Tina Modotti fue una talentosa fotógrafa del México revolucionaria. Militante comunista, expulsada del país, viajó a Europa y dejó su arte para dedicarse a pleno a sus labores en la Internacional Comunista. Su paso por la guerra de España fue un capítulo clave de su vida.
Tina nació a fines del siglo XIX en Údine, Italia. A los doce años tuvo que abandonar la escuela y trabajar en una fábrica textil para ayudar a su familia. A los diecisiete emigró a la ciudad de San Francisco, EE.UU.
En 1915 se casó con el poeta Roubaix de L’Abrie Richey (alias “Robo”). Después se desplazó a Hollywood, donde hizo incursiones en el campo de la actuación cinematográfica. En 1921 Tina comenzó una estrecha relación con el fotógrafo Edward Weston, con quien trabajó como modelo y aprendió fotografía, siendo el inicio de su obra fotográfica.
México, fotos y militancia.
Entre los años 1923-1930 se estableció en México con Weston, luego éste regresaría a los Estados Unidos. En tierras mexicanas realizó Tina lo fundamental de su obra fotográfica. Y allí se convirtió en activista revolucionaria, ingresando en el Partido Comunista Mexicano en 1927. «Tina Modotti —ha escrito Laura Mulvey, estudiosa del cine, se transformó a sí misma, de ser un objeto de belleza utilizado en el arte de los demás, a fotógrafa profesional. Como modelo, asistente y finalmente aprendiz artístico de Weston, su concepto de la fotografía estuvo dominado inicialmente por el esteticismo de éste. Gradualmente el trabajo de Modotti muestra las búsquedas de su propia dirección y la confianza que fue ganando a medida que su compromiso político cambió su manera de ver al mundo. Sus fotografías no pierden su sentido de la forma, pero sus prioridades cambian». Muchas de sus fotos se centraron en la realidad social de México y en sus injusticias. Prestó especial atención a la población indígena. Asimismo fue fotógrafa de artes plásticas, y documentó con sus imágenes las obras de los muralistas Diego Ribera y José Clemente Orozco, entre otros. Se ha escrito hace poco que las imágenes de Tina Modotti son una fusión entre la cultura revolucionaria mexicana y la estética fotográfica vanguardista. Según el profesor y escritor de Cataluña Higinio Polo la mayoría de sus tomas de esos años tenían una precisa función: documentar la lucha obrera para las publicaciones comunistas mexicanas; entre ellas, El Machete, órgano del comité central partidario. La fotografía era para Modotti un instrumento para cambiar el destino de los pobres.
En vinculación con el partido se hizo íntima amiga de Frida Kahlo. Diego Rivera, pareja de la pintora, las incluyó a ambas en un mural, En el arsenal, en el que aparecen cargando armas.
En 1928 conoció a Julio Antonio Mella, dirigente estudiantil cubano, también de pertenencia comunista, exiliado en México, cuando se formaba el comité en apoyo a los anarquistas Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti. Tina y Mella entablaron una relación amorosa.
Aparte del hostigamiento de la dictadura de Gerardo Machado, Mella había sufrido la expulsión del comunismo cubano, en una decisión luego impugnada por la Internacional Comunista, que exigió su reincorporación.
Mella fue asesinado la noche del 10 de enero de 1929 en una esquina del DF, de dos tiros de revólver calibre 38. Murió desangrado en los brazos de Tina. Es posible que el asesino fuera un secuaz de Machado.
Ella fue detenida porque se consideró que conocía al asesino o era su cómplice. Se organizaron mítines y marchas para exigir su liberación, recibió el apoyo y acompañamiento de Diego Rivera. Finalmente, la liberaron sin cargos.
En ese trance Tina sufrió la persecución de la prensa mexicana, los medios de allí calificaron el asesinato como «crimen pasional» y exhibieron documentos privados tanto de Modotti como de Mella, incluyendo sus fotos desnuda.
Tras el asesinato intensificó su actividad partidaria; su compromiso ya existente se convirtió en entrega plena a la causa revolucionaria.
Muchos la veían como una mujer de vida cuestionable, ya que chocaba contra casi todos los parámetros de la época, y en particular los que limitaban a las mujeres en pos de una ideología patriarcal y una moral pacata.
Esto se acentuaba porque tenía ideas radicales sobre casi todo (sexualidad, educación, estructura social, arte) y se paseaba cámara en mano por la ciudad, en actitud libre.
En febrero de 1930 fue expulsada de México, tras acusaciones de haber preparado un atentado contra el entonces presidente de la República, Pascual Ortiz Rubio.
La Unión Soviética, la Internacional, España.
Viajó entonces hacia Europa junto con el asimismo italiano dirigente comunista Vittorio Vidali. Tras ser rechazada por los gobiernos de Estados Unidos, Cuba y Holanda, pasó por Berlín para finalmente llegar a Moscú y establecerse allí, a invitación de Vidali.
En su etapa en la URSS dejó la fotografía. Se ha comentado que su arte no era apreciado allí y tampoco estaba dispuesta a integrarse a los mecanismos de propaganda por medio del arte que imperaban en la Unión Soviética. Lo concreto es que cuando dejó la Unión Soviética tampoco la retomó. Ese desencuentro fue causa de que su obra completa no exceda las 400 fotos.
Comenzó a trabajar para la Internacional Comunista y desempeñó misiones en varios países europeos. Sus tareas más habituales se desarrollaban en la oficina soviética del Socorro Rojo Internacional. Allí desenvolvía múltiples funciones, algunas de ellas vinculadas con la escritura y las traducciones.
En 1935, viajó a España bajo el seudónimo de María Ruiz Sánchez y se incorporó a variados servicios, a partir de su pertenencia al Socorro Rojo Internacional.
Después del golpe militar se alistó en el Quinto Regimiento y trabajó en las Brigadas Internacionales con el nombre de María. Y su labor se extendió durante todo el conflicto.
Se citan muchas actividades suyas en España, difíciles de concentrar en una sola persona. Organizó un centro de atención llamado Hospital Obrero, en Madrid, colaboró con las Brigadas Internacionales en su sede de Albacete. También asistió al poeta Antonio Machado evacuado desde Madrid a Rocafort, a las afueras de Valencia –el poeta la llamaba “el ángel de mi casa” Asimismo colaboró con Norman Bethune, el médico canadiense que hizo las primeras transfusiones de sangre en el pueblo español.
Polo relata que durante la guerra civil conoce, además de los que ya citamos, a Rafael Alberti, María Teresa León, Gerda Taro (otra gran fotógrafa revolucionaria), Robert Capa, Miguel Hernández, Ilia Ehrenburg, Vladímir Antónov-Ovséyenko, Dolores Ibárruri.
Asimismo estableció contacto con una internacionalista argentina, militante comunista, Fanny Edelman, que por entonces no conocía la verdadera identidad de Modotti. En sus memorias la reflejó así: “María era un ser excepcional. Fina, dulce, frágil, comprensiva, valiente, generosa, con un enorme poder de persuasión y una impresionante fuerza interior. Su temple de revolucionaria, si era necesario que se pusiera de manifiesto una vez más, estuvo presente en la trágica evacuación de Málaga, cuando esa marea humana constituida fundamentalmente por mujeres y niños, era ametrallada impiadosamente por los aviones italianos y los cañones alemanes.
Ella se preocupó por los heridos en los inolvidables días de Madrid en noviembre de 1936. A ella le cupo organizar la asistencia a los refugiados catalanes que bajaban a Barcelona en doloroso éxodo y no se detuvo hasta llegar a la frontera de Francia… María era nada menos que Tina Modotti, la excepcional fotógrafa…”
Durante su estada española también se relaciona con otra argentina militante, María Luisa Carnelli, escritora, periodista y autora de letras de tango.
Entre sus vastas actividades en el país ibérico, no estuvo incluida la fotografía. En algún momento afirmó que no se podían hacer dos trabajos al mismo tiempo, y el que la absorbía por entonces era la militancia comunista.
En 1939 regresó como refugiada, aún bajo el nombre de María, a México, luego de un frustrado intento de establecerse en EE.UU. Allí rechazaron su entrada. Continuó su actividad política, con su residencia en el país aún prohibida, a través de la Alianza Antifascista Giuseppe Garibaldi. En 1940, el presidente Lázaro Cárdenas anuló su expulsión.
La muerte, luces y sombras.
Murió de un ataque cardíaco el 5 de enero de 1942 en el interior de un taxi.
Jesús Hernández, exministro de la República y exiliado español en México, cuenta en sus memorias que se encontró con Modotti poco antes de su muerte: “Lo tenías que haber fusilado. Hubiera sido una buena acción, te lo aseguro. No es más que un asesino y me arrastró a un crimen monstruoso. Lo odio con toda mi alma. Pero estoy obligada a seguirlo hasta el final. Hasta la muerte”, le habría dicho la italiana en referencia a Vidali, su pareja.
Hay que tomar este testimonio con cierta precaución, ya que Hernández había roto con la Internacional Comunista, lo que era una situación dura de sobrellevar. Y tal vez el resentimiento lo llevó a algunas afirmaciones discutibles.
Lo que sí está demostrado, es que Vidali, que actuaba en España bajo los nombres de “Comandante Carlos” o “Carlos Contreras”, tuvo participación en el secuestro y desaparición del dirigente del POUM Andreu Nin. De atenernos a la versión del antiguo ministro de la república, ése sería el “crimen monstruoso” de referencia.
Sus restos reposan en el Panteón Civil de Dolores, con un epitafio de Pablo Neruda:
Puro tu nombre suave, pura tu frágil vida,
abejas, sombras, fuego, nieve, silencio y espuma,
combinaron con acero, alambre y
polen para crear tu firme
y delicado ser.
También hizo versos en su homenaje, Rafael Alberti:
“Yo sabía de ti, Tina Modotti/ de tu precioso nombre, de tu gracia/ de tu fina y dulcísima presencia/ mucho antes de verte, de encontrarte/ cualquier noche de guerra, una mañana madrileña de sol, en esos días/ en que se alzaba el Quinto Regimiento/ como el inmenso brote de una espiga/ que se abriera cubriendo los campos de batalla”.
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