Una vez caído el muro de Berlín y desaparecido el bloque socialista con la URSS a la cabeza, algunos profetizaron el fin de la historia y el comienzo del paraíso capitalista en la tierra. Al profesor Francis Fukuyama, inspirador del pensamiento neoconservador, halcón belicista más tarde y miope futurólogo siempre, le salieron innumerables seguidores en […]
Una vez caído el muro de Berlín y desaparecido el bloque socialista con la URSS a la cabeza, algunos profetizaron el fin de la historia y el comienzo del paraíso capitalista en la tierra. Al profesor Francis Fukuyama, inspirador del pensamiento neoconservador, halcón belicista más tarde y miope futurólogo siempre, le salieron innumerables seguidores en todo el espectro político occidental que repitieron como loros que ya no había lugar para la lucha de clases en un mundo donde el omnipotente capitalismo neoliberal impondría el pensamiento único. Aparte de lo siniestro del proyecto de una humanidad uniforme, sin debate de ideas, sin discrepancia política y donde la utopía dejara de ser un sueño humanista para convertirse en una enfermedad mental, la sociedad esbozada se asemejaba más a una cárcel postmoderna que una plaza o ágora abierta a todos.
Lo que se ha visto desde finales del siglo XX y lo que experimentamos cada año del nuevo siglo es la negación misma de ese pretendido paraíso. De la bipolaridad de antaño se ha pasado al unilateralismo de la potencia hegemónica; la OTAN, que aparentaba ser la respuesta al Pacto de Varsovia, se convirtió una vez disuelto éste en una agresiva alianza militar supeditada al imperialismo de los EEUU que actúa ya en todo el mundo; mientras las fuerzas obreras y populares se iban debilitando política y sindicalmente en nuestro continente, crecía en paralelo el poder político de los partidos de derecha. La Europa que en el contexto de la Guerra Fría protegía los derechos sociales de los trabajadores ha dado paso a la Europa de los mercaderes, sometida por entero a los dictados del gran capital financiero. En definitiva, el capitalismo rampante del siglo XXI, ciego y sordo a las protestas, ha roto la espina dorsal del estado social de derecho y muestra cada día más su descarnado rostro volviendo a la voracidad de la burguesía del siglo XIX y a la miseria de las clases populares que tan bien retrató en sus novelas Charles Dickens. Veamos algunas cifras y datos que lo confirman.
Según Eurostat, el número de pobres en la Unión Europea durante 2011 se elevó a 120 millones. ¡Menudo paraíso capitalista! Con la política de recortes sociales, rebajas salariales y subidas de los impuestos indirectos emprendida en los últimos años por los gobiernos europeos, aunque no con la misma intensidad en todos ellos, las perspectivas empeoran hasta un nivel difícil de imaginar sin estallido social: de no corregirse la tendencia actual, para 2025 se estima que habrá en la Unión Europea 145 millones de pobres. Este horizonte neoliberal ha perdido su aura ideológica y mediática, y tiene ya una traza apocalíptica. En España, a la cabeza del continente en número de trabajadores en paro, tenemos ya 13 millones de pobres. Desde 2008 (gobierno PSOE) hasta hoy (gobierno PP desde 2012), el número de pobres ha aumentado en nuestro país a un ritmo de medio millón anual: otro podrido fruto del bipartidismo al que hay que añadir la corrupción que caracteriza al régimen borbónico.
Pero no podemos ocultar los efectos de la pobreza reduciéndola a una mera estadística, ya de por sí intolerable para una conciencia moral. Ser pobres en Europa significa niños malnutridos, pensionistas al borde de la miseria, pasar frío en invierno por no poder pagar la calefacción, amas de casa que no llegan a final de mes, escolares cuyos padres no pueden comprar los libros necesarios para el estudio, familias enteras que a veces pasan hambre, gente que rebusca en la basura para alimentarse …
De seguir la política antisocial implantada en España por el «socialista» Zapatero y continuada y aumentada por Rajoy con el beneplácito de la Troika financiera (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional), el porcentaje de pobres llegaría en 2025 al 42% de la población con un total de 20 millones de ciudadanos sumidos en la pobreza, es decir, uno de cada tres pobres europeos sería español: repugnante record de «la Marca España». Se constata al mismo tiempo que los ricos son cada vez más ricos y que también aumenta escandalosamente la brecha salarial entre la mayoría de los trabajadores y una minoría privilegiada. Resulta lógica la conclusión de los responsables de Intermón Oxfam que han elaborado el Informe del que he extraido los anteriores datos: «Europa y España se encaminan a una sociedad dual, mucho más pobre, más injusta y más desigual» i.
EEUU: el número de pobres equivale a la población total de España
¿Y cuál es el panorama social que sobre este problema ofrece el paradigma del capitalismo contemporáneo, los Estados Unidos de América? Según datos oficiales referidos a 2012 ii , el número de pobres se elevó a 46 millones y medio de personas, o sea, el equivalente a la población total de España, lo que representa el 15% de sus habitantes. Esto indica, según la misma fuente gubernamental, que la tasa se ha estancado, aunque respecto al año 2007 ha aumentado en 2,5 puntos. Si de la pobreza pasamos a la sanidad, el cuadro general no mejora: 48 millones de norteamericanos carecen de seguro médico privado o público, un 15,4 % de la población. A pesar de una ligera mejora estadística, el número de niños y adolescentes de la primera potencia mundial sin atención médica fue en 2012 de seis millones seiscientos mil. ¿Este es «el sueño americano» que tanto predican los grandes medios de comunicación?
La causa de estas lacras sociales no pasan desapercibidas a los observadores más clarividentes y honestos dentro de los EEUU. Así, por ejemplo, Sheldon H. Danziger ha señalado en las páginas del The New York Times (17 de septiembre de 2013) que a pesar del crecimiento económico y del aumento de los beneficios de las empresas, el índice de pobreza se mantiene inalterable en los últimos años debido al estancamiento de las rentas del trabajo. » En nuestra dorada edad de la desigualdad, el crecimiento solo es insuficiente», afirma en su artículo.
El gobierno social-liberal de Holanda declara el fin del estado del bienestar
Mientras el presidente Obama sigue con sus vanas promesas, el presidente Hollande olvida su programa electoral y aquí en España don Guindos y doña Báñez continúan mintiendo como bellacos un día sí y otro también, el rey de Holanda acaba de cantar con voz solemne el Requiem de una época: «El estado del bienestar de la segunda mitad del siglo XX ya no es sostenible«. El texto leído había sido redactado en un alarde de sinceridad por el actual gobierno de socialdemócratas y liberales, buena pareja de baile que según las encuestas es rechazada por el 80 % de la opinión pública holandesa. El apuesto y joven rey de las crónicas parece bien preparado para los nuevos y recios tiempos que se avecinan: es una de las grandes fortunas de Europa. Los demás que se las apañen como puedan en esta amenazante «sociedad participativa» (¿será por acciones en bolsa?) que es como llaman eufemísticamente a este nuevo engendro del capitalismo tardío.
Notas:
i http://www.intermonoxfam.org/sites/default/files/documentos/files/Informe%20Oxfam%20La%20Trampa%20de%20la%20Austeridad.pdf
ii http://www.census.gov/newsroom/releases/archives/income_wealth/cb13-r165sp.html
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