Y las dos retratan una era y un mundo aunque de muy diferente forma. La primera nos llegaba de Grecia. Un modesto comerciante, megáfono en mano, denunciaba su infortunio a las puertas de un banco e, inmediatamente, se rociaba de gasolina y se prendía fuego. Los medios de comunicación llegaron a tiempo de registrar su […]
Y las dos retratan una era y un mundo aunque de muy diferente forma.
La primera nos llegaba de Grecia. Un modesto comerciante, megáfono en mano, denunciaba su infortunio a las puertas de un banco e, inmediatamente, se rociaba de gasolina y se prendía fuego. Los medios de comunicación llegaron a tiempo de registrar su desesperación. La policía, también presente, si bien no pudo impedirlo, extintor en mano, logró apagar sus llamas.
La segunda imagen nos la brinda un pintor estadounidense llamado Alex Schaefer que se dedica a pintar cuadros de bancos ardiendo. Según se dice, es tal el número de pedidos que está recibiendo que, en apenas un par de meses, ha conseguido que sus obras multipliquen por veinte su precio y ya ha montado su primera exposición de entidades financieras envueltas en llamas. Le llueven los encargos. Todo el mundo quiere tener un cuadro con su banco ardiendo.
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