América Latina y el Caribe (ALC) viene transitando tiempos de crecimiento de la economía y que no se reflejan con equidad en la distribución del ingreso. La pobreza y el desempleo continúan siendo parte de las asignaturas pendientes en toda la región. Según la CEPAL, para fines del 2005 se registran unos 216 millones de […]
América Latina y el Caribe (ALC) viene transitando tiempos de crecimiento de la economía y que no se reflejan con equidad en la distribución del ingreso. La pobreza y el desempleo continúan siendo parte de las asignaturas pendientes en toda la región. Según la CEPAL, para fines del 2005 se registran unos 216 millones de pobres, un 40,6% de la población y entre ellos son indigentes 88 millones, el 16,8% de los habitantes. El desempleo se mantiene en torno del 9,5% y no es flexible a la baja en los últimos años. El ciclo de crecimiento vuelve a ratificar que ello no es una condición suficiente para el desarrollo integrado y que el fenómeno expresa la acumulación capitalista y la concentración de riqueza, ganancias y poder. Una parte de la expansión económica se explica por las condiciones expansivas de la economía mundial y especialmente por la demanda internacional de productos generados en la región por parte de EEUU y China. Las dos potencias actúan hoy como sostenedoras de un crecimiento global que consolida la situación de dominación transnacional del capital, junto a un crecimiento notable de la desigualdad mundial. Es por ello que conviene discutir sobre los beneficiarios del aumento del Producto en nuestros países. Otra parte del crecimiento se explica por los cambios políticos operados, donde las movilizaciones populares y los resultados electorales instalaron un discurso crítico contra las políticas hegemónicas de cuño neoliberal imperantes en los 90´ del siglo pasado. Aunque las políticas económicas ejecutadas no reflejan el discurso crítico, pues en esencia se mantienen las orientaciones privatistas y de mercantilización de la vida cotidiana, la iniciativa política de los pueblos constituyen un dato relevante en la formulación y ejecución de proyectos económicos en ALC.
Según datos de la CEPAL, las proyecciones de la economía regional para el 2005 son menores que las del 2004, aunque mantienen un rango superior a las del crecimiento mundial, que oscilan entre el 2,5% y el 3%. ALC crecerá al 4,4%. La disminución contra el año anterior se vincula con la desaceleración y la normalización de algunos países que presentaron fuerte crecimiento en años anteriores, y que venían de procesos recesivos, tal como Uruguay, Argentina y Venezuela. En el Cono Sur es donde está previsto el mayor crecimiento relativo con un 6%. Por debajo del promedio están México y Centro América con el 3,7% y el Caribe con el 4%. Con expansión similar a la media están los países de la Comunidad Andina. La inflación se proyecta en retroceso, cercana al 6,6% contra un 7,4% del 2004. El tema es importante ya que el ascenso de los precios potencia la regresiva distribución del ingreso afirmando los problemas sociales antes mencionados. El problema a remarcar es que desde la política económica ha ganado posiciones en la región las «metas de inflación», que empujan los sectores más conservadores de la banca central regional como instrumento eje de las políticas monetarias. La tendencia a la restricción de la circulación de dinero y el encarecimiento del crédito perturba toda orientación redistributiva, retarda procesos de recuperación y reactivación y consolida la estructura económica y social regresiva profundizada bajo el apogeo neoliberal. Los precios siguen creciendo por imperio de servicios regulados y privatizados, como forma de asegurar los intereses del capital transnacional asentado en ese estratégico sector. Son también causa inflacionaria los precios internacionales de alimentos, especialmente de algunos de gran demanda como la soja, la carne o los lácteos y por supuesto el petróleo, que se muestra con límites estructurales a reducir sus cotizaciones luego de la última escalada de años recientes. Es en la baja de los salarios, en la precariedad de los empleos y en la tendencia a la informalidad laboral, que junto a elevadas tasas de desocupación y subocupación, se manifiestan los procesos de afirmación de la desigualdad social y la agudización de la explotación de los trabajadores, todo lo cual impacta negativamente en los pequeños y medianos productores y empresarios. El balance de bienes se proyecta en positivo y mayor al obtenido en 2004, que fue del orden de los 52.000 millones de dólares, con el dato concreto que las rentas pagadas al resto del mundo desde ALC supera ese monto y ronda los 58.000 millones de dólares en los últimos dos años. Expresa así la confirmación de una recurrente tendencia de acumulación del capital al exterior de la región. Es que aunque aumente en forma importante las exportaciones, tal como lo demuestran las cuentas públicas de varios de los países, ello no redunda en procesos de reinversión, más bien lo contrario. La dependencia es un fenómeno que se afirma bajo las nuevas condiciones del desarrollo capitalista en este inicio del Siglo XXI.
Más allá de las cifras (oficiales) la realidad económica de la región manifiesta múltiples conflictos y desafíos. Conflictos por achicar y eliminar la desigualdad, la explotación y mejorar la calidad de vida induciendo políticas de calidad en el gasto social. Solo Venezuela, en el camino histórico de Cuba, ofrece resultados concretos en materia de salud y educación (territorio libre de analfabetismo según la ONU). En los demás casos se mantiene el déficit social en forma alarmante. ALC ha mejorado su productividad y resiste un proceso necesario de distribución del ingreso y la riqueza. Ambas cuestiones son parte de la demanda de los trabajadores y los pueblos movilizados y que aún no se expresa en reformas fiscales progresivas y menos en reestructuraciones de la propiedad o de las relaciones sociales en materia de producción y distribución. Los Estados mantienen su funcionalidad a la demanda de seguridad jurídica y rentabilidad del capital hegemónico y dominante, que se expresa entre otros ejemplos en el conflicto entre Uruguay y la Argentina, o entre éste y Brasil a propósito de las relaciones comerciales. También se manifiesta en los acuerdos para satisfacer al poder global en el reciente pago de las deudas públicas con el FMI por parte de Brasil y Argentina por 25.000 millones de dólares aproximadamente. El desafío pasa por una construcción alternativa y que asocie discurso oficial con la demanda social extendida por construir otro mundo posible. Ello supone cambios al interior de cada país y una articulación económica diferente en el sentido que anticipa el ALBA, la Alternativa Bolivariana para las Américas. Es una cuestión económica que no puede pensarse al margen de la política. El momento es adecuado para pensarlo, pues si hasta hace poco el único actor con iniciativa política era el capital concentrado, las clases dominantes y el ejercicio omnipotente del imperialismo, ahora es manifiesta la iniciativa política popular para disputar el rumbo social y económico que asegure calidad de vida al conjunto de la sociedad.
Buenos Aires, 10 de marzo de 2006