El debate sobre el velo se está volviendo ciertamente cansino. Me resulta cargante escuchar los mismos argumentos manidos, descontextualizados e infundados, resultado de la desinformación y la manipulación mediática a la que nos someten los medios de desinformación de masas. Para empezar me gustaría comentar la diferencia existente entre arabidad e islamismo. El primero, básicamente, […]
El debate sobre el velo se está volviendo ciertamente cansino. Me resulta cargante escuchar los mismos argumentos manidos, descontextualizados e infundados, resultado de la desinformación y la manipulación mediática a la que nos someten los medios de desinformación de masas.
Para empezar me gustaría comentar la diferencia existente entre arabidad e islamismo. El primero, básicamente, es un concepto cultural y geográfico y el segundo es un concepto confesional. El mundo árabe ha sido históricamente un mundo plural e integrador, un mundo respetuoso con las diferencias y cuna de pensadores, buenos políticos y excelentes literatos y artistas. Aunque es cierto que la mayoría de comunidades árabes practican el Islam, también es cierto que históricamente han existido comunidades árabes cristianas, judías, ateas,…El Islam, por su parte, es una religión monoteísta de la que voy a hablar un poco mas adelante y sobre la que no me voy a extender porque no es, ni mucho menos, el motivo de este escrito. Por supuesto al pensamiento único de nuestro sistema neoliberal globalizado, esencialmente analfabeto y manipulador, le interesa mezclar los términos y que, desde el poco o nulo análisis crítico de la realidad y la información por parte de occidente, se confundan conceptos como árabe, islámico, extremista y fundamentalista, un totum revolotum que tiene tanto que ver en esencia como el agua y el aceite.
A continuación me gustaría reseñar que el tema del velo en más de una ocasión se ha utilizado y se utiliza para desviar la atención sobre los problemas de raíz. Por ejemplo, en Afganistán uno de los argumentos mas utilizados por la administración norteamericana para justificar su invasión fue precisamente la liberación de las mujeres, encerradas bajo el burka. Resulta cuanto menos paradójico que las mujeres a día de hoy en Afganistán estén no mejor, sino en muchos casos bastante peor. El control del territorio de Afganistán es un problema geoestratégico y políticoeconómico y a quienes planean dichas acciones coloniales la situación de las mujeres en general y afganas en particular se la trae al pairo, pero claro es políticamente correcto y suscita muchos apoyos dar el mensaje de la liberación de las mujeres como leitmotiv para invadir un país.
En algunas ciudades del estado español sin ir más lejos se ha debatido con gran cobertura mediática la prohibición del burka. ¿Es realmente este un tema sobre el que haya que legislar y al que haya que dedicar tanta atención? ¿Constituye realmente un problema social? ¿O quizá sería mas interesante debatir públicamente sobre las leyes de extranjería, sobre la situación de los derechos humanos de las personas migrantes, sobre las condiciones indignas de trabajo y de vida de tantas miles de personas locales o foráneas? O yendo un poquito mas allá ¿Por qué no hablar sobre las políticas económicas neocoloniales gracias a las cuales en occidente disfrutamos de todos los recursos esquilmados a pueblos africanos, sud y centroamericanos, asiáticos, etc., a quienes robamos sus materias pero a quienes impedimos venir con ellas? (pues nos quitan el trabajo y en ocasiones también a nuestras mujeres!) No, por dios! Vamos a centrarnos en el último eslabón de la cadena que además nos hace parecer humanos y defensores de la libertad!
Y con esto no pretendo transmitir la idea de que no me parece interesante y necesario hablar de la situación de las mujeres en el mundo, nada mas lejos de la realidad, lo que me tiene hasta las gónadas es la utilización burda y vomitiva de un tema tan serio por políticos y tertulianos que en base a la mayor de las ignorancias y con una actitud prepotente y condescendiente pretenden presentarse como adalides de tan noble causa cuando lo mas cerca que han estado de esas problemáticas y de esas gentes ha sido a través de un periódico o haciéndose la foto de rigor con mujeres veladas en actitud paternalista.
ARGUMENTACIÓN
No voy a ser yo quien defienda el Islam, igual que no defendería ninguna otra religión. Todas me parecen igual de buenas e igual de malas, personalmente me considero una humanista agnóstica convencida de que cuanto acontece en este mundo es nuestra responsabilidad y en nuestra mano está la posibilidad de cambiar las cosas o dejarlas tal cual están. Sin embargo es interesante saber que el Islam quizá por ser la última de las religiones monoteístas es también la más moderna y por tanto la que mayores derechos da a las mujeres, por ejemplo, en el Islam se contempla la posibilidad del divorcio para las mujeres o el derecho a trabajar fuera del hogar entre otros. Quiero decir con estos ejemplos que el Islam no es esa religión retrograda que nos venden los medios de comunicación o, al menos, no más retrógrada que el resto.
¿De donde proceden entonces todas las barbaridades que se achacan al Islam?
Muy sencillo, por un lado a la interpretación que determinados imanes hacen del Corán, es decir el Corán contado tras atravesar el filtro de cada una de las personas que lo difunden, todas ellas, hombres.
Por otro lado tenemos la relación y la confusión entre lo que son prácticas primitivas y tradicionales y las practicas puramente religiosas. Muchas de las prácticas denigrantes para las mujeres que se achacan al Islam son prácticas tribales que llevan siglos practicándose en base a los preceptos establecidos por los patriarcas de cada tribu, todos ellos, hombres. Entre ellas destaco por su brutalidad la ablación del clítoris.
En el Corán no hay ni una sola referencia a tan terrible práctica pero sí está directamente relacionada con la creencia socialmente extendida en determinadas comunidades de que una mujer no es lo suficiente buena y pura si tiene clítoris, es decir, si mantiene la integridad de su cuerpo y puede gozar con él. Encontramos en este punto un eje básico e históricamente permanente de organización social: el control de las mujeres, el control del cuerpo de las mujeres y el control de la sexualidad y el placer de las mujeres por parte de los hombres.
Qué bárbaros dirán algunos, con lo modernos que somos ahora! Claro, por eso a día de hoy un hombre que tenga muchas relaciones sigue siendo un machote admirado más o menos abiertamente por su comunidad mientras que una mujer dueña de su cuerpo y de su sexualidad actuando de igual manera es considerada una puta y denostada por esa misma gente.
Volviendo al tema que nos ocupa otro de los argumentos que se utilizan entre los defensores y detractores del velo es el de la libertad de elección. Voy a tratar de expresar mi punto de vista que no tiene más razón que otros pero que, al menos, está basado en experiencias y contactos con mujeres directamente relacionadas con este tema.
La libertad es un concepto difícilmente definible y en el que podríamos perdernos filosófica y metafísicamente hablando. Puesto que esa no es mi intención, voy a referirme a la libertad como a un concepto entendido dentro de las coordenadas propias de cada sociedad, es decir, una libertad relativa.
Ciertamente, las mujeres que visten el hijab o el niqab o el burka, en la mayoría de los casos dicen hacerlo por propia voluntad. Recuerdo en 2004 una conversación mantenida en la universidad islámica de Gaza con varias alumnas y profesoras en la que comentaban que cubriéndose completamente se sentían completamente libres y, además, seguras al no ser presa de las miradas lascivas de los hombres. Efectivamente, se lo ponen libremente, pero libremente en base a los parámetros que marca su sociedad, es decir, para ser una buena mujer y poder encontrar un marido que te quiera debes ser pura y eso lo consigues invisibilizándote para no provocarles y mantener tu castidad. Como mi objetivo, es ser admitida en mi sociedad, valorada y además encontrar un marido mi comportamiento tiene que ser ese. Es una decisión libre, pero basada en una libertad relativa, basada en las pautas que marca esa sociedad que han sido definidas y establecidas por las personas que organizan la vida social y relacional, todos ellos, hombres.
Cambiando de latitud y de cultura. Una mujer en Europa entra en quirófano, se somete a una anestesia y se pone dos bolsas de silicona bajo sus mamas, con todos los riesgos que el proceso conlleva. Por supuesto lo hace libremente, eso nadie lo discute. Pero ¿es realmente libre al tomar esa decisión o la decisión la toma condicionada por directrices que, explícita o implícitamente, establece la sociedad en la que vive? Y ¿Qué es lo que busca realmente esta mujer con esa práctica? Indudablemente ser admitida por su sociedad, ser valorada y sobre todo encontrar un marido o en el menor de los casos ser admirada, valorada y gustar a los hombres. ¿Por qué? Porque tenemos que acercarnos al patrón de belleza establecido en nuestra sociedad que es la que marca la valía, especialmente, de las mujeres Ese patrón, a día de hoy, es basicamente: juventud, delgadez y senos protuberantes, es decir: botox, liposucción, dietas e intervenciones quirúrgicas. Todo ello desde la mayor de las libertades, por supuesto! Pero, insisto, desde una libertad relativa, desde la libertad de los patrones de belleza y relacionales de las sociedades europeas que han sido y son estipulados por los hombres.
En ambos casos, y siempre desde mi punto de vista, hay varios factores determinantes e iguales:
1. Necesidad de controlar a las mujeres, de someterlas a la voluntad de los hombres y a sus cánones de gustos y comportamiento.
2. Invisibilización de las mujeres tal cual son, en unos casos bajo unos trozos de tela y en otros con la introducción bajo la piel de plásticos y derivados. En cualquier caso no aceptación de las mujeres como tales, sino sólo en relación a los preceptos sociales histórica y tradicionalmente impuestos de forma mas o menos sibilina por los hombres.
3. Conversión de las mujeres en objetos. En unos casos objetos que no pueden ser vistos ni disfrutados más que por sus «dueños», es decir sus maridos. Eso es lo que les da valía a ellas e indirectamente a sus maridos. En otros casos objetos que deben ser vistos y admirados por otras personas, aunque, igualmente, disfrutados sólo por sus dueños, es decir, sus maridos. Eso es lo que les da valía, a ellas e indirectamente a sus maridos.
4. El valor de las mujeres estriba en su pureza y castidad en unos casos o en su perfección física, entendiendo como perfección el acercamiento a los cánones de belleza que marca, en este caso, la sociedad occidental y también la castidad. Es decir en ambas situaciones no se valora principalmente a la mujer como ser humano sino como objeto de transacción social.
5. En ambos casos las mujeres, que no buscan más que ser aceptadas en su sociedad y encontrar su marido/pareja, actúan «libremente» y defienden públicamente su libertad de acción.
Puesto que no podemos establecer un rango de libertad absoluta, en nombre de la anteriormente comentada libertad relativa, pienso que lo que debería hacerse es respetar a aquellas mujeres que o bien deciden cubrirse por causa religiosa, identitaria o tradicional tanto como a las que deciden pasar por quirófano y aumentar sus senos, estirarse la piel o hacerse una liposucción. No creo que la permisividad total o el prohibicionismo sean las herramientas adecuadas, aunque haya momentos y situaciones extremas como la mencionada práctica de la ablación del clítoris en cuyo caso sí creo, no solo conveniente sino necesario, legislar y prohibir. En ambos casos, opino, lo más efectivo es educar, es facilitar el acceso a todas las personas a diferentes puntos de vista, es promover el debate, el diálogo y todo ello sobre una base de tolerancia real y de respeto. Si así fuera, aprenderíamos de las personas diferentes las llegaríamos a conocer como seres humanos iguales a nosotros y nosotras pero con sus diferencias y peculiaridades y ese acercamiento derribando el muro de la ignorancia haría que no tuviera importancia que una mujer llevara un pañuelo en la cabeza o plástico metido en su cuerpo. Quizá rompiendo moldes, estereotipos y fomentando una visión mas humanista y menos materialista de la sociedad no tendríamos, sencillamente, que tener estos debates. Quizá deconstruyendo los roles que para hombres y mujeres impone sutilmente nuestra sociedad, abandonando el androcentrismo y educando a las mujeres en seguridad y asertividad y no como ahora en la sumisión y en la dependencia, estas circunstancias no existirían.
Pero ya que todavía no hemos alcanzado ese nivel de respeto a las diferencias y de educación holística e integral, volviendo al tema inicial creo sencillo deducir, en base a la exposición anterior, que el verdadero problema no es la religión sino el esquema androcéntrico y patriarcal bajo el que todavía la gran mayoría de sociedades vivimos. Las religiones no son más que otro mero instrumento que los hombres utilizan como forma de coacción y control social.
En el caso palestino concretamente, la relación entre represión de la ocupación israelí y deterioro de la situación de las mujeres se correlacionan de forma absoluta y directamente proporcional. Es más, me atrevo a afirmar, como ya hice en el artículo titulado: «Hamas y la islamización del mundo árabe» (*) que si Hamas ha llegado al poder en Palestina es, entre otros factores, gracias a la ocupación y si el fundamentalismo islámico ha ganado terreno en estas últimas décadas ha sido precisamente gracias a las políticas imperialistas occidentales en la región., ambas se rechazan, tanto como se necesitan.
Bajo mi punto de vista y resumiendo, la raíz del problema de la denigrante situación de las mujeres en el mundo esta directamente relacionado con el sistema patriarcal, el machismo y el imperialismo económico y contra eso es contra lo que hay que luchar, el resto no son mas que parches que no arreglan nada, aunque, indiscutiblemente son mas fáciles de abordar.
El feminismo entendido como la lucha por la igualdad de los derechos desde nuestras diferencias es, por tanto, la vía más efectiva para cambia este sistema injusto y opresor, aceptando que hay muchos feminismos, muchas luchas de mujeres, cada una con su idiosincrasia y sus ritmos y precisamente, el reto estriba en respetar luchas y momentos. La liberación no puede darse, tiene que conseguirse desde dentro, a nivel personal y colectivo, la única forma de ayudar a liberarse es trabajar para liberarnos cada persona en su contexto y crear unas dinámicas aquí a todos los niveles que dejen de injerir e interferir en otros pueblos. Todos los pueblos y, particularmente, todas las mujeres son suficientes para trabajar por su liberación, tan solo hay que permitirles tener un marco propio en el que puedan desarrollarse y esa es la lucha: el feminismo internacionalista, es decir, el trabajo en casa, compartiendo estrategias pero sin imponerlas ni exportarlas, con el objetivo de cambiar el sistema neoliberal y patriarcal globalizado por otras formas relacionales basadas en el respeto, los derechos humanos, la justicia social y la igualdad. Una lucha que debe involucrar a mujeres y hombres, porque nosotras solas no vamos a cambiar el mundo, pero sin nosotras el cambio es imposible.
(*) http://concienciafeminista.wordpress.com/2009/01/29/sobre-hamas-y-la-islamizacion-del-mundo-arabe/
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.