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Don’t send troops

Fuentes: Rebelión

¿Para qué molestarse en bombardear, mandar soldados para ocupar el territorio, gastar miles y miles de millones si esas fuerzas ya están instaladas en las cabezas de millones de personas? Las fotos adjuntas fueron tomadas en febrero de este año en una ciudad del interior de la provincia de Buenos Aires. Ciudad bonaerense, portuaria, sojera […]

¿Para qué molestarse en bombardear, mandar soldados para ocupar el territorio, gastar miles y miles de millones si esas fuerzas ya están instaladas en las cabezas de millones de personas?

Las fotos adjuntas fueron tomadas en febrero de este año en una ciudad del interior de la provincia de Buenos Aires. Ciudad bonaerense, portuaria, sojera y turística en plena pampa húmeda.

Osvaldo Soriano, igualmente bonaerense, reflejó muy bien en su obra literaria las características de esta sociedad.

Me asombró ver tantos comercios que se identifican en inglés. Fotografié unos 100 locales pregonando sus outlet, sale, off, etc.; exhibiendo prendas con leyendas en una lengua desconocida para la mayoría de sus 90.000 habitantes.

La leyenda obliga a pensar que en esta esquina hacen cola legiones de automovilistas angloparlantes para hacer un cambio rápido de aceite.

Allí no hay angloturismo, que prefiere maravillarse con las cataratas del Iguazú, pescar truchas en Bariloche o aprender a bailar tango en Buenos Aires. Y si su lengua materna es el inglés, señora, bueno, señale esos zapatos o ese vestido, pague, y listo.

A tres cuadra,s calle de tierra. Casas okupadas. Muchos planes sociales. En el almacén venden huevos o papas por unidad. ¿Quién vendrá mañana con una puerta abollada? ¿Don Francisco o Mr. Smith?

Esta ciudad no es un caso particular: es la provincia y el país entero. Y si nos fijamos mejor es todo el continente. Y Asia y Europa y África.

I pedaleo. You pedaleas. She pedalea. We pedaleamos…

«Muchas de nuestras creencias, lecturas y gustos de consumo cultural vienen signados por un formato cipayo que nos hace ser parte de estereotipo cultural, sin siquiera habernos dado cuenta». (Je Suis Cipayo, Conrado Geiger https://lateclaene6.wixsite.com/revistalateclaene/conrado-geiger-cbjp ).

Otra muestra entre muchísimas: en América latina se expiden «licencias de conducir», calco macarrónico de driver’s licence. Y directamente del Estado, donde parecen concluir que nuestro idioma es una porquería, así que hay que copiar el de seres superiores (Licencia de conducir Arg y muchos otros países de Am ˈpermiso de conducirˈ; calco del ingl. driver’s licence, id. https://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/6105/1/ELUA_19_12.pdf).

Expresarse innecesariamente en inglés no es original, no es piola ni elegante. Y ni hablar de la carga cultural, ideológica y política que acompaña a esa tendencia.

¿Por qué no escribieron March 4th en lugar de ese rústico «4 de marzo»?

Digo yo, ¿por esas calles desfilan enjambres de anglosajones? Si así fuese, ¿esos comerciantes son capaces de tratar con ellos en su lengua para venderles un par de medias, un bronceador o servirles un trago? Si locales y visitantes hablasen sólo su lengua materna, ¿son tan imbéciles como para que a causa de tal limitación se frustre la venta de las medias, del bronceador o el expendio de ese trago?

Me recomiendan unas empanadas fabulosas. Me dan el número. Llamo.

-Hola -responden.

-Buenas tardes. Quiero unas empanadas. ¿Tienen reparto?

-¿Cómo?

-Si tienen reparto.

-Eeeee… No entiendo.

-Bueno, si hacen entrega a domicilio, distribución… Reparto, como dije.

-Reparto… ¡Ah! ¿Delivery?

Yes.

Manifestación en la calle 62 contra el traslado de la sede de un organismo. Llega Lucía y anuncia que va a repartir flyers. No le digo nada. No sea que piense que llamo volantes a los flyers. Y bueno.

Big lomo. Beautiful colita. Strong músculos.

«Entiendo que en la calle Florida pongan carteles en inglés, porque la mayoría de la clientela es turista, pero en un centro comercial en el conurbano bonaerense (…) es una imbecilidad. Creer que eso los hace mejores. Más finos. Menos sudacas. Cipayismo puro.» (Je Suis Cipayo…)

¿En Detroit llamarían a un bar Yemanyá, Santos Vega, José Martí o Violeta Parra? Ni soñarlo. Pero más al sur honramos a personajes que nos desprecian, que no conocemos ni nos representan ni nada.

Hace mil años que tomamos autofotos. Nada nuevo: te apuntabas con una cámara analógica, clic, y era lo mismo que ahora. Pero dicen selfie y se creen que inventaron el salero para ambidiestros.

Ah: si consultamos el diccionario de la Real Academia Española (RAE) veremos que ahí se blanquean notorios anglicismos. La propia RAE se justifica diciendo que los usa «la gente».

Sean más responsables, por favor. La gente somos quienes leemos y escuchamos esos términos de supuestos profesionales que los reproducen por comodidad o por incuria. El inevitable círculo vicioso nos hace repetirlos porque confiamos en ellos. ¿Lo dijo Fulanita? ¿Salió en el GDN? ¿Lo propagó la tele? Palabra santa.

Claro, la RAE es frecuentemente interpelada por millones de latinoamericanos que no toleran que se les diga cómo hablar o escribir. Como es parte del Estado español, además, comparte un antecedente colonial que le aconseja ser prudente. Ese Estado mantiene múltiples relaciones con sus antiguas colonias, suma de factores que explicaría la elasticidad de la RAE. Tan precaria evaluación, debe aclararse, no es más que la interpretación de quien escribe.

Los diarios han eliminado el puesto de corrector, otra razón por la que se escribe tanta burrada que nosotros, la gente, repetimos pensando que el medio emisor merece confianza.

Los periodistas saben o deberían saber que es un error/horror hablar de personas «sospechadas» , verbo intransitivo que requiere un complento sí o sí. Pero lo usan lo mismo. Entonces es lógico que nosotros, la gente, repitamos esa brutalidá confiando en esos profesionales.

La RAE también da curso legal a «evento», como se le dice a una actividad programada. Pero algo que debe ocurrir tal día, en tal lugar y a tal hora no es un evento, ya que EVENTual es algo que puede pasar o no, como el pronóstico meteorológico: capaz que llueve, capaz que no. Contingencia pura. Es que se repite el sentido que tiene esa palabra, sí, pero… en inglés. Vean la acepción 1.1 que figura en the dictionary, que traducimos: «1.1 Una ocasión pública o social planeada». Planeada, no EVENTual.

El recomendable portal de la Fundación Fundéu (https://www.fundeu.es/) también concede un crédito desmesurado a los anglicismos. Vean: «La expresión española alfombra roja es una alternativa preferible al anglicismo red carpet.«

Un momento. Red carpet no es un anglicismo, o «Vocablo o giro de la lengua inglesa empleado en otra» (diccionario de la RAE): es una frase en inglés, y punto. Tanta generosidad podría llegar a asegurar que table es «alternativa» y «preferible» a mesa, cuando debería decirse que así NO, y chau. Es como sugerirte que cada mañana juegues a cara o ceca si le dirás a tu madre Buenos días o Good morning.

― Hola. ¿Tienen ropa para bebés?

―No, para babies & kids.

―Ah, qué lástima. Bueno, gracias. Chau.

―Chau.

A causa de traducciones malas o literales, de la desidia, de falta de información (o de curiosidad) o de cipayismo los medios infiltran términos como banner, rentar, delivery, rol (role), flyer, mail, chequear, gym, bizarro, comic, monitorear, chance, link, etc. y recontraetcétera.

¿Por qué esa manía de decir ticket cuando hay tantos sinónimos para decirlo en castellano? ¿Acaso los anglosajones dicen Give me a boleto, o give me a billete, o cupón, entrada, pase, boleta, vale, bono, comprobante, invitación, etc.?

Son palabras que invadieron nuestra habla -con escasa resistencia- que tienen su equivalente en lengua castellana y sinónimos abundantes y precisos.

Es cierto que en un rico proceso invisible la lengua cambia, y que debe cambiar. Es cierto que no hay RAE ni fuerza capaz de impedir estos cambios. Pero debe repetirse que no hablamos así porque la gente lo ha elegido, sino por la desidia de tantos profesionales que ni se molestan en investigar. Entonces, lógico, todo esto que criticamos se institucionaliza.

Ahí están agarrándose a las patadas el ethos y el pathos y el logos y la clase y la psiquis y la sujetividad y la praxis y la teoría y la conciencia y todas las disciplinas y epistemologías y categorías que se te ocurran. Debemos considerar que la degradación del lenguaje es una dolencia de la que hay que curarse antes de que sea demasiado tarde. No es un juicio conspirativo ni apocalíptico, no es una distopía sino una realidad que se verifica, por ejemplo, comprobando el paupérrimo vocabulario que se maneja actualmente; aspecto que suena muy formal, francamente, aunque lo importante es lo que hay detrás. Sumémosle a ese vocabulario esta sobredosis importada, y chau cultura.

En el fondo, esta ofensiva cultural es rotundamente política a pesar del carácter presuntamente apolítico que esgrime una mayoría de personas que conciben el mundo acríticamente, como señaló Antonio Gramsci, entre otros, el siglo pasado.

En su artículo No usamos el lenguaje, somos lenguaje, Rodolfo Alonso nos pone en guardia sobre «la desaparición del lenguaje como centro de la civilización». Y a continuación alerta que como fruto del factor «tecno-idolátrico» y su aporte al envilecimiento de toda lengua «…nunca se había afectado de raíz, en sus mismos orígenes, al lenguaje humano como se lo está afectando».

(https://www.pagina12.com.ar/209514-no-usamos-el-lenguaje-somos-lenguaje).

No escribe estas ideas desordenadas un lingüista ni semiólogo ni filólogo, apenas un palabrólogo que ama el lenguaje, que no excluye las lenguas de otras tierras, pero voluntariamente incorporadas, no ladinamente contrabandeadas. Porque la sentencia del título, por ahora tiene, creo, una desgraciada coherencia: ya estamos invadidos, colonizados, sometidos. Y no nos damos cuenta.

Finalizamos reproduciendo palabras de alguien que entiende perfectamente de qué se trata esto del lenguaje. Así sentenció en 2007 Adolfo Colombres en el II Congreso de las Lenguas: «La aventura humana no se funda en la escritura sino en la palabra. La lengua determina la estructura misma del pensamiento. Se piensa porque se habla y no al revés. Quien pierde sus propias estructuras de pensamiento y de aprehensión simbólica del mundo ha perdido el alma de su cultura».

Y esas estructuras de pensamiento, una vez perdidas, harán innecesaria toda coacción para someternos.

Pase, Mister, y sírvase.

Etc., etc.



* No manden tropas.

* * Escritor y periodista.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.