Recomiendo:
0

Cronopiando

De la rueda a la energía nuclear

Fuentes: Rebelión

Hace muchos años, un ingenioso hombre inventó la rueda. Con las prisas cometió, sin embargo, un grave error en su diseño: la hizo cuadrada. Y así fue que, cuando pretendió que su cuadrada rueda rodara por la pendiente donde demostraría las ventajas de su invención, aquel cuadrado artilugio se desplomó al primer empellón entre las […]

Hace muchos años, un ingenioso hombre inventó la rueda. Con las prisas cometió, sin embargo, un grave error en su diseño: la hizo cuadrada. Y así fue que, cuando pretendió que su cuadrada rueda rodara por la pendiente donde demostraría las ventajas de su invención, aquel cuadrado artilugio se desplomó al primer empellón entre las carcajadas de los decepcionados asistentes. De aquel fallido intento ninguna seria consecuencia se derivó para el ingenioso inventor, excepto su descrédito. Tiempo después descubrió que si le daba a aquel artefacto una forma curva, podría rodar. Y así lo hizo y expuso, esta vez con notable éxito. Desde entonces, los seres humanos han contado con la rueda. Han pasado los años y, tras la rueda, hemos seguido inventando toda clase de objetos, útiles e inútiles, necesarios y absurdos. La diferencia es que la tecnología que utilizamos en nuestros días no admite, como en el frustrado invento de la rueda cuadrada, fallo alguno. La energía nuclear, tan festejada en sus inicios, también nos ha demostrado los riesgos que implica cobrándose miles de vidas y arruinando la tierra a la que aventurase su progreso. Claro que, para reconfortar ánimos y espantos, ahí están autoridades y medios de comunicación aportando al mundo su vital optimismo y confianza.

En Japón no pasa nada. Pueden estar tranquilos que, al margen de la catástrofe que ha supuesto el terremoto y el maremoto, no hay riesgos, de momento, de que agregue sus horrores una hecatombe nuclear.

Eso es, al menos, lo que declaraban al día siguiente de ocurrir el maremoto las autoridades japonesas y repetían los grandes medios de comunicación.

«Ha estallado una torre eléctrica en las proximidades de una central nuclear» tuvo a bien informarnos un canal de televisión.

Desde entonces, el anuncio de lo que va a pasar se nos ha venido dando a pequeñas dosis, todas acompañadas de sus correspondientes cucharadas de almíbar para mejor digerir las consecuencias.

«Uno de los lugares que más preocupa a las autoridades es la planta de Fukushima, donde existe el riesgo de que se produzca una nueva explosión similar a la de ayer en la planta nuclear. Las autoridades tampoco descartan que se haya iniciado un proceso de fusión del núcleo en los reactores 1 y 3» reconocían autoridades y medios.

¡Qué buen augurio que sólo exista el riesgo y que aún puedan descastarse sus descartes.

«El gobierno tiene asumido que se está produciendo una fusión en el núcleo de los reactores de la planta de Fukushima… pero de momento no hay ninguna grieta en los sarcófagos, ni siquiera en el reactor número uno, pese a la explosión del sábado» señalaban al día siguiente autoridades y medios.

¡Qué buena noticia que los sarcófagos resistan… de momento!

«Ryohei Shiomi, funcionario de la comisión japonesa de seguridad nuclear, consideró que en caso de fusión no serían afectadas las personas fuera de un radio de 10 kilómetros y la mayoría de los habitantes de la zona de peligro ya han sido evacuados» afirmaban autoridades y medios.

¡Qué grata nueva para la mayoría y para quienes vivan a más de diez kilómetros!

«Naoto Kan, primer ministro japonés, ha admitido que la situación es grave pero no es comparable al desastre que ocurrió en Chernóbil… y aunque se ha liberado radiación al aire no hay ningún dato que apunte a que se haya liberado una gran cantidad», insistían autoridades y medios.

¡Qué buena suerte…pudo ser peor!

«Yukio Edano, ministro portavoz, explicó que la explosión podría producirse en el recipiente de contención secundario…» ¡Maldito recipiente que no aguanta! «Tampoco se descarta que se hubiera activado un proceso de fusión del núcleo. Está dentro del reactor. No podemos verlo» ¡Maldita fusión que no se deja ver! «Sobre el reactor número 3, suponemos también que existe la posibilidad de que otra fusión del núcleo tenga lugar mientras tomamos medidas para evitarlo.» ¡Maldita posibilidad que no quiere esperar!

Por si todavía alguna duda quedaba de lo que está a punto de ocurrir, Naoto Kan ha tranquilizado a la ciudadanía: «Estamos trabajando para evitar que los daños se extiendan.»

Algunos medios japoneses de comunicación, sin embargo, no terminan de digerir tan optimistas vaticinios y critican al gobierno la escasa información facilitada y el retraso con que se ha dado a conocer a la población. También señalan que, hasta el momento, ningún responsable de las dos plantas atómicas, propiedad de la Compañía de Electricidad de Tokio, ha explicado cómo ha sido posible que los sistemas de refrigeración de los cinco reactores hayan fallado.»

«La clave está en la resistencia de la vasija» reiteran autoridades y medios.

¡Maldita vasija que no pueda resistir!

Por más riesgos que entrañe, y los supone, el uso de la energía nuclear, nunca serán tantos como la obscena codicia de los que la producen y la inepta desvergüenza de quienes la controlan.

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.