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Crítica de Cine: Boom' de Películas Orientales en Latinoamérica

Desafiante y oblicua mirada

Fuentes: Tiempos del Mundo

El éxito actual de una modesta pero hermosa película china, Balzac y la pequeña costurera, de Dai Sijie, en varios países latinoamericanos sirve para destacar un fenómeno que poco a poco ha ido imponiéndose en una cartelera asaltada por los grandes estrenos de Hollywood: el ‘boom’ de las películas orientales (de China, Hong Kong, Taiwan, […]

El éxito actual de una modesta pero hermosa película china, Balzac y la pequeña costurera, de Dai Sijie, en varios países latinoamericanos sirve para destacar un fenómeno que poco a poco ha ido imponiéndose en una cartelera asaltada por los grandes estrenos de Hollywood: el ‘boom’ de las películas orientales (de China, Hong Kong, Taiwan, Vietnam, Japón, Corea y otros países de esa zona del mundo), con historias risueñas, dramáticas, tensas, joviales, tiernas, eróticas y elegantes que, distribuidas por casas independientes, alejadas de los grandes estudios, ayudan a formar otro concepto entre los espectadores, especialmente los jóvenes.

Durante estos años, los latinoamericanos han sido sorprendidos por ese tipo de cine. Entre los primeros títulos que iniciaron la tendencia se destacan Banquete de bodas, Comer, beber, hombre y mujer o El tigre y el dragón. De ahí en adelante han sido muchos los filmes que han conquistado espectadores en esta parte del mundo. Y con esos antecedentes, y espectadores predispuestos, era natural que Balzac y la pequeña costurera despertara tanto entusiasmo.

Basada en la novela del director Dai Sijie, comienza con una escena que marca el tono de la película y se convierte en una risueña e inteligente metáfora sobre la libertad, la creación, la condición humana, y las ganas de sobrevivir que alientan a los dos muchachos, protagonistas de este drama que tiene elementos cómicos y cotidianos.

Principios de los años setenta. Es plena Revolución Cultural. Dos adolescentes, Luo y Ma, hijos de intelectuales perseguidos por el gobierno, llegan a la región lejana del Tibet para ser sometidos a un proceso de reeducación; es decir, para sacarlos del ambiente en que han vivido y convertirlos en maoístas adictos. Tienen que olvidarse de las escasas comodidades que compartían con sus padres, desprenderse de sus lecturas, sus conciertos, sus películas y sobre todo, sus ganas enormes de aprender y crecer.
Los dos jóvenes, enamorados de la nieta del sastre del pueblo, un anciano delgado y paciente, le enseñarán a leer utilizando los confiscados libros de Balzac, Dumas, Flaubert, Gogol y Tolstoi, entre otros, en un doble proceso de aprendizaje: se reacomodan a las enseñanzas maoístas y liberan el espíritu de la chica con esos relatos, que comparten en el silencio de la madrugada, a la luz de una vela. La música y los libros los redimen, los hacen más libres hasta cuando el destino se impone y las escenas finales son conmovedoras.

Balzac y la pequeña costurera se ha convertido en un éxito notable en un mercado que poco a poco descubre el lenguaje, el ritmo, el universo, la música, los sabores, los olores y todas las sensaciones de un cine oriental. Es una mirada oblicua, inteligente.

http://www.tdm.com/ArteyCultura/2006/04/20060420-682318.htm