Quien define la cancha y el tipo de juego tiene ganado la mitad del partido. Apoyado en el totalitarismo mediático, el poder pretende crear un clima electoral mientras escamotea de la opinión pública los problemas vitales de la decisión de la caducidad de la OXY y de la firma del TLC que están por resolverse […]
Quien define la cancha y el tipo de juego tiene ganado la mitad del partido. Apoyado en el totalitarismo mediático, el poder pretende crear un clima electoral mientras escamotea de la opinión pública los problemas vitales de la decisión de la caducidad de la OXY y de la firma del TLC que están por resolverse en los próximos días o semanas.
El asunto Gutiérrez se inscribe en ese proyecto: tender una cortina de humo sobre los dos problemas centrales y promover un pequeño escándalo con repercusiones electorales. El PSC propició su libertad convencido de que debilitaría la candidatura de Álvaro Noboa, y el PRIAN y los roldosistas lo apoyaron por lo contrario, para atraer a su favor los votos de Sociedad Patriótica, el 4% del electorado. Febres Cordero, el gran carcelero del Ecuador, ha demostrado además que en su contra se termina en la cárcel y que a su favor se sale de ella.
La embajada de los EE.UU, por su parte, se frota las manos de alivio pues ¿quienes se iban a prestar en el futuro a ser sus acólitos y obsecuentes servidores si ni siquiera es capaz de asegurarles que no van a dar con sus huesos en la cárcel? Y el Gobierno, que utilizó la tesis de la Constituyente para sepultar el efecto político del regreso y prisión de Gutiérrez, hoy puede aprovecharse del escandalito de su libertad para extender la cortina de humo. Palacio que fracasó en su táctica de utilizar su imagen sesuda y solemne de la época de la Vicepresidencia, ha descubierto la eficacia de la vieja destreza de José Figueres y Galo Plaza: «navegar con bandera de pendejo».
Pero los hechos son tozudos. Y, a pesar de la dispersión mediática, en el subconsciente social y en la conciencia de amplios sectores sociales, late la demanda de la declaratoria de la caducidad de la OXY -con la recuperación física de sus instalaciones- y la no firma del TLC, demanda por la que hay la decisión de impulsar grandes movilizaciones sociales.
La intensidad y amplitud de la presión social y los resultados concretos que conquiste definirá cual es la cancha en que se librará el futuro inmediato del Ecuador: el terreno de la lucha social y política o la «agenda electoral». Más aún, una vigorosa lucha social cambiaría el rumbo político del país e influiría directamente en la escena electoral en formación.
De cualquier manera, el problema de la OXY que es el de la soberanía del pueblo ecuatoriano sobre sus recursos naturales y la conducción del Estado, y el del TLC que tiene que ver además con el programa y el modelo económico y político globales y la integración sudamericana y de América Latina, serán eje fundamental de la lucha electoral, más allá de las pretensiones de buena parte de los candidatos de ocultarlo en la barahúnda mediática.
De allí que se requiera que las organizaciones sociales y políticas que han venido luchando en contra del TLC y por la caducidad de la OXY -y la ocupación física inmediata de sus instalaciones- sean las que conformen un gran frente permanente que tome en sus manos la intervención en las próximas elecciones. Me refiero a la CONAIE, la CTE, la FENOCIN, el Frente Popular y la UNE y otras organizaciones sociales, Pachakutik, MPD, Partido Socialista y otros movimientos políticos.
De tal frente saldría el Programa de Gobierno y los candidatos, uno de los cuales bien podría ser Rafael Correa, cuya identificación con las tesis de la caducidad de la OXY y la no firma del TLC y su alineamiento con la tesis de la integración sudamericana y las posiciones de la izquierda latinoamericana -Evo, Chávez y Cuba- han sido importantes. Sin embargo, Correa deberá abandonar su imagen caudillesca y su visión de marketing electorero y someterse con modestia a las decisiones del frente de las organizaciones sociales y políticas reales. Lo cual no solo sería muestra de decencia política sino de inteligencia electoral: sin la izquierda y organizaciones sociales como la CONAIE, Correa no tiene ningún chance, digan los que digan las encuestas. Menos aún si el Frente que señalamos lanza sus propias candidaturas.
Hay por supuesto otros candidatos y otros binomios posibles. Luis Macas y el Alcalde o la prefecta de Esmeraldas, por ejemplo, Eduardo Delgado y Lenin Hurtado. También Enrique Ayala y Guadalupe Larriva, si el Partido Socialista se aleja de la tentación de Roldós, cuya actuación y entorno lo colocan a años luz de la izquierda.
En fin…, candidaturas no faltan y el programa de gobierno ha sido delineado en lo fundamental por la propia lucha social. Sin embargo, insistamos: Primero la OXY y el TLC, luego las elecciones. Sólo así, definiremos la cancha y el tipo de juego…