Hasta la década de los cincuenta, los Huaorani eran un pueblo que vivía en aislamiento voluntario en una extensa área que abarcaba en torno a dos millones de hectáreas emplazadas entre los márgenes del río Napo y el río Curaray. Conocidos por su aptitudes guerreras, los Huaorani eran tribus nómadas que subsistían de la caza, […]
Hasta la década de los cincuenta, los Huaorani eran un pueblo que vivía en aislamiento voluntario en una extensa área que abarcaba en torno a dos millones de hectáreas emplazadas entre los márgenes del río Napo y el río Curaray. Conocidos por su aptitudes guerreras, los Huaorani eran tribus nómadas que subsistían de la caza, la recolección de alimentos, la agricultura itinerante y la pesca.
Los Huao fueron contactados por el Instituto Lingüístico de Verano, una organización evangélica estadounidense, cuyo fin a priori es recopilar y difundir documentación sobre las lenguas menos conocidas, con el propósito de traducir la Biblia a dichas lenguas. El contacto inicial ocurriría en enero de 1956 y terminó con la muerte de los misioneros involucrados, tras meses de sobrevuelos y entrega desde el aire de ropas, machetes y utensilios de cocina.
Fue cuestión de tiempo que los evangelistas consiguieran poco a poco evangelizar a los Huaorani, y en 1969 ya se crea una reserva para dicha población. Sin embargo, un grupo de ellos, liderados por el guerrero Taga, se rehusó al asentamiento y regresó a la selva, separándose voluntariamente de su étnia y el resto de la sociedad. Este fue el origen de los Tagaeri, que constituyeron un grupo en aislamiento voluntario. Públicamente se conoce además la existencia de otro grupo en aislamiento bajo el nombre Taromenane, quienes también descenderían de los Huaorani.
Los Tagaeri y los Taromenane son un tesoro humano y cultural, al igual que el entorno ecológico donde ellos viven, en la selva todavía no conquistada de Ecuador; se calcula que hay unos trescientos Taromenane y apenas entre veinte y treinta Tagaeri sobrevivientes. Estos pueblos no han sido evangelizados por los misioneros, pero su Hábitat ha sido destruido paulatinamente desde hace cuarenta años por las empresas petroleras y desde hace veinte por las madereras.
Presuntas complicidades con las petroleras
Por su parte, el Instituto Lingüístico de Verano fue expulsado del Ecuador en 1980, acusado de ser cómplice de compañías petroleras, al ayudar a éstas a que los indígenas abandonaran sus tierras y que estos se las entregaran a las transnacionales extractivas, usando además métodos turbios. Para reforzar este hecho, se demostró que las organizaciones humanitarias de la familia Rockefeller (dedicada al petróleo) financian a esta entidad. Por estas razones fueron expulsados poco después de países como Brasil, México y Panamá.
En abril del 2003, un grupo de Taromenane fueron masacrados por otro grupo de Huaorani alentados por los petroleros y madereros. El hecho se repitió en marzo del presente año, donde aun sin encontrarse los cadáveres, testimonios de huaoranis indican otra matanza de unas treinta personas en el Yasuní. Más allá de que no queda duda de la existencia de estos pueblos no contactados o en aislamiento voluntario en la zona, sobre ellos se ejerce el cerco cada vez mayor de una colonización incontrolable, de las todopoderosas petroleras, el negocio tentador del turismo, así como las intrigas y trampas de los madereros.
Durante los diez años que han pasado desde la matanza de los taromenani del 2003, el país no ha hecho nada por desvelar la trama, acto que se repite tras los sucesos de marzo del presente año. Quizás por ello, y ante la explotación inminente del Bloque 43, el ITT, al interior y alrededores del Parque Nacional Yasuní, el antropólogo capuchino Miguel Ángel Cabodevilla denuncia que «la próxima matanza está muy cerca». La sociedad ecuatoriana no amparó a tribus anteriores que también estaban en aislamiento, como es el caso de los Tetete (quienes fueron acechados por extractores ecuatorianos durante la fiebre del Caucho), quedando extinguidos. ¿Quiénes serán los próximos? ¿Los tagaeri, los taromenani?
Ante esta vergüenza nacional, el pasado 25 de septiembre y durante la presentación del libro La tragedia ocultada* que se hacía en las instalaciones de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), llegó la prohibición de circulación de dicho texto emitido minutos antes por la jueza ecuatoriana Hilda Garcés.
El libro trata de una investigación realizada por Miguel Ángel Cabodevilla, la directora de la Fundación Alejandro Labaka, Milagros Aguirre, y el investigador italiano, Massimo de Marchi, sobre la última matanza a un grupo taromenane y el rapto de dos de sus niñas, de 5 y 8 años, que en la actualidad viven enpoblados huaoranis.
Hoy la decisión del gobierno ecuatoriano de explotar el ITT pone en riesgo la existencia de estas poblaciones, sobre las cuales se han realizado nuevos mapas de ubicación que sorprendentemente ahora los sacan de las zonas de riesgo donde actuarán las petroleras en el Yasuní-ITT.
Es por todo ello que el periódico DIAGONAL pone a su disposición la investigación por los antropólogos e investigadores autores de «La Tragedia Ocultada», libro que desvela y advierte de los riesgos para el futuro sobre dos de los pocos pueblos en aislamiento voluntario que quedan sobre nuestro planeta.
Fuente original: https://www.diagonalperiodico.net/global/20051-ecuador-censura-libro-trata-la-desaparicion-pueblos-aislados.html