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Ecuador en las tres conjuras de «La mala hora»

Fuentes: Ecuador Inmediato

Si se mira con profundidad lo que este momento vive América Latina, estamos pasando por una especie de conjura premeditada seguida de una década a otra, que nos somete a un proceso continuo de desgaste de nuestras sociedades, de las endebles democracias, y de la propia capacidad de gobernarnos. Lo extraño de todo es que […]

Si se mira con profundidad lo que este momento vive América Latina, estamos pasando por una especie de conjura premeditada seguida de una década a otra, que nos somete a un proceso continuo de desgaste de nuestras sociedades, de las endebles democracias, y de la propia capacidad de gobernarnos. Lo extraño de todo es que no es nuevo, y cada crisis que se desata con estas conspiraciones nos ponen en peores circunstancias que nos impiden avanzar al tan ansiado futuro. Si es la «mala hora» que hoy nos aqueja, y tenemos que sacar conciencia de ello. Como si fuese premonitorio con lo que nos pasa el premio Nobel escribió «La mala hora». Esta es una novela de Gabriel García Márquez, que describe como a las sociedades como las nuestras, imponiéndoles los males se las destruye fácilmente, esto a la usanza latinoamericana, contada en tres historias paralelas que hablan del conflicto y la violencia que nos afrentan: La 1ª El diluvio, que nos muestra la dureza de la naturaleza que afecta a los más desprotegidos; La 2º. Va contra la corrupción política, y la intransigencia del conservadurismo representado por el orden eclesiástico. 3º. Los pasquines, escritos anónimos que aparecen misteriosamente al amanecer en las puertas de las casas de algunos vecinos proclamando a los cuatro vientos, secretos de sus moradores. Secretos que por otro lado son conocidos por todos. (*) Comentarios de «La mala hora» de Mari Cruz Alba El comentario de hoy quiere dejar por un momento la coyuntura peleona y complicada en la que andamos envueltos, para revisar al Ecuador y, en una similitud de mala coincidencia de los 3 procesos críticos en los que le han involucrado, afectándole seriamente en su desarrollo histórico.

LA PRIMERA MALA HORA fue la injerencia de la CIA en Ecuador en los años 60’s, denunciada por Phillip Agee, y que nos marcó por décadas con sus efectos perversos. Fue un ataque directo al pensamiento y conciencia de la sociedad política en el continente, que usó al país como su laboratorio experimental, para luego aplicar de manera sangrienta en las demás naciones. En efecto, había que enfrentar al comunismo y los procesos de subversión en América, que se habían disparado contra los Estados Unidos por parte de la revolución cubana, Fidel Castro y el Che Guevara, a inicios de esa década. Armados con un plan minuciosamente aplicado, con el financiamiento y recursos técnicos y políticos de los norteamericanos, con el apoyo sólido de la prensa líderes de opinión, de la clase dirigente y, militares como gobernantes, se manipuló a la masa de nuestras naciones, se violentaron sus derechos humanos, se dividieron a partidos, sindicatos, grupos sociales, se corrompió a legisladores, a presidentes y vicepresidentes, jueces y cúpula eclesiástica, promoviendo los golpes de estado y la destrucción de la democracia.

El costo de esa intervención en el continente durante dos décadas (60’s – 80’s), con la ejecución del «Plan Cóndor» solo en América del Sur se dieron 10 golpes militares, se provocó una pérdida de cercana a las 100 mil vidas, con asesinatos, torturas y ejecuciones tantas como desaparecidos. Destruyeron toda generación activa y la sociedad sufre hasta la fecha las heridas abiertas de esta intervención. Sin embargo, en el caso ecuatoriano, el peor de los crímenes que se cometió con esta injerencia fue el asesinato del pensamiento con la anulación de la educación. Si, porque se consideró que en las universidades y las aulas se producía la reflexión política que alimentaba a la subversión, por lo que se procedió a infiltrar al magisterio, a la dirigencia estudiantil y a la cátedra, al punto de exterminar con todo vestigio de producción intelectual apropiada. En las dos décadas se acabó con la universidad y su aporte a la sociedad. Así, el facilismo, el masivo ingreso, la mediocridad clientelar de profesores afiliados al partido -que nació desde el seno mismo de la CIA- y que controló la educación con un poderoso sindicato, tanto como la prédica de negarse a aceptar todo el desarrollo, la integración con el sistema productivo, la aceptación de las nuevas tecnologías o la ampliación del horizonte investigativo en el mundo, pusieron a la educación en nuestras sociedades en un retraso de miseria. Sí, con eso anularon al menos 3 generaciones dejando en la postración intelectual al Ecuador, esa que es tal y que dura hasta la fecha con todos sus efectos perniciosos.

LA SEGUNDA MALA HORA Nos sobrevino en los 90’s con la ola de neoliberalismo que invadió a nuestras naciones, con el «Consenso de Washington». Impuesta por el gran capital, sus sistemas de banca y control como el Banco Mundial y el FMI. Se creó una tendencia a destruir los estados y apropiarse de las sociedades y sus bienes, con el fin de explotarlas económicamente a costa de su propia aceptación inconsciente que recibió con los brazos abiertos a la propuesta del dinero fácil a cambio de los grandes negocios y negociados. Recuperadas las democracias, enterrados los muertos y enfrentados a una tendencia impuesta que no tuvo en un principio quien le haga frente al pensamiento arrebatador de los neoliberales, que contaron todo un aparato de propaganda y control ideológico generado por todas las formas de comunicación de masas, el concepto del dinero «como quiera, aunque sea honradamente» les sumergió a nuestras sociedades en una vorágine de destrucción de lo público. Al grito de que «todo lo estatal es malo, todo lo privado es bueno» actuaron como una horda de asaltantes que buscaron y – en algunos casos lo lograron- hacerse de los bienes de los estados, tomándose como propios los servicios de agua, alcantarillado, salud, educación, vivienda, seguridad, control de puertos, aeropuertos, carreteras, líneas aéreas, electricidad, telefonía y desde las cárceles hasta la construcción de la cultura era apropiados para hacer negocio. En esos tiempos se vió como al empuñe de lo poco o mucho que habían construido nuestras naciones fue arrebatado con el accionar cómplice del poder político.

Resultado: nos empobrecimos en forma impresionante, la riqueza fue a pocas manos, la miseria se repartió en forma masiva y quedamos en verdaderas soletas en nuestras economías increíblemente empobrecidas, endeudadas y sin bienes. El escándalo y la lucha en las calles logró recuperar en algo de esa la década perdida y sacar de esas manos siniestras a los pueblos que le dolió tanto el haber sido arrebatados de sus servicios y sus dineros, pronto buscó en la alternativa política el cambiar este orden establecido que tanto daño nos hizo, ya que se comprobó en forma fehaciente que «todo privatizador es corrupto». Insurgieron entonces, al inicio del siglo la tendencia política de los gobiernos progresistas de corte centroizquierdista que logra llegar al poder con el respaldo del voto popular. La batalla para recuperar a nuestras sociedades de la debacle del neoliberalismo es hasta ahora llevada adelante con un alto grado de muertos y heridos que en nuestras sociedades van a contarse por miles en las siguientes décadas.

LA TERCERA MALA HORA Es la estamos viviendo a la fecha, y se remonta desde los inicios de los 2000, que se expresa en la corrupción siniestra que ha infectado a todas nuestras sociedades, a nuestras democracias, a nuestra clase gobernante y a las naciones en su ética y conciencia pública. Una vez que los gobiernos progresistas, que llegaron en forma unísona en los primeros años del siglo XXI, dieron marcha de recuperación de las repúblicas, enfrentaron un serio problema económico y que fue: el control del dinero. El mercado tiene a su haber múltiples formas de poner a trabajar ese dinero y, por cierto, nuestras economías han tenido ese como su lado débil. Sin capitales ni recursos mayormente a su disposición, no pudieron enfrentar las secuelas del neoliberalismo que dejaron en el control del mercado y de los dineros.

Sin embargo, por un accionar positivo que buscó privilegiar lo social, en algo se logró desplazar del manejo controlado de nuestras economías desde el gran capital y, en pocos años, como fruto de una gestión aceptada por las mayorías se alcanzó, en forma mínima al menos, la opción de regular y adaptar de mejor manera a esas economías con algún grado de independencia. La prosperidad momentánea lograda con el alza de los precios de los productos primarios como el petróleo por sobre todo y, sumado al valor que alcanzaron el oro, así como otros minerales o productos agrícolas, más la oportunidad de ir abriendo mercados en los tecnológico, en servicios o la provisión de grandes recursos naturales al mundo, dio la impresión de que nuestras sociedades comenzaban a escaparse del control del gran capital y buscar su autonomía. Que nuestras naciones comiencen a fortalecer su desarrollo con gran infraestructura, con educación con salud y salubridad, con promoción de exportaciones y creación de fuentes de empleo con condiciones de vida mejores sin contar con el gran capital y sus condicionantes, no era aceptable. Que ese crecimiento sea sin ellos, sin el manejo del dinero ese era lujo que no se lo podía permitir, sobre todo porque no se puede perder este mercado tan apetecido desde siempre, en economías que daban para ser boyantes por la inmensa cantidad de recursos que tienen para su explotación.

Dicen que la corrupción está en el dinero, y donde hay más dinero más corrupción. Pues sí, ese fue el caso de nuestras naciones, en las últimas décadas hemos visto fluir mucho dinero, mucho del cual fue incontrolado y se prestó para corromper a la sociedad toda en su conjunto. Otra vez, con un plan premeditado, utilizando las dos malas horas, es decir: abusando de la ignorancia colectiva y, destruyendo lo público, se avanzó hacia corromper el poder político y generar una especie de destrucción de la autoestima, que siempre ha manipulado el lado ingobernable. Esta vez, para aplicar este plan de corrupción se optó por explotar la codicia por el poder que está implícita en el ser humano, tan innata en él, propiciando la imagen del dinero fácil que se logra de los grandes negocios. Pues sí, en este tiempo en nuestras naciones se hicieron grandes negocios a la búsqueda de su desarrollo, y claro contando con un sector privado que es muy fácil de corromper y corromperse, el ataque a los gobiernos fue planificado para que conserven el poder político ganado, y que garanticen con ello que las grandes empresas sigan haciendo negocios y negociados. Es una forma de controlar la economía que tiene a su haber grandes capitales, el que las poderosas transnacionales tengan el control de los contratos y por ende poner a trabajar su dinero en nuestras sociedades a cualquier costo.

No soy afín a las teorías conspirativas, pero, en verdad uno comprueba que esta corrupción fue planificada para destruirnos como sociedades. Sin mirar el corte ideológico que los gobiernos tengan, el cáncer corrupto ha invadido y contaminado a regímenes de derecha como Macri, Santos o Peña Nieto, de centro como Humala, Toledo, Varela o Martinelli, y peor en los casos de izquierda en sus distintas administraciones, siendo notorio el caso de Brasil, o Ecuador y Venezuela. Aquí hay una dolosa conjura que busca arrancar de sus manos el manejo de sus economías, de su accionar social y beneficio colectivo. Tan cierto es esto que la propia empresa constructora privada ODEBRECHT, que es el símbolo de la corrupción, creó un departamento propio de corrupción que hoy aflora con cada escándalo y, no hay solo esa empresa sino múltiples del campo privado que están corrompiendo en nuestras naciones. Son por cientos y quizás llegue al millar.

Y más profundo es el análisis de esta conjura corrupta al revisar las cifras de la fuga de capitales a los paraísos fiscales, donde se han descubierto dineros cercanos al billón de dólares salido desde nuestras arcas. Es impresionante mirar cuánto dinero hay en esos depósitos sacados de nuestras naciones, por gentes que usaron el poder para el enriquecimiento ilícito, todos ellos representantes de empresas off shore, de grandes trasnacionales, de poderosas cadenas comerciales o, impresionantes contratos. Era el control de la economía el que estuvo en juego y para ello había que corromper a todo y a todos, poner a trabajar el dinero y aprovecharse del modelo corrupto que ellos mismo habían sembrado.

Al final, bien dicen que «No es el poder lo que corrompe sino lo que hacemos para no dejarlo» y por ello este tipo de conjuras contra nuestras naciones, en todo este tiempo de «malas horas» nos sorprende siempre por el efecto en cadena que han tenido. En su momento nos fomentaron ignorancia, luego infectaron la desidia por lo público, para luego explotar la codicia de quienes, en los gobiernos de nuestras naciones, o para arribar a los mismo, hicieron todo al grado extremo de caer en este pozo ciego de la corrupción.

 Como en los dos casos anteriores, este proceso también nos somete a la prueba de superarlo, pero con un sinfín de víctimas mortales y éticas que nos van a costar muy caro… que nos siguen costando caro desde que nos provocan esta «La mala hora».

Fuente: http://ecuadorinmediato.com/index.php?module=Noticias&func=news_user_category&category=10007