Daniel se ha ido este martes 12 de enero. Era un militante, un intelectual, un camarada, un amigo. Nacido en 1946, ha puesto toda su vida al servicio de la defensa de las ideas marxistas revolucionarias. Había sido uno de los fundadores de las JCR y de la Liga Comunista Revolucionaria. Animador del movimiento de […]
Daniel se ha ido este martes 12 de enero. Era un militante, un intelectual, un camarada, un amigo. Nacido en 1946, ha puesto toda su vida al servicio de la defensa de las ideas marxistas revolucionarias.
Había sido uno de los fundadores de las JCR y de la Liga Comunista Revolucionaria. Animador del movimiento de Mayo 68, era de quienes tenían un sentido muy seguro de la iniciativa política. Había sido uno de los animadores del Movimiento del 22 de marzo.
Comprendiendo la dinámica de los movimientos sociales, en particular la relación entre el movimiento estudiantil y la huelga general obrera, era también uno de quienes habían comprendido la necesidad de construir una organización política, de acumular fuerzas para la construcción de un partido revolucionario.
La inteligencia de Daniel era aliar teoría y práctica, intuición y política, ideas y organización. Era tan capaz de dirigir un servicio de orden como de escribir una obra teórica.
Fue uno de los inspiradores de un combate que conjugaba principios, delimitaciones políticas y apertura, rechazo del sectarismo. Con sus convicciones políticas formando parte de su ser, Daniel era siempre el primero en buscar la discusión, en intentar convencer, intercambiar planteamientos, y en renovar su propio pensamiento.
Participando desde finales de los años 60 hasta comienzo de los 90 en la dirección cotidiana de la Liga, había jugado un papel decisivo en la construcción de un proyecto, de una orientación que liga actividad cotidiana y tensión revolucionaria. Una buena parte de su trabajo teórico y político estará centrado en las cuestiones estratégicas, en las lecciones históricas de las principales experiencias revolucionarias.
Daniel era profundamente internacionalista. Jugó un papel clave en la construcción de la LCR española, en la época franquista. En esos años, Daniel jugó un papel importante en el seno de la IV Internacional, siguiendo particularmente la situación en América Latina y en Brasil. Contribuyó mucho a actualizar nuestra visión del mundo, a prepararnos para los vuelcos históricos de finales de los años 80.
Desde los años 90 hasta nuestros días, a la vez que proseguía su combate político, se concentró en la reflexión y la elaboración teórica: la historia de las ideas políticas; «el capital» de Karl Marx; el balance del siglo y de sus revoluciones, entre ellas, en primer lugar, la revolución rusa; la ecología; el feminismo; las identidades y la cuestión judía; la elaboración de una nueva política para la izquierda revolucionaria frente a la globalización capitalista. Seguía, regularmente, los foros sociales mundiales del movimiento altermundialista.
Daniel habrá asegurado la continuidad de un marxismo revolucionario abierto, no dogmático y la adaptación a los cambios de la nueva época, teniendo siempre en el horizonte la transformación revolucionaria de la sociedad.
Golpeado por la enfermedad, la superará durante años, pensando, escribiendo, trabajando sus ideas, sin rechazar ni viaje, ni mitin, ni simple reunión. Daniel se había dado como tarea verificar la solidez de nuestros cimientos y transmitirlos a la joven generación. Lo hizo con todo su corazón, con todas sus fuerzas. Sus intervenciones en el Instituto internacional de Ámsterdam, en las universidades de verano de la LCR, luego del NPA han marcado a centenares de compañeros. Transmisor de la experiencia de la LCR al NPA, Daniel había decidido acompañar el lanzamiento de nuestra nueva organización, relanzando la revista ContreTemps y constituyendo la sociedad Louise Michel, marco de debate y de reflexión del pensamiento radical.
Daniel es todo eso. Y, además, era simpático, caluroso, amigable, asequible. Amaba la vida.
Cuando muchos ex 68 han cambiado de camisa, han abandonado los ideales de su juventud, Daniel no habrá tirado nada, no habrá abandonado nada. ¡Está aquí, presente!