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Donostia 2016: una oportunidad integral

Fuentes: El Diario Vasco

Donostia ganó el título de Ciudad Cultural Europea en 2016 con un proyecto polivalente, original, fundamentado y tramado en actos, intenciones y calendarios. Con una idea de cultura más amplia que la elitista al uso incluía su proyección para la convivencia en un país encaminado hacia la paz. El premio se dio a un magnífico […]

Donostia ganó el título de Ciudad Cultural Europea en 2016 con un proyecto polivalente, original, fundamentado y tramado en actos, intenciones y calendarios. Con una idea de cultura más amplia que la elitista al uso incluía su proyección para la convivencia en un país encaminado hacia la paz. El premio se dio a un magnífico proyecto por su conceptualización, implicación social y programación plurianual.

Presentado por el equipo de Odón Elorza, le toca a Bildu mejorarlo, gestionarlo y comenzar a ejecutarlo en claves de proceso. Se supone que se concretarán más los objetivos evaluables, los medios de gestión, los presupuestos, la estructura, los encargos…, de modo participativo y, sobre todo, plural.

Abre un horizonte para situar la cultura en la centralidad política, social y económica, no ya en Donostia sino en Euskal Herria. Desarbolados momentáneamente los procesos planificadores, plantea la ocasión para mover el tablero cultural vasco además de situar a Gipuzkoa como territorio especializado en cultura.

¿Qué oportunidades abre este proceso en un calendario de 2012-2020?

*Va a movilizar recursos institucionales del Ayuntamiento y de Diputación. Tienen también obligaciones el Gobierno Vasco, el Gobierno de España y, en menor medida, la Comisión Europea. La cultura va a sacrificarse menos de lo esperable en recesión, al menos en Gipuzkoa, lo que significará asimismo su consideración como Acción Prioritaria desde el punto de vista fiscal, atrayendo recursos sociales y empresariales. Esperemos que el recorte de la Diputación de un 19% al área de Cultura en 2012 haya sido un accidente y no una señal.

*Es una oportunidad para que el poso que quede no sea solo el de la memoria festiva y se traduzca en equipamientos macro y micro, convivencia, empresas, capital humano. O sea, que haya una capitalización en instalaciones y eventos, tejido económico y empleo cultural especializado. Otras capitalizaciones relevantes serán: la social (iniciativas participativas en educación cívica, cultural y cibernética); institucional (quedando organización y experiencia); relacional interna (la convivencia como uno de los «Faros» preferentes); y relacional externa, hacia la UE y España.

*Quedan muchas preguntas: ¿Cómo contribuirán, sin confundirse, instituciones como el Jazzaldia, Zinemaldia, Tabakalera o la escuela de Gastronomía?. ¿Cómo hacer el aprovechamiento on line de toda la sucesión de eventos e internacionalizarlos?. ¿Cómo estabilizar una vida cultural permanente -no solo estacional- en Donostia? También es la ocasión para dinamizar proyectos pendientes.

* Siendo el euskera uno de los ítems relevantes -en el Faro de las Voces- ¿qué sinergias se pueden generar en industrias de la lengua y para el euskera en Internet? ¿Y el uso de las herramientas digitales para la cultura euskaldun y para la extensión sociolingüística?.

* Donostia es mucho más que turismo. Ahí están los parques y centros tecnológicos o la conexión con la Estrategia 2020 Donostia-San Sebastián. Y, por su parte, Gipuzkoa tiene un importante peso en edición, música, fonografia, artes escénicas, bertsolarismo o audiovisual. Pero la marca de San Sebastián está vinculada, a turismo, «marco incomparable» de ciudad con playa, belleza, eventos, pintxos, y….a conflictos ocasionales. Ahora es la ocasión para vincularla a alta cultura, a cultura popular vasca, a I+D+i, a producción inmaterial…y a convivencia. Para lograrlo se requerirá canalizar los problemas que están en la base, y no solo el marketing.

* En una ciudad de por sí muy cara, el salto previsible en turismo cultural no debería traducirse en mayores encarecimientos de servicios. Invitaría al repudio ciudadano del D16. Preverlo para evitarlo requiere compromisos institucionales y corporativos.

*En los próximos años Donostia queda favorecida en la carrera por vincular territorio, ciudad y cultura respecto a Gasteiz o Bilbao. Siendo capital cultural europea no puede no ser la capital cultural vasca, al menos estos años. Pero ¿es eso malo para los otros territorios hermanos de Navarra, Bizkaia, Araba o Iparralde? Solo si así lo quieren. En realidad es al contrario.

*Cada Territorio tiene sus recursos, su oportunidad para aprovechar sinergias en esa dirección, y catapultar iniciativas en Euskadi o en sus propios territorios. Donostia 16 no resta. Da bastante más a todos que si no se hubiera producido. Todos deben echarle una mano a Donostia y situarse en algunas de las ondas del oleaje de «energía ciudadana». Una oportunidad para la convivencia entre ciudades y para entramar el espacio cultural y social que siempre ha sido Euskal Herria.

Pero, además, el proceso de eventos interpela al resto. Por ejemplo, Bizkaia y Bilbao que carecen, hoy por hoy, de proyecto cultural, podrían aprovechar la coyuntura para movilizar a todos los agentes y definir su diseño. Así, hipotéticamente, generar factorías creativas; propiciar centros culturales polivalentes incluso autogestionados (como lo fue Kukutza) que espesen la trama social y la creación amateur; un plan de apoyo a la industria cultural; revisar los currícula en arte y cultura en los centros escolares; repensar siguiendo el modelo Distrito 22@ para dar un sentido a Zorrotzaurre como Parque Tecnológico y Social Urbano; proponer convertir el Museo de Bellas Artes de Bilbao en Museo de Euskadi; diseñar el Museo de Historia y Sociedad Vasca (cuya oportunidad no supo ver Odón Elorza al proyectar el nuevo San Telmo hace unos años); poner las bases para un Museo de la Industria y la Tecnología; o pensar en un centro dramático público; o reapropiarse del Guggenheim para una nueva etapa….Esto también sería bueno para Donostia o Gasteiz.

En suma se trata de que Euskal Herria como un todo se especialice también en cultura y comunicación y coja la ola de la cultura digital. La condición es que la clase política vasca tenga altura de miras para ayudar en esos empeños. Habrá de superar esas enfermedades infantiles que suelen ser la confusión entre hacer oposición y zancadillear proyectos de altísimo interés porque los gestionan otros, o dificultar la cooperación desde el «aquí mando yo». Sectarismo Cero, ha de ser la consigna.