Da la casualidad que recientemente me regalaron la película Masacre (ven y mira) de Elem Klimov, editada hace poco en DVD. Trata de la invasión nazi de Bielorrusia con una mirada magistral que no hace distingos entre judíos y población ortodoxa, ya que la invasión nazi fue especialmente brutal en Bielorrusia, concluyendo con la destrucción […]
Da la casualidad que recientemente me regalaron la película Masacre (ven y mira) de Elem Klimov, editada hace poco en DVD. Trata de la invasión nazi de Bielorrusia con una mirada magistral que no hace distingos entre judíos y población ortodoxa, ya que la invasión nazi fue especialmente brutal en Bielorrusia, concluyendo con la destrucción completa de 900 pueblos y ciudades pequeñas, el mayor salvajismo posible sobre Minsk, el saqueo completo y absoluto de todo cultivo, oca, vaca, patata o verdura allí producida. La película narra a través de los ojos de un adolescente que sobrevive a la masacre de su pueblo y se alista en la guerrilla, una de las más eficaces de la Segunda Guerra mundial.
Y ayer, tras la manifestación, fui a ver Resistencia de Edward Zweick, sin tener noticias previas del tema, excepto que se trataba de una película sobre la Segunda Guerra Mundial. Pues bien, qué sorpresa más desagradable me llevé. Básicamente es un burdo plagio plagado de topicazos sionistas de la película de Klimov -supongo que Zweick es consciente de que no es película de masas como la suya-. Aparte de lo absurdo de personajes y guión, calca escenas literalmente de Masacre, pero lo más interesante y a la vez indignante es que se pretende que la Segunda Guerra Mundial fue solamente «Holocausto», que los bielorrusos eran todos colaboracionistas, que el ejército Rojo era tan antisemita como los nazis, que éstos no saqueaban y masacraban aldeas, sino que los ponían a trabajar como nazis de pacotilla al servicio del III Reich cazando judíos y que, atención, la «Resistencia» fue un invento judío ya que el Ejército Rojo se dedicaba a pasear por el bosque a caballo, a acampar para beber vodka hasta caer en coma y tocar el acordeón formando gran algarabía.
Nótese que se llama «Resistencia», cuando lo entendido por tal es tirotear bielorrusos, matar nazis que no se defienden y saquear a los vecinos para dar de comer a un grupo escondido de más de mil personas con un cántaro de leche, aunque llegan a tener armas para las mujeres, los niños, munición para malgastar y vacas sin que se sepa cómo se consiguen tales cosas.
La cosa llega al delirio cuando entran en un ghetto como Pedro por su casa James Bond-Tuvia y su hermano tras mostrar cientos de nazis con focos, perros adiestrados, etc, etc, y ¡¡hacen que se fugue el ghetto entero sin que se enteren los nazis!!
En el Ejército Rojo no había mujeres, ya que la idea de hacer combatientes a las damas es judía. En una zona rural todos son intelectuales y burgueses y a los veinte minutos de película ya no sabes si reir, llorar o pedir que te devuelvan el dinero por estafa.
Por cierto, en Masacre el protagonista es un adolescente-hombre que lo demuestra al no poder disparar a la imagen de Hitler bebé en brazos de su madre. En Resistencia ni siquiera diciéndolo consiguen ser distintos de los verdugos que los acosan.
Y se llama Resistencia. No cabe duda de que el lobby sionista maneja el lenguaje y que su fiel escudero Hollywood nos dice cómo debemos entender la Historia. Ellos, de hecho, escriben la Historia aunque su parecido con la realidad sea mera coincidencia.
Viktor Klemperer hizo un magnífico análisis del lenguaje en el III Reich, Lingua Tertii Imperii. Pues bien, lo que vale para Goebbels vale para el estado de Israel. No se salen ni en una coma del guión que tan bien funcionara a los nazis en materia de propaganda. Y así Hamas es terrorista como antes lo fueron los partisanos rusos, judíos o no, franceses u holandeses para los nazis. Goering lo dijo muy claro. Olmert y Livni lo dicen igual de claro. Y quizás sea por cosas como ésta que anda el personal despistado y tibiamente se atreven a ser como muchos equisdistaníes.
Será que no han visto ni Masacre ni Resistencia y que no conocen la obra de Klemperer.
Quien tenga ojos, que vea. Quien tenga oídos, que entienda.