LLoyd George En sesión plenaria, Lloyd George respondió de una manera que dice mucho: «Rusia puede en manera abundante obtener ayuda, pero si quiere obtenerla, no es necesario que se lo tome de esa manera, y que tenga, en cierto modo, el aire de provocar y ultrajar expresamente los sentimientos, apelan a los prejuicios, […]
LLoyd George
En sesión plenaria, Lloyd George respondió de una manera que dice mucho:
«Rusia puede en manera abundante obtener ayuda, pero si quiere obtenerla, no es necesario que se lo tome de esa manera, y que tenga, en cierto modo, el aire de provocar y ultrajar expresamente los sentimientos, apelan a los prejuicios, los sentimientos de una vasta mayoría de gente (…)
He hablado de prejuicios. Les citaré dos o tres, puesto que fueron pisoteados en vuestro memorando del 11 de mayo. En Europa occidental, cuando un hombre vende una mercadería a otro, tiene un prejuicio curioso: le gusta que le paguen. Otro prejuicio es este: si un hombre presta dinero a su vecino, a su demanda, contra una promesa de reembolso, él espera que le paguen. Y todavía otro prejuicio: si ese vecino va a verlo y le pide de nuevo ayuda, naturalmente, el primero le pregunta: «¿Realmente tiene intención de reembolsarme? Págueme primero lo que le he prestado.» Si a eso, el prestatario responde: «Pero mis principios no me permiten pagar», aunque le parezca muy extraño a la delegación rusa (armonizar mayúsculas/minúsculas), ese occidental está tan lleno de prejuicios que, muy probablemente, no le querrá volver a prestar dinero. No es una cuestión de principios -sé que son principios revolucionarios- pero fuera de Rusia, ¿qué le vamos a hacer?, ¡hay gente rara, con ideas muy raras! Y si ustedes quieren tener negocios con nosotros, nos tienen que tomar como somos. Esas son ideas que, de alguna manera, hemos mamado, que heredamos de generaciones de antepasados honestos y laboriosos, y aquí deseo advertir a la delegación rusa que no tiene que esperar, en esta ruta que tomaremos juntos hacia la paz final, que dejaremos caer sin más nuestros prejuicios al borde de la ruta. Esos prejuicios, esas ideas, hunden sus raíces profundamente en el suelo de la Europa occidental. Hace miles de años que están arraigadas allí. (…) Cuando ustedes escriben a alguien para obtener nuevas sumas de dinero, no es realmente el medio para lograrlo el de consagrar la mayor parte de vuestra carta a una sabia disertación para justificar el repudio de las deudas. No es eso lo que los ayudará a obtener créditos . Puede ser que sea una doctrina muy sólida, pero no es diplomática. (…) Para terminar, les quería implorar, hablando como un hombre que ha estado siempre a favor de la idea de ir en ayuda de esta noble nación, pedirle [a la delegación rusa], cuando venga a La Haya, dejar de buscar cómo pisotear nuestras ideas de Occidente.» 1
La respuesta de Chicherin:
Después de haber deplorado haber «sido impedidos de plantear ante la Conferencia la cuestión del desarme», respondió a Lloyd George: «El Sr. Primer Ministro de la Gran Bretaña me dice que si mi vecino me ha prestado dinero, yo debo pagarle, y bien estoy de acuerdo en ese caso, buscando la conciliación, pero cuando agrego que si ese vecino ha irrumpido en mi casa y, habiendo matado a mis hijos, rompió mi mobiliario, quemó mi casa, él debe, por lo menos, comenzar por restituirme lo que destruyó.» 2
Es necesario precisar también que en el curso de la negociación del resto de la agenda de la Conferencia de Génova, la delegación soviética intervino varias veces para que fueran tomadas decisiones con el fin de organizar un desarme general. Francia había reaccionado violentamente, rechazando pura y llanamente que ese punto fuera discutido. Para el Gobierno de Francia, no era cuestión de reducir los gastos de armamento. Por supuesto, esa orientación estaba a mil leguas de la del pueblo francés, pero se tenía que lidiar con un Gobierno belicista de derecha que dirigía su agresividad, a la vez, contra Alemania y contra Rusia (sin hablar de los pueblos colonizados). En 1921, Francia había aún ensayado establecer una alianza con Rumanía (que había anexado Besarabia, una parte del antiguo imperio ruso) y Polonia dirigida en contra de la Rusia soviética. Francia pensaba declarar con esos dos países la guerra a la Rusia soviética. 3
Por otro lado, la delegación soviética había propuesto que todas las naciones fueran invitadas a la Conferencia de Génova, era necesario, en especial, que los pueblos colonizados pudieran estar presentes directamente. También las organizaciones obreras habrían tenido que ser invitadas. La delegación soviética criticaba las propuestas generales en materia económica.
Chicherin declaraba que «El capítulo VI del Informe de la Comisión económica, en lo que se refiere al trabajo, se abre por la constatación general de la importancia del concurso de los trabajadores para la restauración económica de Europa. Sin embargo, no encontramos nada sobre lo que sería más necesario para los trabajadores, no encontramos ninguna mención de legislación de protección obrera, fuera de la cuestión del desempleo; tampoco encontramos ninguna propuesta concerniente a las cooperativas, a pesar de que éstas sean un instrumento de primer orden para la mejora de las condiciones del trabajador. Es lamentable, en alto grado, que en el curso de los trabajos de la primera Subcomisión las propuestas relativas a las cooperativas hayan sido descartadas. Pero aún hay más: el artículo 21, que menciona las convenciones de la Conferencia del trabajo de Washington, prive a esas convenciones de una gran parte de su importancia práctica al consagrar el derecho de los participantes a no ratificarla. Ese hecho que la delegación rusa se esforzó en eliminar, se explica por el deseo de algunos gobiernos, como Suiza, de no adoptar la jornada de 8 horas. La delegación rusa considera la jornada de 8 horas como el principio fundamental del bienestar del trabajador, y nuestra delegación eleva una objeción formal contra la libertad explícitamente dada a los gobiernos para no aplicarla.» 4
Ante el fracaso de las negociaciones de Génova, las potencias convocantes y Rusia se pusieron de acuerdo para volverse a ver un mes después en La Haya con el fin de tratar de llegar a un acuerdo de última oportunidad. La cita tuvo lugar, pero también terminó en un fracaso el 20 de julio de 1922. Francia y Bélgica apoyadas, esta vez entre bastidores, .por Washington que estaba ausente, habían endurecido aún más su posición. 5
Traducido por Griselda Piñero
Notas:
1 Op. Cit., p. 118.
2 Op. Cit., p. 140
3 Véase Carr, Op. Cit.,T. 3.
4 Génova, Op. Cit., p. 92
5 Carr, Op. Cit., T. 3.
Parte 1: Rusia: el repudio de las deudas en el núcleo de las revoluciones de 1905 y de 1917
Parte 2: De la Rusia zarista a la revolución de 1917 y al repudio de las deudas
Parte 3: La revolución rusa, el repudio de las deudas, la guerra y la paz
Parte 4: La revolución rusa, el derecho de los pueblos a la autodeterminación y el repudio de la deuda
Parte 5: La prensa francesa a sueldo del Zar
Parte 6: Los empréstitos rusos no mueren nunca
Parte 7: El gran juego diplomático alrededor del repudio de las deudas rusas
Parte 8: En 1922, nuevo intento de las potencias acreedoras de someter a los sóviets
Parte 9: El contraataque soviético: el Tratado de Rapallo de 1922
Parte 10: En Génova (1922), las contrapropuestas soviéticas frente a las imposiciones de las potencias acreedoras
Eric Toussaint es maître de conférence en la Universidad de Lieja, es el portavoz de CADTM Internacional y es miembro del Consejo Científico de ATTAC Francia. Es autor de diversos libros, entre ellos: Procès d’un homme exemplaire , Ediciones Al Dante, Marsella, 2013; Una mirada al retrovisor: el neoliberalismo desde sus orígenes hasta la actualidad , Icaria, 2010; La Deuda o la Vida (escrito junto con Damien Millet) Icaria, Barcelona, 2011; La crisis global , El Viejo Topo, Barcelona, 2010; La bolsa o la vida: las finanzas contra los pueblos , Gakoa, 2002. Es coautor junto con Damien Millet del libro AAA, Audit, Annulation, Autre politique , Le Seuil, París, 2012. Este último libro ha recibido el premio Prix du livre politique, otorgado por la Feria del libro político de Lieja. Ultimo libro: Bancocracia Icaria Editorial, Barcelona 2015. Es coordinador de las publicaciones Comisión de la Verdad Sobre la Deuda.