Premisas (excluyentes unas de otras): 1) La izquierda anticapitalista es incompatible con la economía de mercado. 2) Votar por los partidos reformistas equivale a negar la lucha de clases. 3) El poder nace de la boca del fusil. 4) Hay que luchar contra cualquier forma de Estado. Hechos (relativos a las premisas): 1) La economía […]
Premisas (excluyentes unas de otras):
1) La izquierda anticapitalista es incompatible con la economía de mercado
.
2) Votar por los partidos reformistas equivale a negar la lucha de clases.
3) El poder nace de la boca del fusil.
4) Hay que luchar contra cualquier forma de Estado.
Hechos (relativos a las premisas):
1) La economía en el aire no existe. Existe la economía política.
2) Imperialistas, neoliberales y anticapitalistas teóricos, unidos en la desestabilización de los gobiernos nacionales y populares. Todos anhelan la desaparición del Estado.
3) Revoluciones de México, Rusia, China, Cuba, Vietnam, Corea del Norte, Nicaragua.
4) ¿Y cómo se administrará el servicio de Internet?
Realidades (ídem).
1) ¿Economía sin mercado?
2) En Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Brasil, Argentina… ¿las urnas juegan un papel decorativo?
3) Salvo México, las revoluciones surgidas de la boca del fusil
se renuevan, sin concesiones a su soberanía.
4) Ídem.
Observaciones:
1) Las cuatro premisas son reales porque existen.
2) ¿Cómo y dónde se ventilan?
3) Las nuevas realidades de América Latina… ¿surgieron de ideas anticapitalistas previamente elaboradas?
Tomemos el caso de China: mil 300 millones de habitantes (76 por ciento de la población conjunta de América Latina, Estados Unidos y Europa). En China hay 300 millones de pobres y muy pobres. O sea, menos que en América Latina. Pregunta: ¿existió alguna vez un Estado capaz de alimentar y garantizar prestaciones básicas a mil millones de ciudadanos? Alguien levanta la mano: no son 300, sino 500 millones de pobres y muy pobres. Muy bien: los damos de baja. En la historia de la humanidad, jamás un Estado sostuvo a 800 millones de personas.
América Latina se emancipó en 1810 y China en 1949. Y el año pasado, el país asiático desplazó a Alemania y se convirtió en el segundo exportador mundial. Excluyendo a Cuba, Panamá, Haití y Costa Rica, América Latina tiene, en proporción de su población, un millón 430 mil soldados (0.24). O sea, más que en China, con 3 millones (0.22). Los chinos saben para qué tienen un ejército. ¿América Latina sabe para qué sostiene 16, varios de los cuales luchan
contra el crimen organizado
en versión yanqui?
China es un país con 58 naciones oficialmente reconocidas. América Latina (con excepción de Cuba) carece de un claro concepto de nación. En China, las ideas se nutren de culturas milenarias, y de la historia nacional moderna. En América Latina (con culturas no menos milenarias), las ideas se nutren de ideas traducidas, y pensadas para otras realidades.
En China, las contradicciones de las izquierdas dan frutos dialécticos. En América Latina, se las interpreta con los parámetros metafísicos del siglo XIX. En China, lo nacional armoniza con lo universal. En América Latina, lo universal desafina con lo nacional. Y en esta negativa a pensar con ideas propias subyace la total impotencia política de las izquierdas teóricas anticapitalistas.
Según la agencia de noticias Xinhua, el Partido Comunista Chino cuenta con 78 millones de afiliados (6 por ciento de la población total). Supongamos que 80 por ciento de estos camaradas son burócratas, oportunistas o cuadros sin mística alguna. Con actitud distinta, restarían 15 millones 600 mil militantes (1.2 ídem). ¿Son muchos o pocos?
Si prorrateamos en 100 mil el número de militantes en cada país de América Latina, del río Bravo a Tierra del Fuego tendríamos (con optimismo) 2 millones de esforzados camaradas (0.34 ídem). ¿Los hay? Lo cierto es que tenemos 2 millones (posiblemente más) de teóricos anticapitalistas. O sea, que estamos jodidos.
Reparemos en esas actitudes jupiterianas que en el sancocho del reformismo
buscan con lupa el pelo capitalista, o en los textos que, concesivamente, aluden (sin nombrarlos) a …otros regímenes progresistas
. ¿Coartadas para restar sustancia a procesos ajenos al canon? ¿Desplantes eticistas para seguir viviendo del cuento ideológico?
A los anticapitalistas abstractos les perturba sumar voluntades. Cosa que no les quita el sueño. Después de todo, Mefistófeles está en la letra chica y, en la práctica, todos somos deudores. Pero la historia es terca. Cuando en el cuadrante ideológico Fausto empuja sin parar el minutero hacia la izquierda, invariablemente termina marcando la hora de la derecha.
Iba a dividir este artículo en rollos precedidos con esas palabras que algunos profesores emplean para intimidarnos: «seré breve…», «apenas una cosita…» Mas luego recordé a Francis Bacon (el padre de la filosofía
), al sugerir que debemos cuidarnos de los teóricos, amantes de sí mismo sin rival
.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2011/03/30/index.php?section=opinion&article=025a2pol