En cuanto a intelectualidad se refiere, está comprobado más allá de toda duda razonable, que la izquierda, sea esta partidaria o no, mantiene siempre la hegemonía del pensamiento político, económico, sociológico, filosófico, psicológico, literario, ad infinitum. En el seno de la izquierda encontramos más intelectuales que en el contorno de los amigos conservadores. Por citar […]
En cuanto a intelectualidad se refiere, está comprobado más allá de toda duda razonable, que la izquierda, sea esta partidaria o no, mantiene siempre la hegemonía del pensamiento político, económico, sociológico, filosófico, psicológico, literario, ad infinitum. En el seno de la izquierda encontramos más intelectuales que en el contorno de los amigos conservadores. Por citar un tan solo ejemplo, Noam Chomsky, es el intelectual de izquierda -vivo- más citado en el mundo.
Pero si la irrefutable afirmación arriba señalada todavía no convence; a finales del año 2008, el libro cumbre de Karl Marx, El Capital (Das Kapital), rompió récord de ventas en las prestigiosas librerías de Londres, Berlín, Paris, Madrid e incluso en algunas ciudades de Estados Unidos. Esto se debió a que desesperadamente muchos ávidos lectores y analistas políticos y económicos, a raíz de la crisis mundial del capitalismo que azota a los más pobres -porque los poderosos trasladaron las pérdidas de los bancos y especuladores a la clase desposeída-, recurrieron a lo previsto por Marx en su mencionada obra y otros manuscritos.
Pero el récord en cuanto a la exuberante demanda de esta majestuosa obra se debió precisamente también a que, como bien lo predijo Marx, el capitalismo, estructuralmente hablando, iba colapsar a consecuencia de las mismas contradicciones y por el proceso de sobre-producción. Esta realidad viene a sepultar una fábula que circula en algunos medios de comunicación; porque la literatura marxista –El Capital– no «yace en algunas bibliotecas y librerías: gordo, pesado, viejo, más como reliquia del pasado, que como una obra de consulta, que sirva de algo para los tiempos modernos», como lo asegura un lector de prólogos y escribiente charlatán en un su destartalado artículo publicado en el periódico más conservador de El Salvador (http://www.elsalvador.com/
Hay supuestos escritores de derecha que se leen a diario en diversos medios de comunicación, que de manera irresponsable y abusiva se atreven a criticar la obra de Marx sin tan siquiera haberla leído. A lo sumo, leyeron el prólogo o algún manual acerca del marxismo y eso les sirve de insumo para hacer la sodomía de letras injuriosas en contra de Marx y del socialismo científico. La brillante obra de Marx no es una novela de ficción, romance o de la guerra que bien se pueden leer en un par de horas o días acompañado de unas tazas de café, mientras se va en el autobús o mientras se descansa en una hamaca. No, para entender a Marx, indispensablemente hay que hacer un estudio delicado y profundo; poner los pies en la tierra, encontrarse sobretodo en estado pleno de sobriedad y sumergido en una radiante lucidez para comprenderlo.
Contrariamente a las infamias de estos escribientes -entendido el término «escribiente» como aquella persona que anota lo que le dictan-, El Capital simplemente no debe leerse, sino que debe ser estudiado con la debida precisión, porque de lo contrario no se logrará entenderlo a la perfección. Pero antes hay que haber leído también a Adam Smith, a quien se le considera el padre del liberalismo económico; un calificativo estrafalario a consecuencia de haber sido, y seguir siendo a su vez tan mal interpretado por economistas y políticos de aquella época, como por estos escribientes y cortesanos actuales del gran capital nacional y del imperialismo.
Adam Smith, en su obra «Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones» (La Riqueza de las Naciones), lo que hace es un minucioso análisis e interpretación del fenómeno capitalista tal cual se desarrollaba en su época, era un análisis serio, no una justificación de los métodos utilizados por los explotadores. A raíz de ese estudio sistematizado, Smith no inventa, sino que descubre las leyes orgánicas y funcionales que caracterizan al salvaje capitalismo.
En esa obra, Smith afirma que la riqueza de una nación radica en el trabajo humano, contrario a lo que afirmaban los mercantilistas y fisiócratas. Los primeros decían que la riqueza de una nación se encontraba en los metales preciosos (oro y plata), y los segundos aseguraban que era en la agricultura. Pero continúa diciendo Smith, que si el hombre tiene necesidades, prioridades y deseos de todo tipo; para obtener esos tres elementos -sostiene Adam Smith-, necesariamente el hombre tiene que apropiarse del trabajo ajeno. Es decir que Smith, implícitamente dejó entrever que la apropiación de ese trabajo ajeno es lo que les produce la riqueza a los capitalistas. Posteriormente Marx, elabora una crítica más sistematizada y profunda hacia esa economía política. Es a esa apropiación del trabajo ajeno a lo que Marx le llama el plusvalor.
Marx, en El Capital lo que realizó fue una crítica científica fundacional del capitalismo, en esencia, válida para el análisis de esta sociedad en cualquier etapa de su desarrollo histórico. En ese sentido István Mészáros, uno de los asesores de nuestro Comandante Hugo Chávez, señala en su reciente libro «La crisis estructural del capital», que Marx escribió El Capital con la finalidad de ayudar a romper el dominio del capital cuando se dieran las condiciones favorables, es decir cuando el ‘capital social total’ en su inexorable tendencia a dominarlo todo en escala global ya no pueda seguir desplazando sus contradicciones y se va empujado hasta el límite que no le sea posible traspasar, presagiando así lo que él llamaba el ‘reino de la forma histórica nueva’.
Pero lo más irrevocable que señala Mészáros es cuando asevera que «Hoy, a cien años de la muerte de Marx, estamos mucho más cerca de las condiciones de colapsamiento global del capital, y de la posibilidad real de esa trasformación fundamental, con la cual su obra tenía la intención de identificarse con rigor científico y pasión socialista». Esto quiere decir amigos y camaradas lectores, y también escribientes charlatanes, que las predicciones de Marx se están cumpliendo. No en vano el público leyente europeo ha recurrido a las obras de Marx.
Como diría un escritor exiliado en Alemania, leer y escribir cuentitos famélicos resulta ser muy cómodo; puesto que, lejos de puerilizarte, también te incitan a escribir cualquier estupidez y publicarlos en diversos medios de comunicación.
La verdad es que para criticar a Marx hay que estudiarlo primero. Marx se devoró la mayoría de libros sobre la filosofía clásica alemana, los del socialismo utópico francés y, principalmente, estuvo casi diez años estudiando a fondo los ricos tesoros que encerraba la biblioteca del Museo Británico en materia de Economía Política.
Es justamente ahí donde lee a Smith y a David Ricardo, les hace su crítica, pero primero tuvo que conocer sus obras a profundidad; no como lo hacen estos «críticos» del socialismo marxista, quienes leen a lo sumo el prólogo de un escrito de Marx, y después se presentan en los medios de comunicación como ignotos «analistas políticos» destilando sus paranoicas y delirantes «críticas» al marxismo. Eso es inaceptable.
Solamente el tomo I de El Capital, en su contenido se resume en 856 páginas, el tomo II 893, en tomo III, el cual terminó de escribir Federico Engels contiene otro tanto, y el tomo IV escrito por kautsky otro tanto igual.
A lo mejor este escribiente charlatán en efecto sí los ha leído de pasta a pasta y estoy prejuiciándolo. Pero dicen por ahí, » los mejores economistas de la historia han sido marxistas y los mejores marxistas han sido economistas» . Louis Althusser, un revisionista – de izquierda-, al menos tuvo el mérito de devorar los libros de Marx para hacerle provisionales críticas; pero lo inaceptable, es que alguien que se dedica a leer cuentitos famélicos y noviltas ligeras se atreva a criticar a Marx. Esa es una actitud que linda con la idiotez.
*El autor es de El Salvador, América Central. Es Escritor y Licenciado en Ciencias Jurídicas
http://alimontoyaopinion.
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