Antes de que Obama fuera electo presidente se consideraba que habría una hecatombe financiera si la deuda de EEUU llegaba a 10 billones de dólares; eso ya pasó y nada sucedió. Es más, durante su administración la deuda se incrementó de 10.6 a 18.5 billones de dólares y se planifica que para el año 2017 […]
Antes de que Obama fuera electo presidente se consideraba que habría una hecatombe financiera si la deuda de EEUU llegaba a 10 billones de dólares; eso ya pasó y nada sucedió. Es más, durante su administración la deuda se incrementó de 10.6 a 18.5 billones de dólares y se planifica que para el año 2017 llegue hasta los 20 billones de dólares. ¿Cómo va a pagar ese país esta deuda? Pues contrayendo más deuda. Como no tienen con qué pagar, imprimen más dólares y pagan. ¡Qué suerte!
Cada vez que el presupuesto de EEUU tiene déficit, en lugar de devengar el salario con el sudor de la frente, como hace todo país honrado del planeta, el banco privado de la Reserva Federal, FED, emite dólares que presta al Gobierno de EEUU, que a su vez le paga con bonos del Tesoro, que la FED coloca en la banca mundial donde invierten muchos países de manera casi obligatoria, por lo que esta deuda crece aparentemente sin fin y sin que nunca pueda ser pagada; amén de que muchos países guardan sus reservas en dólares y, además, a nadie le interesa que la economía de EEUU colapse, porque no tendría adonde exportar mercancías. Se cumple así la ley de la infamia.
Se trata de un país donde todos, incluido el Estado, gastan más de lo que ganan, aunque la lógica indique que tal sistema esté condenado al fracaso. ¿Cuándo? No se sabe, pero todos ruegan que el colapso se dé cuando no estén vivos para contar el cuento. Y como un problema que no se resuelve se complica, el mundo vive al filo de la navaja. ¿Hasta cuándo, padre Almeida? ¡Hasta que el mundo soporte o reviente! Por algo Putin los acusó de tener una economía parasitaria.
Los problemas actuales son más complejos que los que generaron la crisis financiera del 2008, cuando la FED intervino y la embarró. La directora del FMI, Christine Lagarde, le preguntó sobre esto a la presidenta de la FED, Janet Yellen, quien respondió que «incluso después de que se introdujeran las restricciones legislativas se conserva la probabilidad de que la situación se salga del control, sin que nos demos cuenta. Eso será un gran problema para nosotros y no está claro qué hacer con ello». En otras palabras, desconocen cómo resolver el problema y, según Jack Lew, encargado del Departamento del Tesoro de EEUU: «Un incumplimiento de pagos no tendría precedentes y constituiría una catástrofe en potencia… los efectos indirectos negativos podrían repercutir en todo el mundo». Por lo que este ministerio, para no sobrepasar el techo de la deuda, opera bajo «medidas extraordinarias». Pese a ello, expertos de la revista Financial Times sostienen que el techo de la deuda «amenaza potencialmente con un default en EEUU». Como sólo el Congreso puede modificar el techo de la deuda, Jack Lew pidió a sus representantes incrementarlo «lo más pronto posible», porque «EEUU no será capaz por primera vez en su historia de cumplir con todas sus obligaciones» y «la solvencia de Estados Unidos no es una ficha para negociar y el Congreso debería abordar este tema sin controversias».
Lo antedicho es una copia del cuento del Gallo pelón.
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