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Dieudonné, Judit y Simone Weill en la isla de Cuba

Fuentes: Rebelión

1. Dieudonné En Francia tenemos a un artista excepcional, llamado Dieudonné, o sea «Regalo de Dios»; por haberse burlado de los judíos «ortodoxos» sionistas en un show cómico por televisión, excepcional ejemplo de valentía, es objeto de una fatwa sistemática, a través de organizaciones de «lucha contra el antisemitismo» y de grupos paramilitares impunes: le […]

1. Dieudonné

En Francia tenemos a un artista excepcional, llamado Dieudonné, o sea «Regalo de Dios»; por haberse burlado de los judíos «ortodoxos» sionistas en un show cómico por televisión, excepcional ejemplo de valentía, es objeto de una fatwa sistemática, a través de organizaciones de «lucha contra el antisemitismo» y de grupos paramilitares impunes: le han amenazado, le han anulado espectáculos y han presentado 17 demandas judiciales en su contra; por suerte, hasta ahora ha ido ganando estos juicios, con el apoyo de notables judíos antisionistas, pero sigue sin encontrar distribuidor para su libro testimonial, publicado por la editorial EPO (la misma que publica a Hernando Calvo Ospina, valiente luchador que ha desenmascarado a los narcos colombianos, a la intrigante Bacardí, y los mercenarios que se dicen disidentes cubanos). Dieudonné es hijo de una socióloga bretona, blanquita ella, y de un especialista en contabilidad, camerunés y lógicamente, negro; pone su talento cómico al servicio del antirracismo y la lealtad le lleva ofrecer sus servicios a la causa palestina. Y escribe por ejemplo: «efectivamente, soy enemigo del lobby sionista que ha estimulado el apartheid en África, pero no soy enemigo de los judíos.» Y escribe también: «el judaísmo se encuentra hoy instrumentalizado como un escudo ético del sionismo que permite a una mafia militar y económica avanzar en sus conquistas territoriales…. ¿quién puede respetar a Sharon el que esgrime la Shoah a modo de argumento, cuando apoyó el apartheid en África del sur, y cuando el Estado israelí impone la misma política a los palestinos? Es un escándalo y un insulto hacia todos los que han muerto en los campos. Este tipo de gente es el que alimenta la paranoia y el fuego del antisemitismo…»1Y cuando le invita un rabino a visitar Auschwitz, dice que sí, y le dice al rabino que tienen que visitar juntos también el museo de la trata negrera en Goré. Como era de esperarse, los sionistas le calumnian sin dejarle un respiro, pero no sólo ellos….

Para actualizar al lector de lengua española, digámoslo en breve: algo que no se nos permite, es el análisis según el cual los abusos de poder israelíes los posibilitan y amparan las grandes organizaciones judías que se encuentran en el mundo entero, y tienen chantajeados a muchos gobiernos. Sin embargo, como lo ha denunciado el ingeniero israelí Mordechai Vanunu que acaba de cumplir 18 años de prisión por revelar la capacidad de destrucción masiva del armamento nuclear israelí, la clase política francesa tiene una enorme responsabilidad en el genocidio palestino, pues cerró los ojos ante el regalo descarado, en los años 1950, de los elementos decisivos para la industria nuclear israelí, lo cual le da a ese país la ilusión de la invencibilidad y una arrogancia sin límites frente a los países árabes, a los cuales pretende desarmar sistemáticamente (Irak, Irán, Siria…). Sin embargo, el gobierno estadounidense distrae los impuestos que paga el ciudadano americano para financiar a Israel, y son los estafadores judíos sionistas los que esquilman a los accionistas de sus empresas, salvando sus ganancias y su pellejo mediante un simple ticket de avión para Tel Aviv, como lo reafirma James Petras. Sin embargo, como lo lleva explicando Noam Chomsky desde hace veinte años, sin la fabricación del consenso por los grandes medios, en manos de sionistas todopoderosos, nada de esto sería posible. Sin embargo, los espías israelíes se pasean libremente en las más altas esferas del poder estadounidense, y ni siquiera la CIA puede librarse de ellos…

2. Guanabacoa

Personalmente, trato de aportar mi piedrecilla a la Intifada con mis escasos recursos: lo que sé del mundo hispanófono. Así descubro por ejemplo que en La Habana, mejor dicho en el culto y negro arrabal de Guanabacoa, hay un cementerio judío con un monumento que según pregona un pétreo letrero contiene jabón hecho con grasa humana por los nazis, como se puede ver otro en el memorial de Yad Vashem en Israel. Todos compartimos en carne propia el dolor que reaviva semejante monumento, o cualquier otro que recuerde el martirio de los más indefensos representantes de cualquier pueblo. El monumento fundador para mantener sangrantes las heridas de todos es la cruz que venera la cultura cristiana, típico emblema del énfasis judío tradicional sobre el tema del inocente torturado. El culto a la cruz se vuelve perverso si se usa, no para recordar la necesidad del autosacrificio, sino para extender el rencor por el asesinato de Jesús a los judíos del mundo entero y de todas las épocas, con la acusación del deicidio. Para desvirtuar esta lógica que conduce a fabricar nuevos chivos expiatorios y sed de venganza en los inculpados, dicen los musulmanes que Cristo torturado en la Cruz no murió, sino que se salvó ascendiendo en vida a los cielos y la santidad. Con los monumentos al Holocausto se debería operar la misma saludable desviación de la leyenda, para convertir los resentimientos recíprocos en fecunda tensión común hacia los sentimientos nobles.

La Iglesia se ha extendido imperialmente atribuyéndose el monopolio del culto al cordero degollado; ha cometido o respaldado barbaridades justificándose en tanto que representante y redentora de los vejados. La imagen de la Pasión cruenta ha servido para callarle la boca a los infieles, escépticos, paganos y demás descreídos: ¿Cómo, ustedes, infames, se burlan de nuestras imágenes, tachándolas de mentirosas, y no son capaces de compasión ante el Crucificado? ¡O sea que serían capaces de volverlo a crucificar! ¡Mejor dicho, lo crucifican a diario, con sus miserables cultos locales e injustificables prácticas criminales, en vez de reconocer la superioridad de la Iglesia! En el caso de la evangelización de América y de África, la Iglesia procuró que los indígenas se avergonzaran de sus propios ritos, cultos y mitos, y perdieran así confianza en sí mismos como continuadores de los más ejemplares ancestros. Por supuesto, esto no hubiera funcionado sin la superioridad militar, pero esta tampoco habría bastado para derrotar moralmente a los legítimos pobladores y abrirle el paso a la cultura europea.

En el occidente judeocristiano imperial, es responsabilidad nuestra impedir un resurgimiento de la intimidación general con una renovada interpretación del mito del inocente crucificado. Ni los hijos de judíos tienen por qué heredar la más mínima culpa por el remoto (y discutible, ¿por qué no?) asesinato de Jesús en tiempos de Herodes, ni los europeos les deben expiación a los judíos por los crímenes de los nazis, definitivamente vencidos y castigados. Todos tenemos la responsabilidad primera de frenar y enfrentar el delirio sionista de los Estados Unidos asociados a Israel, nueva versión de un imperialismo con pretexto religioso, el mismo de los cruzados y el de los invasores de la América indígena.

Para esta labor vital, la lucha contra las mentiras oficiales es un deber sagrado. En el caso a los indecentes monumentos al jabón humano, por suerte ya no hay un historiador, por muy judío y sionista que sea, que siga creyendo que los hitlerianos practicaron la fabricación de semejante objeto monstruoso. Ahora bien, no logran los científicos que los políticos sionistas manden a borrar las lápidas mentirosas, pues estas sirven para intimidar a los pueblos, mantenernos prisioneros del espanto; pues el espanto paraliza, impide la reflexión serena y la unidad en el esfuerzo para denunciar los nuevos genocidios, los que sí se pueden impedir, porque los Bush, Sharon y Wolfowitz los preparan y verifican ante nuestros ojos. En realidad, el inexistente jabón idolatrado no solamente aspira a una función de intimidación de raíz sádica, sino que tiene una función mágica: limpiar de cualquier culpa a los que quisieran genocidar a los palestinos, a sus aliados y a sus semejantes. Los que se atrevan a poner en duda la presencia del supuesto jabón son supuestamente los sucios, los antisemitas, los inmundos, los apestosos. ¡Solavaya!, como se dice en Cuba. Sin embargo, el pueblo, en su ingenuidad, y privado de acceso a la información de primera mano, aún cuando no tiene motivos para sospechar de la realidad del repugnante fetiche, con su firme sentido común y su generosidad igualitaria, se niega tanto a ser antisemita como a apoyar el genocidio palestino: aún sin poder localizar exactamente la mentira con que los políticos envenenan la cultura, están decididos a poner la nobleza de los sentimientos por encima de cualquier disputa sobre la historicidad científica en tal o cual tema.

3. Judit

Hasta el día de hoy, a nadie se le ha ocurrido que Fidel pueda tener, entre virtudes y defectos, el de la ingenuidad: pues bien, Stephen Spielberg se reunió con él durante ocho horas, hace unos meses (ver Nuevo Herald de Miami, 9 de enero de 2004); como sabemos, este eminente cineasta es también sionista confeso y probado, ha hecho y sigue haciendo lo posible por consolidar el shoah-business con su nada convincente película La lista de Schindler y sus archivos que ningún historiador serio irá a rastrear jamás, y no hay el menor motivo para pensar que haya logrado esta excepcional entrevista con Fidel para ofrecer gratuita y generosamente su respaldo a la Revolución cubana, firme sostén de Palestina, que ha roto sus relaciones diplomáticas con Israel en 1973. En un anterior artículo, publicado por www.rebelion.org , titulado «Cuba y Palestina, coincidencias y urgencias», he ofrecido varios datos más que confirman la voluntad de israelíes o sionistas poderosos y pertenecientes a otros países, de implantarse comercial y culturalmente en Cuba, posiblemente en lo militar también, como lo han hecho y lo siguen haciendo en toda América latina. Fidel sabrá lo que hace, burlando gracias a los honestos contactos judíos que pueda tener algo de la ferocidad del bloqueo estadounidense, en el que se empeñan judíos sionistas cuyos padres alguna vez encontraron refugio en Cuba, como Otto Reich. Ahora bien, si el Mossad es tan fuerte, y se descubren sus agentes en las esferas más diversas, se me ocurre que algunos de ellos tendrán interés en agazaparse en Cuba. La única forma que está a mi alcance para socavar sus tentativas de apoderarse solapadamente de Cuba es, en este mundo saturado de mentiras e intimidaciones, ensanchar el área de la libertad de información. Esto no vale solamente para Cuba; en el caso de Venezuela, el prudente y generoso Basem Tajeldine es el que ha revelado la solidaridad sionista que une a los que conspiran contra el gobierno de Chávez en «El antisemitismo a la inversa y sus tentáculos en Venezuela», www.rebelion.org . Ya en su artículo «Seguridad privada israelí en Centro América», del 24 de julio de 2002, Hans Dietrich Steffan había dado la información decisiva sobre Pérez Recao, el traficante de armas. Nada extraño que el vocero del sionismo en Francia, Alexandre Adler, acuse ahora públicamente a los chavistas de antisemitas, como se acusa a todos los que cuestionan las autoridades americano sionistas. Si no aprovechamos hoy internet, lo único que nos queda, provisionalmente, para reflexionar libremente, somos cómplices del genocidio palestino y de los abusos múltiples con que el sionismo, llámese de derechas o de izquierdas, procura tener amordazados a los pueblos del mundo entero.

Algunas personas quisieran echarle el sambenito a todos los que van más allá del lamento sobre el sufrimiento de los palestinos, y buscan esclarecer dónde están los frenos a una apoyo completo a sus luchadores. Son los sionistas disfrazados de izquierdistas, y buscan en los sitios de los sionistas furibundos argumentos para calumniarnos. Y cuando no basta lo que encuentran en los órganos de la delación sionista, inventan calumnias, sencillamente. Como muy bien lo ha explicado en las páginas de www.rebelion.org Juan Marrero, este tipo de personas practica simplemente, como los dirigentes del planeta, «la mentira, arma de destrucción masiva» (20 abril 2004). Para el que se que dedica a la caza de brujas, lo normal es tratar de difamar al que parece desprotegido, cuando no se tiene argumentos para refutar a los que suministran la información primaria. Y son los mismos que se niegan a respaldar el proyecto de una Palestina libre, acogedora, capaz de respetar los derechos de cada uno, en vez de consolidar el apartheid israelí. A este tipo de gentes, las califico como víctimas del síndrome de Judit. Esta heroína bíblica no es muy ejemplar que digamos, pues representa perfectamente el mito tribal y cínico que puede habitar a cualquier ser humano, más allá del sexo o la religión: la que cree pertenecer a una estirpe superior rodeada de enemigos, y que se rebaja hasta el crimen alevoso con el pretexto de salvar a su pueblo. En el marco de su delirio paranoico, se cree con derecho a usar las armas más innobles: primero se disfraza de mendiga para suscitar la compasión, después procura enamorar al rey de los enemigos, y cuando lo tiene embriagado y dormido, lo decapita. La reina Ester, supuestamente más histórica, reproduce el mismo esquema, y añade el libro bíblico que lleva su nombre que, logrando la reina tener al rey persa embobado y sometido (sin necesidad de asesinarlo), los judíos realizan una alegre y justa matanza de los persas, quienes los hospedaban pero no los querían. Todos podemos superar nuestros bajos instintos, y una vez que tomamos conciencia de nuestra inhumanidad, todos tenemos la obligación de rechazar los métodos infames que permiten tomar el poder y abusar de él. Los sionistas sí toman a Judit de guía; los judíos antisionistas deberían rechazar semejante mito, que siembra un odio recíproco sin fin.

Me señala con gran perspicacia un amigo mío proletario, que el síndrome de Judit lo padecen especialmente los intelectuales, con su tendencia a engalanarse con sus supuestas luces para acercarse a los poderosos y a la fama que éstos distribuyen, y luego prostituirse sin muchos escrúpulos ante el Poder, donde quiera que lo vean; cuando cambian los vientos, los intelectuales saben también volverse camaleónicos, apuñalando por la espalda al poder que les dio el alimento y la fama, amparándose en un supuesto derecho a la crítica y al romanticismo; suelen, como Judit, dárselas de representantes del sentimiento popular, para evitar tener que rendir cuenta de sus contorsiones interesadas. Todos nosotros podemos caer en semejante perversidad. El Poder nos necesita, para «tejer el velo ideológico», como dice Chomsky, que tape sus proyectos criminales. El Poder es una hidra de cien cabezas, también se puede trepar gracias al escándalo, o en el campo de la disidencia. En muchos casos, sólo la posteridad puede llegar a conclusiones válidas sobre el grado de oportunismo o de real capacidad de sacrificio que entrañe tal o cual biografía de intelectual. Ahora bien, el intelectual que aspira a ser honesto, puede dar, como mínimo, una prueba de la pureza de sus intenciones: rechazando abiertamente la imitación de Judit, reconociendo que la tentación de caer en sus vilezas existe, y que es obligación imperiosa de todos rechazarlo.

4. Simone Weill

La santa Simone Weill es de las que denunció abiertamente la monstruosidad del paradigma resumido en la figura de Judit, y le exigió al intelectual responsabilidad plena en sus audacias, que pueden ejercer influencia criminal, por la seducción del ingenio y de la pose subversiva; Simone Weill pedía la creación de tribunales y penas severas para los intelectuales que mienten, porque el pueblo no tiene los instrumentos para reconocer la mentira precisa con que se procura intoxicarles, sólo la huelen globalmente. Ella misma demostró, con su vida de sacrificio y sus libros, la fuerza liberadora que puede cobrar el paradigma opuesto al de Judit, el humano universal y espiritual, el paradigma crístico, el del salvador desinteresado de la humanidad entera. Sus escritos fueron publicados en los años 1950 por Gallimard, y santificados por la muerte temprana, tras la entrega de todas sus fuerzas a la resistencia al nazismo organizada por De Gaulle. Es preciso leerla para fortalecer la esperanza y saber que, intentando seguir sus huellas, seremos más fuertes que cualquier calumnia inquisitorial. Era de familia judía, y esto le daba una lucidez particular, aún en los años en que los judíos eran perseguidos. Como ella, conozco a muchos gigantes que, habiéndose criado en el judaísmo, con sumo pudor y elegancia, se entregan sin reservas a la defensa de los palestinos y a la protección de la libertad mental de todos, y cumplen sin aspavientos de ningún tipo con su responsabilidad de salvar el honor de los judíos.

Escribe con crudeza James Petras: «Los judíos de Norteamérica, Suramérica y Europa están de modo desproporcionado en los puestos mejor pagados y los grupos étnicos más influyentes, con mayor proporción en las exclusivas y prestigiosas universidades privadas, con influencia desproporcionada en las finanzas y los medios de comunicación, socios de los clubs de campo y exclusivos – está claro que el «antisemitismo» es un tema muy marginal. La miopía trágica, o la denegación perversa de los judíos de izquierdas para encarar el perjudicial papel de los principales grupos sionistas y judíos promotores de la política de Primero Israel y que la imponen en los programas electorales socava grandemente sus y nuestros esfuerzos para lograr la paz y la justicia en Oriente Medio y forjar una política exterior estadounidense democrática» (James Petras y Robin Eastman Abaya, traducción por Marina Trillo, «La conexión Israel Estados Unidos», www.rebelión.org, 14 08 2004). Por decir cosas semejantes, en Francia, se persigue a Tarik Ramadan, pensador combativo y cultísimo religioso musulmán, y se pretende silenciar a Dieudonné, intimidar al escritor Alain Soral y a tantos más. Y se esgrime contra ellos todos los jabones del sadismo…

Pero seguiremos cumpliendo con nuestro deber de solidaridad con las víctimas del sionismo, no solamente multiplicando nuestras protestas por el martirio palestino, no solamente acumulando información primaria sobre el martirio de los campesinos colombianos agobiados por los paramilitares sionistas, no solamente denunciando a los altos clérigos que desvirtúan el cristianismo y cubren como auténticos fariseos al genocida presidente Uribe. ¿Qué pruebas puede dar uno, cuando se mete en un combate, de que no está satisfaciendo una revancha personal en vez de luchar desinteresadamente por la justicia? Abdicando todo revanchismo, y frenando a los que lo estimulan; así por ejemplo, los musulmanes y los judíos pueden invocar no pocos episodios de la historia española y europea en la que resultaron víctimas de tratamiento injusto. En el contexto actual, cuando la saña de Bush, instrumento del sionismo delirante -el cristiano y el judío-, se va a agudizar para amenazar al mundo musulmán en su conjunto, nuestro deber es rescatar de la historia hispánica los datos más hermosos que puedan servir para reconciliar a musulmanes, judíos antisionistas, ateos y cristianos, o sea europeos, asiáticos y africanos bañados por el mismo mar mediterráneo, en vez de volver a abrir las heridas. No se trata de caer en pacifismos lenitivos; también nos corresponde tirar la piedra en cada defecto de la coraza globalizada del cinismo y sus sofismas, allí mismo donde les duele a los que ciega, provisionalmente si Dios quiere, el síndrome de Judit. Los cubanos dan el ejemplo de una resistencia numantina. Les asiste para ello el pensamiento de José Martí, al cual el cristiano Cintio Vitier y el marxista Retamar han dado su renovado impulso. José Martí levantó un ejército popular contra la dominación española, y con ello preparó a sus sucesores para enfrentarse a los Estados Unidos que, atribuyéndoles crímenes infundados a los españoles, se pretendían solidarios de Cuba, y le robaron la victoria en 1898. José Martí nos enseña la obligación de emprender las guerras justas sin odio y sin cegarse ante los enemigos que se disfrazan de amigos, para que el tramposo agazapado no pueda robarnos la victoria.

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1 Dieudonné, Entretien à cœur ouvert avec Olivier Mukuna, p. 40-41. Recuerda a continuación que » sin el apoyo indefectible de Israel, el Estado de apartheid sur africano se hubiera derrumbado más rápido. Hasta el final, Israel fue cómplice de esta tragedia que fue el apartheid para todo un pueblo, y todo un continente. Ideológicamente, el sionismo es un proyecto colonial racista que aplica un programa de depuración étnica. Y África del sur resultó ser un buen terreno de entrenamiento para organizarlo en Palestina. (Según el general Meir Amit, antiguo jefe de los servicios secretos israelíes: «Unos oficiales superiores israelíes iban regularmente a África del sur para iniciar a los oficiales surafricanos a los métodos de guerra moderna y a las técnicas de lucha anti-insurreccional», citado por Rosa Amelia Plumelle-Uribe, La Férocité blanche, Paris, Albin Michel, 2001).