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Diálogo imaginario entre dos disparos y una carta sobre la dignidad de los siglos olvidados

Fuentes: Rebelión

A la memoria de Alexis, Dimitris y Paco.

Primer disparo: Alexis Grigoropoulos es asesinado por la policía (diciembre de 2008)

 

Emmy Christoulas, hija de Dimitris Christoulas, lee la carta abierta de los amigos de Alexis (Alexandros Grigoropoulos, joven estudiante griego asesinado por la policía en las movilizaciones de diciembre de 2008).

 

¡No disparéis contra nuestros sueños!

¡Somos vuestros hijos! ¡Los famosos desconocidos!

¡Queremos un mundo mejor!

Ayudadnos. No somos terroristas, «encapuchados», «ignorados como de costumbre».

¡Recordad!

Vosotros también fuisteis jóvenes.

¡Ahora sólo perseguís ganar dinero, os interesan sólo las «vitrinas», habéis engordado, os habéis quedado calvos, habéis olvidado!

Esperábamos vuestro apoyo

Esperábamos que os ibais a interesar y nos sentiríamos orgullosos de vosotros.

¡Inútilmente!

Vivís una vida falsa, habéis escondido la cabeza, os habéis plegado y sólo esperáis el día de vuestra muerte.

No sois imaginativos, no os enamoráis, no creáis nada.

Sólo vendéis y compráis.

Cosas y objetos por todos lados.

No hay amor ni verdad por ningún lado.

¿Dónde están los padres?

¿Dónde están los artistas?

¿Por qué no salen a defendernos?

¡Nos matan!

Ayudadnos a los jóvenes.

Postdata: No lancéis más lacrimógenos que ya lloramos nosotros.

 

Segundo disparo: Dimitris Christoulas se suicida en la Plaza Syntagma frente al parlamento griego (4 de abril de 2012)

 

 

Emmy Christoulas lee la carta que su padre llevaba en el bolsillo cuando se quitó la vida de un disparo.

 

«El Gobierno de Tsolakoglou ha aniquilado toda posibilidad de supervivencia para mí, que se basaba en una pensión muy digna que yo había pagado por mi cuenta sin ninguna ayuda del Estado durante 35 años. Y dado que mi avanzada edad no me permite reaccionar de otra forma (aunque si un compatriota griego cogiera un kalashnikov, yo le apoyaría) no veo otra solución que poner fin a mi vida de esta forma digna para no tener que terminar hurgando en los contenedores de basura para poder subsistir. Creo que los jóvenes sin futuro cogerán algún día las armas y colgarán boca abajo a los traidores de este país en la plaza Syntagma, como los italianos hicieron con Mussollini en 1945».

 

Emmy Christoulas se dirige al pueblo griego. A su lado está el grupo de amigos de Alexis

 

«La nota escrita a mano de mi padre no dejaba lugar a interpretaciones erróneas. Él ha sido un activista de izquierdas durante toda su vida, un visionario desinteresado. .Este acto específico de su final es un acto político consciente, totalmente coherente con sus creencias y acciones durante su vida. En nuestro país, Grecia, están causando la muerte de lo obvio .Para algunos, para «los hijos rebeldes de la quimera», en tal situación, el suicidio pareces ser el acto obvio, no como una huida, sino como un grito que despierta. Por esta razón, el suicidio adquiere otro significado, el significado de esa canción que nosotros cantamos por primera vez juntos, en el concierto de nuestro amado MikisTheodorakis, en 1975, la canción que siempre cantaba en nuestras propias celebraciones y para nuestros propios muertos (…) Ve a dormir padre y yo me estaré dirigiendo a mis hermanos y hermanas con tu voz. Esta es la única cosa que estaba soñando para la juventud y creo que lo has logrado. En el sitio donde lo dejó, hay una nota de un joven: «El nombre del muerto hoy es la democracia (…) Pero hay 11 millones de nosotros que todavía estamos vivos y nuestro nombre es la resistencia».

 

Suena la canción de Mikis Theodorakis con letra del poeta Yannis Ritsos «No llores el helenismo»

 

No llores por los griegos cuando lo veas doblegarse,/ no llores a Grecia cuando se arrodille./ Tiene un cuchillo en la espalda, una correa al cuello./No llores el helenismo./ ¡Mírala cómo se agita!/ ¡Mira! Se revuelve de nuevo,/ se enfurece, ruge/ y hiere a la fiera/ con el arpón del sol./

 

 

Al otro lado del Mediterráneo, en un rincón de una tarde en la ciudad de Barcelona, un hombre digno, militante de izquierdas como Dimitris, agotado por la enfermedad (escribió Primo Levi: ¿Y un hombre?, ¿no es triste un hombre?/ Si vive largo tiempo en soledad./ Si piensa que ha llegado su hora/ También un hombre es una cosa triste)escucha el ajetreo de su hijo Eloi en la cocina de casa. Sonríe. Y escribe un correo a un amigo: «Gracias, Salva. Sí, leí la carta de la hija de D.Ch. [Dimitris Christoulas]. En El País de hoy sale un buen artículo de Almudena Grandes sobre el asunto. Ya la noticia del suicidio, con la nota que dejó, me conmocionó. Y realmente es uno de esos acontecimientos que hacen pensar en cosas en las que casi nunca pensamos: es la misma Grecia de la que estaban enamorados los alemanes cultos de todos los siglos… pero también son los mismos Irak e Irán, donde nacieron casi todas las leyendas importantes de la historia de la humanidad. Pues bien: fuera del euro, fuera de Europa, fuera de la historia universal… Y alguien tiene que matarse para decirnos con su muerte algo así como que esto es la vieja dignidad de los siglos olvidados. Parece que tenían razón los marxistas que decían que el capitalismo niega por completo la historia… Me gustaría estar bien y poder concentrarme al pensar estas cosas.»

 

Suena otra canción de Mikis Theodorakis con poema de Yannis Ritsos:

Epitafio:

 

«Al valiente que ha caído con la cabeza alta…/ La tierra húmeda no lo cubre,/ los gusanos no lo devoran;/ La cruz es como un ala sobre su espalda./ Se eleva cada vez más alto/ y encuentra a las águilas y los ángeles dorados.»

 

 En un lugar del mundo llamado Jaén desde la cola ya de este mes de agosto que nos abandona con sus zarpazos dejándonos aún más a la intemperie