Es bien sabido que tras las batallas de la historia siguen indefectiblemente las de la historiografía, y probado queda mil veces que los vencedores de las primeras disfrutan de gran ventaja en las segundas. Así se robustecen los mitos identitarios y todo se termina ajustando a esquemas de fácil digestión, que son pregonados en museos y academias. Sólo un duro trabajo, de tediosa acumulación de datos y contraste de fuentes, con paciencia y determinación, alumbrará al fin algo que narre mejor el pasado. El libro que nos ocupa aplica exactamente esta metodología para desmontar mitos sobre la guerra civil en Cataluña que se prodigan en la historiografía al uso. La precisión del análisis aporta una nueva imagen de lo ocurrido en unos meses decisivos.
La trayectoria de Antonio Martín Escudero, bautizado despectivamente como “El cojo de Málaga” por los mismos que lo calumnian, es un buen exponente de los “excesos anarquistas” en la Cataluña en guerra. Un relato ejemplar, si fuera cierto. Las 670 páginas, que incluyen 26 anexos documentales, de Nacionalistas contra anarquistas en la Cerdaña (1936-1937) de Antonio Gascón y Agustín Guillamón (Descontrol, 2018) se encargan pormenorizadamente de poner al descubierto la maraña de mentiras tejida en torno a este hombre. La imagen que de él nos queda tras la lectura es bien diferente a la leyenda oficial, y trae enseñanzas que no pueden dejar de ser provechosas en un momento en que el mismo nacionalismo que se ceba con él sigue convocando a los incautos con cantos de sirena.
Antonio Martín: un anarquista en el ojo del huracán
El protagonista principal de los hechos que se estudian nació en Belvis de Monroy (Cáceres) en enero de 1895, pero muy joven lo encontramos ya en Cataluña, integrado en el grupo Los solidarios y afanosamente dedicado al contrabando de armamento con fines revolucionarios. Tras su exilio en Francia durante la dictadura de Primo, en 1934 está de vuelta y participa en la intentona de octubre de ese año, lo que le acarrea un breve paso por la cárcel. Trabaja luego en diversos oficios en la Cerdaña y se convierte en destacado militante de la CNT, con lo que a partir de julio de 1936 capitanea el Comité de Puigcerdá, que toma el control de la población y la frontera. Cuando éste trata de rebajar los precios agropecuarios con el fin de atender al aprovisionamiento de las ciudades, el conflicto se torna inevitable con los pequeños propietarios, que bien organizados en la localidad próxima de Bellver, dominada por ERC, van a plantarle cara.
La tensión va en aumento e incluye recelos y hostigamientos sin mayores consecuencias hasta que el 27 de abril de 1937 Antonio Martín tiene la mala idea de acudir a Bellver para discutir la situación y es asesinado junto a varios compañeros en una emboscada. Estas muertes, que sirven de alguna forma de preludio a los Hechos de mayo en Barcelona, marcan el comienzo de una ofensiva en toda regla contra los libertarios, que lleva aparejada la destrucción de la estructura cooperativa establecida. Como resultado de esto, en septiembre de 1937 puede decirse que la CNT ha desaparecido como organización en la Cerdaña.
Los datos del nuevo relato
Los autores recopilan información que les permite alumbrar una interpretación de lo ocurrido entre 1934 y 1937 bien diferente de los mitos al uso. Un hecho importante es que en las elecciones municipales de enero de 1934 las derechas ganaron en Puigcerdá, y tras la intentona nacionalista de octubre, sus prohombres más destacados participaron en la represión de los militantes de ERC sublevados. Esto resultó determinante para que en julio de 1936 fueran estos mismos catalanistas los que lideraran la purga de derechistas. Es una constante en la historiografía oficial responsabilizar a Antonio Martín de estos crímenes, pero los datos disponibles demuestran lo arbitrario e infundado de estas acusaciones y señalan a los verdaderos culpables.
También se aportan detalles sobre la experiencia libertaria de Puigcerdá, que se materializó en cuestiones tan variadas como economía y moneda, milicias, orden público, enseñanza o liberación de la mujer, y fue liderada, en ausencia de poder estatal, por los ácratas con el apoyo del Comité de los carabineros acuartelados en la población. Es una historia de conquistas sociales que ha quedado enterrada por la red de falsedades tejida contra los anarquistas, pero que resplandece en la documentación y los testimonios expuestos, algunos de ellos de libertarios franceses que acudieron a solidarizarse y canalizar la ayuda del país vecino al proceso revolucionario.
Tras el fracaso del golpe de los catalanistas contra Companys en noviembre de 1936, las Milicias Pirenaicas constituidas por éstos como embrión de su futuro ejército, pasaron a tener como objetivo prioritario la lucha contra la revolución que los anarquistas estaban llevando a cabo. Así fue cómo a partir de febrero de 1937 la burguesía de Bellver decidió enfrentarse, con las espaldas bien cubiertas, a las directrices colectivizadoras que se trataban de promover desde Puigcerdá, aunque no fue hasta finales de abril cuando todo se precipitó en el marco de la ofensiva generalizada que culminó en los Hechos de mayo barceloneses.
Una revisión de los relatos historiográficos sobre el asesinato de Antonio Martín muestra, junto a discrepancias menores, la repetición obsesiva de mentiras fácilmente rebatibles. La nueva documentación aportada, que incluye asépticos informes de la policía francesa, pone palmariamente al descubierto la realidad de la emboscada y los crímenes alevosos de aquel 27 de abril, y demuestra que el número de milicianos llegados a Bellver y sus intenciones han sido tercamente tergiversados. La represión posterior del anarquismo en la región dejó ejecuciones extrajudiciales, como la de seis obreros indefensos en la Serradora el 11 de junio. El libro describe en detalle la restitución del antiguo régimen en Puigcerdá tras el asesinato de Antonio Martín y sus compañeros.
Archivos contra leyendas
En Nacionalistas contra anarquistas en la Cerdaña (1936-1937), el “brutal cojo de Málaga”, personaje entrañable y paradigmático de la historiografía académica, se desdibuja a través de la minuciosa recopilación de viejos papeles que han realizado Antonio Gascón y Agustín Guillamón. El retrato que emerge, y sustituye a la caricatura, es el de un hombre que cometió el crimen de liderar la lucha de los desposeídos por un mundo más justo, y trató vanamente de paliar el hambre de las ciudades poniendo en peligro los intereses de los especuladores. Su proyecto emancipador amenazaba demasiados privilegios en aquel caos que era la Cataluña en guerra, y caros le hicieron pagar sus intentos.
Tenemos claro que patriotas y propietarios no van a dejar fácilmente de atropellar y tergiversar en defensa de sus delirios identitarios y en salvaguarda de sus patrimonios. Dicen que la historia se repite, y tristemente es la ignorancia el lubricante de esas repeticiones. Conocer casos tan emblemáticos de manipulación como el que se nos describe en este libro será el mejor acicate para cuestionar la densa mentira que llueve, como agua sagrada, de púlpitos mediáticos y académicos. “A las mentiras se las derrota con la verdad; a los mitos y a la leyenda negra con los archivos.”
Blog del autor: http://www.jesusaller.com/