernamental de que el producto interno bruto (PIB) aumentó 11,8 por ciento tomó por sorpresa a buena parte de los cubanos que durante todo el año sufrieron las consecuencias de la crisis energética, la sequía, los ciclones y recrudecimiento de la política de sanciones de Washington.

«Tuvimos un alto crecimiento y un superávit en la cuenta de capital y financiera de la balanza de pagos de 800 millones de dólares», aunque para que ese monto se traduzca en desarrollo se debe ampliar la base productiva con el fin de crear más empleo y mejores salarios, dijo a IPS un investigador que no quiso dar su nombre.

Por ejemplo, los proyectos de biotecnología a cargo de empresas mixtas, una rama en la cual Cuba exhibe importantes avances, y que se llevan a cabo en China, Irán y Malasia. «Estos programas significan desarrollo sustentable», dijo la fuente. El desafío es crear más industrias para sustituir importaciones.

«Si todo va al consumo, nos llenamos la barriga, pero el crecimiento no se traduce en desarrollo que mejore el transporte colectivo, la producción agrícola, la industria de alimentos, textil o de calzado, por mencionar algunas ramas cuyo impulso redundaría en mayor bienestar individual», añadió el economista.

Los alimentos y el combustible constituyen buena parte de las importaciones nacionales, que crecieron 36,4 por ciento en 2005. Las compras de productos alimenticios sumaron 1.700 millones de dólares, según la estatal empresa importadora de alimentos Alimport.

El crecimiento del PIB cubano en 11,8 por ciento supera al registrado por Venezuela, país petrolero que según la Comisión Económica para América Latina (Cepal) encabeza el crecimiento en América Latina con nueve por ciento.

Pero es mayor inclusive al de China, una de las economías más dinámicas del mundo, cuyo PIB crece en promedio nueve puntos porcentuales por año desde hace una década.

El gobierno cubano comenzó en 2004 a incorporar al cálculo del PIB los gastos en servicios sociales como educación y salud, habitualmente excluidos porque no generan ganancias. La Habana dedica muchos recursos a esos rubros gratuitos para toda los 11,2 millones de habitantes.

Pero este año, agregó a la estimación del PIB una importante «exportación de servicios sociales a varios países», en especial a Venezuela, comentaron fuentes de la Cepal, que decidió no incluir a Cuba en su informe preliminar sobre la región en tanto evalúa los cálculos de acuerdo con los métodos que aplica la Organización de las Naciones Unidas.

Más allá de las cifras, las familias cubanas reciben el nuevo año esperanzadas de que llegue realmente a su fin la crisis del sistema de generación eléctrica y, según promesas oficiales, en seis o siete meses se acaben los molestos apagones.

Castro, quien tomó el asunto en sus manos desde el pasado año, calcula que a mediados de 2006 a Cuba le «sobrará electricidad», gracias a un programa de inversiones que incluye la instalación de grupos electrógenos en todas las provincias y la ampliación de plantas generadoras.

El gobierno también confía en los planes de ahorro impulsados con la elevación de las tarifas de consumo, la venta a precios aceptables de equipos electrodomésticos eficientes y la sustitución de lámparas incandescentes por otras «ahorradoras» en hogares y empresas del país.

Castro también lidera una cruzada contra la corrupción, iniciada en octubre con la ocupación en todo el país de centros de distribución y venta de gasolina por trabajadores sociales encargados de evitar el robo de dinero y combustible en esos sitios.

La batida se extenderá a lugares donde «haga falta» e involucrará también a militantes y cuadros del gobernante y único Partido Comunista, que en los últimos meses centró sus discusiones en «disímiles males asociados al delito, ilegalidades y manifestaciones de corrupción», según versiones de la prensa estatal.

Vamos «a poner fin a muchos vicios de ese tipo: mucho robo, muchos desvíos y muchas fuentes de suministro de dinero de los nuevos ricos», dijo Castro en noviembre, en un discurso en el que admitió por primera vez que la revolución que encabeza desde hace 47 años puede ser reversible por sus propios errores.

«Este país puede autodestruirse por sí mismo; esta revolución puede destruirse, los que no pueden destruirla hoy son ellos (Estados Unidos); nosotros sí, nosotros podemos destruirla y sería culpa nuestra», añadió Castro.

El canciller Felipe Pérez Roque retomó la idea a fines de este mes.

El jefe de la diplomacia cubana, cuyos 40 años lo convierten en el más joven de los altos cargos del país, señaló que Washington, en conflicto con La Habana desde hace más de cuatro décadas, «apuesta su esperanza» no a la derrota ahora, sino «después», es decir cuando muera Castro, de 79 años.

Entonces reseñó tres premisas «básicas» para preservar el sistema socialista cuando la «generación histórica» haya desaparecido.

Ellas son mantener un liderazgo basado en la autoridad que emana del ejemplo, de la conducta austera y de la dedicación al trabajo. Que el pueblo sepa que los que dirigen «no tienen privilegios», dijo.

La segunda premisa es conservar el apoyo del pueblo sobre la base de las ideas y las convicciones.

Y la última, evitar que resurja una clase propietaria. La clave está en quién recibe el ingreso y de quién es la propiedad: del pueblo y las mayorías, o de la minoría «entregada» al «imperialismo», pues en Cuba no puede haber una burguesía nacional y patriótica como en otros países, según Pérez Roque.

Con tales cartas sobre la mesa, pocas dudas quedan de que para la disidencia interna, acusada por La Habana de trabajar a sueldo de Washington, se avecina un 2006 sin concesiones.

«El mensaje (del gobierno) es cero tolerancia, creo que el año será duro», comentó a IPS Manuel Cuesta Morúa, portavoz del opositor Arco Progresista.