Hace diez días la respuesta era clara. La inmensa mayoría de La prensa y las encuestas daban cuenta de una sola e indiscutible verdad. ¡Bolsonaro se va, vuelve Lula! Las urnas lo pusieron en duda. Tras los acontecimientos hay muchos temas que merecen ser considerados para entender otras cuestiones, no solo de Brasil.
Las encuestas se equivocaron con Bolsonaro, no con Lula
Las encuestas pusieron en números las opiniones que habían recogido, en el marco de la matriz teórica que cada empresa tenía. Las predicciones del voto a Lula oscilaban entre el 47 y 51%, el resultado final fue de 48,4%. Ese número está en el marco de lo previsto. Ello no es un dato menor.
Para Bolsonaro, según la estimación previa, el apoyo oscilaba del 33 al 37% de los votos, con una diferencia a favor de Lula entre 10 y 15 puntos. Finalmente, Bolsonaro recogió el 43,3% de los votos y la diferencia entre ambos fue de 6,2%.
Cabe preguntarse: ¿Porqué las encuestadoras fallaron con Bolsonaro y acertaron Lula? Dar una respuesta adecuada a este interrogante permitiría entender un poco más a nuestras sociedades. Por empezar se puede afirmar que tal “error” es compartido por prácticamente todas las encuestadoras, más allá de la orientación político-ideológica o los intereses de sus dueños.
Ello habla de la profundidad del problema, que –de ser así- estaría también en la sociedad y no solo en las encuestadoras. Se trataría de sectores que adaptan su forma de pensar o la manifestación de la misma, siguiendo el camino que aparece como dominante o mayoritario.
Buscando develar los orígenes de ese “error” de las encuestas se han escuchado voces que hablan de la vergüenza de votantes de Bolsonaro, de reconocerse como titulares de esos votos. Ello puede ser así. En ese caso tal situación revela otro tema singular.
Lo que suele conocerse como lo “políticamente correcto” forma parte de una cierta hegemonía cultural del pensamiento de corte progresista, aunque –a veces- sus portavoces tengan un íntimo rechazo al mismo; éste es adoptado por su peso social y político, por su difusión cultural y no porque sea compartido.
Tal situación no es percibida de ese modo por las encuestas en danza, que están atadas a un cientificismo que excede el peso real de la ciencia y se vuelve incapaz de percibir el pensamiento más profundo de ciertos sectores sociales, cayendo en errores de apreciación como se lo pudo observar –en las predicciones sobre el voto a Bolsonaro- el domingo pasado.
Por suerte, las complejidades de la realidad van mucho más allá de lo que la ciencia nos dice. Ella no cabe en la frialdad de sus números.
Datos numéricos y otros resultados
Los votos del domingo 2 de octubre dejan otras constancias que es bueno tener en cuenta: las elecciones de gobernadores, la situación del Parlamento y el peso de las abstenciones.
Hubo elecciones para gobernador en los 27 estados. En 15 de ellos los ganadores reunieron más del 50% por lo que ya quedaron electos. Pertenecen al bolsonarismo 9 de ellos y 5 a Lula. En 12 Estados sigue la incógnita hasta el 30 de octubre.
En las elecciones parlamentarias ya fueron electos los 81 senadores y 513 diputados. Solo un número minoritario responde directamente a los dos principales candidatos. Son del partido de Lula, 80 diputados y 9 senadores. En cambio, Bolsonaro consiguió hacer elegir a 14 senadores y 99 diputados propios. El resto, absolutamente mayoritario, está repartido en numerosos partidos, con preeminencia de los sectores conservadores.
En lo que respecta a la abstención electoral ella venía creciendo (18,1%, en 2010; 19,4%, en 2014; el 20,3%, en 2018). Esa tendencia continuó en estas elecciones, donde la abstención llegó al 20,9%, lo que hace aún más difícil que Bolsonaro logre sacar votos de una abstención que sigue creciendo.
Lula no debería tener mayores dificultades para llegar a la presidencia, dado que solo le falta sumar 1,6% para arribar al ansiado 50%.
Independientemente del resultado electoral, Lula -en el caso de ganar en segunda vuelta- tendrá muchas dificultades a la hora de gobernar. La identidad conservadora de su vice, la derrota de sus candidatos en la mayoría de los estados (provincias) y su carácter minoritario en el Parlamento hacen aún más evidente esa debilidad.
La sombra de lo acontecido con Dilma Rousseff, destituida por medio de un juicio político parlamentario, se proyecta sobre la situación que puede atravesar Lula.
Nuevamente la idea de realizar acuerdos de cúpula, retrocediendo para demostrar la “bondad” propia, puede ser la señal de debilidad que los enemigos del pueblo necesitan para bloquear los cambios necesarios y golpear a quienes no se animan a dar pasos más audaces y consistentes.
Brasil en la coyuntura internacional
Brasil, por lejos el país más importante de América Latina, ocupa un lugar expectante en la geopolítica mundial. Al igual que el resto de los países de la región, el fin de la Segunda Guerra Mundial lo dejó en el “Área de Influencia” de los EEUU.
Pero su liderazgo en la región, dado por su extensión, por el peso de su población, por una cierta industrialización y el coqueteo con los poderes mundiales deseosos de acceder a sus recursos naturales (o bienes comunes, como la Amazonia, posibilitaron que se mantenga en el campo occidental.
Pero,al mismo tiempo, es parte de los acuerdos del BRICS (junto a Rusia, India, China y Sudáfrica), lo que le permite un cierto margen de autonomía en el concierto internacional. Ahora, los últimos acontecimientos mundiales, particularmente el conflicto de Occidente con Rusia, han mostrado que Brasil transita una situación inédita en la región.
Se trata de un país donde, las dos fuerzas absolutamente mayoritarias, coinciden y se mueven dentro de ese margen de independencia. Esa confrontación, que se da en la mayor parte de los países de la región, no fue gravitante en la reciente campaña electoral y en las decisiones políticas vinculadas a la misma. Todo indica que cualquiera que sea el ganador el 30 de octubre, tal situación difícilmente cambie de rumbo.
Respecto a la Argentina, el resultado del domingo 2 contribuyó a desalentar las expectativas que tenía el kirchnerismo en el sentido de una candidatura presidencial de la actual vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Por otra parte, las políticas económicas de Brasil -guiadas por el neoliberal ministro Paulo Guedes- están más cerca de las ideas de Sergio Massa que de lo que pueda pensar Cristina o la agrupación kirchnerista La Cámpora.
Juan Guahán es analista político y dirigente social argentino asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).
Fuente: https://estrategia.la/2022/10/11/brasil-de-la-certidumbre-a-la-duda/
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