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Desplomes bursátiles y peligros desatendidos

Fuentes: La Jornada

 Los descalabros bursátiles ocurridos a escala internacional en la semana que concluye -que se reditaron la jornada de ayer en las principales bolsas del mundo- han puesto de relieve la persistencia de riesgos desatendidos e indeseables, que apuntan a un recrudecimiento de la crisis económica vigente. Ayer, desde Wasington, el presidente de Estados Unidos, Barack […]

 
Los descalabros bursátiles ocurridos a escala internacional en la semana que concluye -que se reditaron la jornada de ayer en las principales bolsas del mundo- han puesto de relieve la persistencia de riesgos desatendidos e indeseables, que apuntan a un recrudecimiento de la crisis económica vigente.

Ayer, desde Wasington, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, sostuvo que las autoridades de ese país investigan la actividad inusual de la víspera en los mercados bursátiles, luego de que el pasado jueves las acciones de la bolsa de Nueva York se desplomaron casi mil unidades durante 20 minutos, en lo que inicialmente fue atribuido a la pifia de un operador bursátil en Chicago. Error o no, lo cierto es que en esa jornada el índice Dow Jones sufrió su peor caída en una sola sesión desde el crash bursátil de 1987.

La caótica jornada de anteayer en Wall Street complementó una semana marcada por los temores de que la crisis griega contagie a otras economías de Europa, particularmente las de España y Portugal, a pesar del multimillonario plan de rescate anunciado el pasado martes por el Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea, que ascenderá a 110 mil millones de euros.

En la circunstancia presente, es claro que la respuesta de los gobiernos ante la crisis no ha sido adecuada: pese a que las consideraciones lógicas y éticas más elementales aconsejaban llevar a cabo una reformulación del modelo económico vigente, a efecto de terminar con el libertinaje que persiste en los mercados bursátiles e introducir elementos de control y racionalidad en el sistema financiero internacional, las autoridades estadunidenses y europeas han sido incapaces de emprender tales tareas y se han concentrado en aplicar meros paliativos.

Tal actitud salió a relucir ayer nuevamente durante una reunión de emergencia en Bruselas, en la que los jefes de Estado de las 16 naciones que integran la Eurozona cerraron filas en torno al plan de salvamento griego, no obstante que varios analistas coinciden en señalar que esa ayuda -cuyo correlato es un agresivo programa estatal de austeridad que mermará salarios, incrementará impuestos y afectará el poder adquisitivo de la población- no acabará por resolver los problemas económicos de ese país. De hecho, el anuncio de la multimillonaria operación de salvamento tuvo, según puede verse, un efecto contrario al esperado, y lejos de tranquilizar y estabilizar los mercados terminó por azuzarlos, al mostrar el calado de la fisura existente en la economía de la nación mediterránea.

En la circunstancia actual, se antoja difícil que medidas como las referidas tengan impacto favorable en la estabilización de la economía internacional, en tanto no se erradiquen prácticas nocivas e irresponsables como las que llevaron a la crisis económica internacional en curso. Es significativo, al respecto, que el repunte observado en el primer trimestre de este año en los principales indicadores bursátiles del mundo se haya visto apalancado en buena medida por operaciones especulativas como las que dieron origen al colapso financiero de finales de 2008, según reconoció en semanas recientes el rotativo estadunidense The Wall Street Journal.

Ante los elementos de juicio mencionados, es claro que en la medida en que los gobiernos -empezando por Washington y Bruselas- no reconozcan el carácter impostergable de una regulación financiera profunda a escala internacional, no habrá paquete que alcance para evitar turbulencias financieras, bursátiles y económicas.

http://www.jornada.unam.mx/2010/05/08/index.php?section=opinion&article=002a1edi