En este artículo la autora analiza las consecuencias de las masivas manifestaciones del pasado 19 de junio de 2021.
Más de 400 ciudades brasileñas registraron actos este día 19 de junio de 2021 en protesta contra la política genocida del gobierno brasileño, cuya deliberada falta de acción permitió que se llegara a 500 mil muertes provocadas por el nuevo coronavirus. Un número que puede crecer mucho más si se tiene en cuenta que en muchos de los estados brasileños la situación sigue siendo muy grave, con elevadas tasas de infección, UCIs repletas y hospitales en colapso.
Las manifestaciones fueron más masivas que las que tuvieron lugar el pasado 29 de mayo, cuando partidos políticos y movimientos sociales llamaron a movilizarse en marchas y actos públicos, a pesar de los riesgos, pues la situación superó el límite de lo permitido.
Los últimos testimonios de la CPI de la covid, que está en marcha en el Congreso, mostró en toda su crudeza la política de muerte del gobierno federal. Las comparecencias de ex ministros, médicos, científicos y trabajadores del ministerio de Salud, muestran de manera bastante clara que la propuesta de “inmunidad de rebaño” fue determinante en la acción del gobierno federal. La idea siempre fue dejar que se contagiase el mayor número de personas posible, dejando deliberadamente que no se usasen mascarillas, poniendo trabas a las medidas de distanciamiento social y a la distribución de un kit-covid, con medicamentos inútiles para el tratamiento de la pandemia.
No siendo suficiente con eso, el gobierno también rechazó sistemáticamente ofertas de vacunas, haciendo que el proceso de vacunación comenzase con bastante retraso y de forma extremadamente lenta. De no ser por el Instituto Butantan, vinculado al gobierno de São Paulo, la situación sería aún más crítica. No en vano, fue la iniciativa de ese instituto, que emprendió la fabricación de la vacuna en asociación con un laboratorio chino, lo que acabó provocando que el gobierno federal cambiase de actitud, poniendo en marcha las primeras negociaciones para hacerse con vacunas.
Hoy, una vez que la población es consciente de lo que sucedió en este país desde marzo de 2020, teniendo pruebas concretas de la deliberada falta de acción gubernamental, era inevitable que los partidos y los movimientos sociales convocasen al pueblo a la protesta. Así, es precisamente la indignación general lo que provoca que la calle se llene otra vez, exigiendo el castigo por los crímenes de responsabilidad cometidos por el presidente y su impeachment.
El día 19 de junio, las grandes ciudades como São Paulo, Río de Janeiro, Bello Horizonte y Porto Alegre, registraron multitudes en las calles exigiendo que el gobierno actúe para evitar más muertes y gritando “Fuera Bolsonaro”. Por otro lado, el gobierno sigue haciendo oídos sordos y no parece preocuparse por las denuncias que llegan todos los días a la CPI. El presidente Bolsonaro ya declaró que esa CPI no servirá para nada y que no tiene poder para destituirlo. Al mismo tiempo, continúa promoviendo actos públicos de apoyo a sí mismo, manifestaciones a las que asiste sin mascarilla, riéndose de quién se protege frente a la covid. Su gobierno está formado por más de 11 mil militares, siendo en las FFAA dónde encuentra su apoyo, ya que le apoyan la mayoría de los mandos de las FFAA, razón por la que se siente intocable y no parece dispuesto a acelerar el proceso de vacunación.
Brasil avanza lentamente en el proceso de inmunización. Pero, con las calles llenándose, hay alguna oportunidad de cambios en el horizonte. Son los primeros pasos, tardíos, ese es un hecho insoslayable, pero importantes para que la conciencia sobre el gobierno de muerte crezca.
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