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Cronopiando

¿De qué orden, de qué razón, de qué moral nos hablan?

Fuentes: Rebelión

Después de usarlas, después de negar que las usaron, después de aceptar que habían mentido cuando reiteradamente negaron su utilización, después de que Estados Unidos pretextara que las bombas de fósforo blanco sólo las emplean contra sus «enemigos», y cuando sabemos que esas terroríficas armas están prohibidas por la Convención de Ginebra de la que […]

Después de usarlas, después de negar que las usaron, después de aceptar que habían mentido cuando reiteradamente negaron su utilización, después de que Estados Unidos pretextara que las bombas de fósforo blanco sólo las emplean contra sus «enemigos», y cuando sabemos que esas terroríficas armas están prohibidas por la Convención de Ginebra de la que Estados Unidos es signataria…¿ha hecho algo ese primer mundo que se erige en salvaguarda de los valores democráticos de la humanidad? ¿Se han pronunciado las Naciones Unidas al respecto, ya no con la severidad que aplican con algunos países «tercermundistas», siquiera con algún rigor? ¿Ha condenado el Vaticano semejante crimen? ¿Ha expresado el Santo Padre su conmiseración por las víctimas o su condena al uso de armas de destrucción masiva?
Después de practicar la tortura, después de negar que torturaran, después de aceptar que habían mentido cuando reiteradamente negaron prácticas tan canallas, después de que Estados Unidos pretextara que las torturas sólo las aplican a sus «enemigos», y cuando nos consta que la tortura, en cualquiera de sus formas, es la mayor aberración que pueda cometer un ser humano y que como tal está prohibida por la misma Convención de Ginebra y por cualquier oficio, organismo, constitución, iglesia o Estado, incluyendo las propias de los Estados Unidos… ¿ha hecho algo ese primer mundo que presume de conducir el progreso de la humanidad por senderos de respeto y dignidad? ¿Se han pronunciado al respecto las Naciones Unidas por la existencia de campos de concentración como Guantánamo en los que los detenidos carecen hasta del derecho de ser acusados, de una defensa, de un juicio, de una condena, y cuando ni siquiera se les reconoce su identidad como prisioneros? ¿Ha condenado el Vaticano las torturas practicadas por los soldados de Estados Unidos en Iraq o Afganistán? ¿Ha expresado el Santo Padre su solidaridad con los torturados o su condena a semejante infamia o es que no atenta contra la ley de Dios torturar a un semejante?
Después de mantener cárceles clandestinas dispersas por el mundo, después de negar que las tuvieran, después de aceptar que habían mentido cuando, reiteradamente, negaron disponer de secretas prisiones, después de que Estados Unidos pretextara que las cárceles clandestinas que tiene repartidas por el mundo sólo son para torturar y desaparecer a sus «enemigos», y cuando sabemos que prácticas de ese tipo están prohibidas por la misma Convención de Ginebra, amén de cualquier código de justicia, constitución, tribunal o Estado, incluyendo los derechos que ampara los Estados Unidos… ¿ha hecho algo ese primer mundo que sanciona hasta con la intervención militar delitos menos graves cuando son cometidos por gobiernos no tan poderosos y que alardea, además, en sus soflamas de civilismo, orden y respeto? ¿Se han pronunciado las Naciones Unidas al respecto, sancionarán a los países que incurran en tan criminales prácticas por establecer esos «gulags» o por consentirlos?
¿Ha condenado el Vaticano la existencia de esos campos de concentración secretos? ¿Ha expresado el Santo Padre su dolor por los tantos presos y desaparecidos o su indignación por tan graves pecados?
¿De qué orden entonces estamos hablando, de que razón, de qué moral, de qué principios? ¿Cómo es posible que el mundo asista en silencio a tanta indignidad? ¿Cómo es posible que el Congreso de los Estados Unidos reafirme su derecho a persistir en semejantes crímenes? ¿Cómo es posible que se consienta que los criminales de guerra estadounidenses no tengan que responder, al igual que el resto de los criminales del mundo, en tribunales internacionales? ¿Cómo es posible que el Gobierno de Estados Unidos, pretanda «legalizar» la tortura como práctica de sus organismos de seguridad? ¿Cómo es posible que frente a tantas y tan graves vulneraciones de toda clase de leyes, guarde silencio el «mundo», las Naciones Unidas o la influyente Iglesia Católica?
¿De qué mierda entonces nos hablan? ¿Que coño de derechos, de respeto, de equidad promueven? ¿A quién se creen que engañan?