Ya no sacan nada con hacerse los suecos . La llamada «clase política» está en plena decadencia. El juez Pedraz dio justo en la diana. La opinión pública en una abrumadora mayoría -sobre el 77 por ciento, según una reciente encuesta de Metroscopia- respalda la protesta ciudadana «Rodea el Congreso». Un plante con todas las […]
Ya no sacan nada con hacerse los suecos . La llamada «clase política» está en plena decadencia. El juez Pedraz dio justo en la diana. La opinión pública en una abrumadora mayoría -sobre el 77 por ciento, según una reciente encuesta de Metroscopia- respalda la protesta ciudadana «Rodea el Congreso». Un plante con todas las de la ley contra una élite política que sigue inconmovible aplicando las recetas de Frau Merkel.
Da vergüenza ajena cierto «poeta» que es dirigente del partido de Llamazares autodenominado «Izquierda Amplia». El susodicho sostiene que acusar a los políticos profesionales es reaccionario. Pues no. En el caso de la actual España es luchar por el cambio, es revolucionario. Quienes han estado combatiendo en las calles no se confunden. Han identificado claramente a los enemigos del pueblo; la banca y aquellos políticos que les sirven.
Los indignados, que sólo ayer recibieron hipócritas adulaciones, han dado un paso de gigante al proponer un proceso constituyente. Esta propuesta sí que es manera de hacer política con mayúscula y no aquel caduco filibusterismo de Rajoy y Rubalcaba.
Se trata de hacer una nueva constitución desde abajo y con los de abajo.Que quede claro. Esto último es una condición «sine qua non» para que la Constitución sea de todos y por ningún motivo sea el resultado de una componenda entre los carcamales de la «petite politique».
Son otros los tiempos que corren. El movimiento «del pueblo constituyente» que irrumpe el 25S no quiere reformas constitucionales hechas en una Termomix , a la medida del poder constituido. La idea fuerza que los mueve es una revolución democrática que de nacimiento a una democracia participativa. Entre otros temas proponen limitar sustancialmente el rol de los «representantes» para impedir la repetición de la partidocracia.
En la vieja Europa las actuales instituciones hacen agua por todos lados. El dogal de la austeridad ,que la banca y las finanzas utilizan para salvarse, se puede transformar en breve en la soga de la cual cuelgue la Europa del capital.
Solo ayer la prensa anunciaba que en la mismísima Comisión Europea un grupo de burócratas estudia el como hacer una nueva Constitución para Europa. Pero, claro tienen mucho miedo a perder sus prebendas . Por eso desde ya advierten que es peligroso que los pueblos opinen sobre «materias tan delicadas» y busca una salida «consensuada».
Los políticos profesionales autóctonos pretenden seguir un camino parecido. Si siguen escondiéndose bajo el mantra de «representar al pueblo» están derrotados de antemano. Ya no basta la «representación» , que por cierto su sinónimo es actuación. (Algo a lo que se han mal acostumbrado nuestra desprestigiada elite política).
Vivimos la era de la interactividad , de las redes , de la participación, de la colaboración. Una era que ha creado la base material para una democracia real y los medios técnicos para una participación activa de los ciudadanos sin más mediación que la estrictamente necesaria.
Finalmente un modesto consejo para una elite política que se niega a cambiar. No olvidéis que después del despotismo ilustrado vino la revolución francesa.