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¿El PT de Brasil no luchará más contra el neoliberalismo? Ese riesgo existe y es grave

¿Dónde está la izquierda?

Fuentes: Visiones Alternativas

El PT inicia su proceso para el Congreso, pero corre el grave riesgo de haberse encantado con la victoria electoral de Lula, sin entender plenamente su sentido y sus limitaciones. ¿El PT no luchará más contra el neoliberalismo? Ese riesgo existe y es grave. Parece que el partido se olvidó de la decepción que fue […]

El PT inicia su proceso para el Congreso, pero corre el grave riesgo de haberse encantado con la victoria electoral de Lula, sin entender plenamente su sentido y sus limitaciones. ¿El PT no luchará más contra el neoliberalismo? Ese riesgo existe y es grave.

Parece que el partido se olvidó de la decepción que fue el primer gobierno de Lula, el cual se adaptó al modelo neoliberal, es decir mantuvo y acentuó la hegemonía del capital financiero -con las tasas de interés más altas del mundo-; con un superávit primario mayor que el solicitado por el Fondo Monetario Internacional; con un Banco Central con todas las características de una entidad independiente; con un estancamiento de la reforma agraria; con el mantenimiento de un patrón de acumulación centrado en la especulación financiera, en la exportación -cada vez más primaria, con la soja como la gran estrella- y el consumo de lujo, con la liberación cada vez mayor de los transgénicos; con la represión de la radio comunitaria; con el discreto y casi inexistente apoyo al software libre; con el estancamiento económico de los primeros cuatro años, las inmensas remesas de ganancias hacia el exterior, los ingresos gigantescos de los bancos, la no apertura de los archivos de la dictadura, la falta de apoyo a los pueblos indígenas-para citar algunos de los numerosos problemas del primer gobierno, un gobierno en definitiva del PT, a todas luces responsable por la enorme decepción que el gobierno de Lula representó para la izquierda brasileña, latinoamericana y mundial y por haber colocado en riesgo la existencia del PT como partido de izquierda.

Fueron correctos la campaña y el voto por Lula en la primera vuelta y más todavía en la segunda vuelta de la elección presidencial. Fue para evitar el retorno de la derecha tradicional de Brasil, para impedir la vuelta de una política exterior pro norteamericana, que liquidara los procesos de integración regional. Para evitar el retorno de los procesos de privatización generalizada del patrimonio público. Para interrumpir la victoria de los oligopolios y frenar la pretensión de los medios masivos de gobernar la cabeza de los brasileños. Para impedir la criminalización de los movimiento sociales, la minimización del Estado en su expresión más acabada, el neoliberalismo ortodoxo, con toda su crueldad social. El pueblo entendió que el gobierno de Lula era mejor que los gobiernos FHC.

Pero ese voto y esa victoria no pueden ser entendidas como un fin en sí mismas, como si el camino del rescate de Brasil estuviese en buena ruta y solo hubiera que darle continuidad. Como si de lo que se tratara ahora fuera consolidar el gobierno tal cual ha existido, y se preparara para las elecciones de 2010.

Eso sería una nueva derrota para la izquierda. La victoria electoral representó la conquista de una nueva oportunidad para la izquierda, para luchar por salir del neoliberalismo, para dar pasos firmes en la construcción de un gobierno anti-neoliberal, para el cual Lula fue electo. Desperdiciar esa victoria, conquistada con gran esfuerzo, es restarle potencialidad a una nueva oportunidad para la izquierda.

Los debates para el Congreso del PT parecen -por lo que se puede ver hasta aquí- más enfocados hacia la situación interna del partido, que hacia el partido de izquierda que Brasil necesita. Esos debates pueden tornarse -estimulados por los medios de comunicación- en una lucha, una guerra de tendencias, por espacios internos, por ajustes de cuentas en el balance sobre los errores de los últimos año, por disputas de espacios internos en el partido, desvinculado de lo que debiera ser el papel del partido en Brasil y en America Latina hoy.

Gramsci llamaba la atención sobre los puntos de vista que aíslan la vida interna de los partidos del entorno político, desligando los asuntos organizativos de las cuestiones políticas.

O el PT se convierte clara y efectivamente en el partido de la construcción de un modelo alternativo al neoliberalismo, o habrá dejado de asumir la función básica -y mínima- de un partido de izquierda hoy en Brasil.

Las luchas internas solo tienen sentido en ese marco. O el partido hace el balance auto crítico de los problemas del gobierno de Lula y formula el programa de luchas de la izquierda para que esos problemas sean superados, o el PT quedará definitivamente reducido a la intrascendencia, será un apéndice del gobierno, donde se darán las disputas esenciales sobre los destinos del segundo mandato.

No nos olvidemos, si fuéramos a hacer un balance de los errores y problemas del PT en los últimos años, que ellos no se reducen a los escándalos denunciados, sino que incluyen la política económica de Palocci y Henrique Meirelles -todavía hegemónica, aunque debilitada, que los errores no fueron cometidos únicamente por la dirección anterior del PT, aunque ella estuviese envuelta centralmente en esos errores, sino que fueron hechos cometidos en función de la política de alianzas del gobierno. Que fueron afectados no únicamente los dirigentes del partido, sino el eje central del gobierno de Lula en sus tres primeros años. Que por tanto, no se trata solo de un problema del PT como partido, es un problema también del primer mandato del gobierno. Y se trata de errores que estuvieron vinculados entre sí por el mercantilismo que comandó las políticas de alianzas con otros partidos, la misma mentalidad que comandaba la publicidad de las campañas y que comanda la política económica.

Si el Congreso del PT-y todo el debate interno que debiera ocurrir previamente- no fuera para afirmar al partido como un polo de izquierda, decidido a luchar sin tregua para que el gobierno salga del modelo neoliberal y enfrente, por lo menos, los problemas anteriormente mencionados, se habrá perdido una oportunidad para el PT y para la izquierda brasileña. Habrá, aparentemente, ganadores y perdedores, pero los perdedores serán el PT y la izquierda.

El espacio de la izquierda quedará fragmentado y sin expresión. Los movimiento sociales podrán luchar por sus reivindicaciones, pero no es suyo el papel de formular alternativas políticas al neoliberalismo, que cabe a las fuerzas políticas.

El PT pudiera asumir el papel del partido de izquierda, que lucha, dentro y fuera del gobierno, por quebrar la hegemonía del capital financiero, por la construcción de una alternativa de izquierda al neoliberalismo.

Pero para eso precisa de centrar sus debates en la situación de Brasil, de América Latina y del mundo de hoy. El tipo de partido que la izquierda brasilera necesita debe ser un instrumento para la derrota del neoliberalismo y la apertura de un período histórico post neoliberal, un partido que apunte hacia la lucha anticapitalista y socialista.

Esa necesidad resulta del agotamiento del modelo neoliberal, del desastre de la política imperial de guerra de los Estados Unidos y de las necesidades de Brasil y de América Latina hoy.

El PT y la izquierda brasilera serán juzgados por la capacidad de promover alternativas anti neoliberales, o serán protagonistas intrascendentes de la lucha ideológica y política. La victoria electoral habrá solo adelantado la derrota estratégica de la izquierda.

El pueblo brasileño demostró que merece mejor suerte, que requiere de una izquierda combativa, íntegra, capaz de propugnar y de luchar por un Brasil post neoliberal.