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Ecuador y su «democracia tutelada»

Fuentes:

El presente trabajo de reflexión política que se entrega a continuación en nuestra columna de hoy versa sobre «El estado de la Democracia en Ecuador» y fue la ponencia presentada por el Dr. Francisco Herrera Aráuz, Director General de Ecuadorinmediato, como panelista invitado al Seminario en Latinoamérica de Teoría Constitucional y Política, patrocinado por la […]

El presente trabajo de reflexión política que se entrega a continuación en nuestra columna de hoy versa sobre «El estado de la Democracia en Ecuador» y fue la ponencia presentada por el Dr. Francisco Herrera Aráuz, Director General de Ecuadorinmediato, como panelista invitado al Seminario en Latinoamérica de Teoría Constitucional y Política, patrocinado por la Facultad de Derecho de la Universidad de YALE, que se cumplió esta semana en Quito Ecuador.

La pregunta que se formula para este debate sobre: ¿Cuál es el estado actual de la democracia en Ecuador? Si se puede mirar en forma crítica a la historia de nación se puede afirmar se halla en una especie de constante debate que no pareciera terminar nunca, y que la disputa del poder es fraccionada entre sectores que se hallan en condiciones contradictorias. En su discurso enfocan permanentemente su derecho a defender a esa democracia, esa considerada suya, pero que no se lo permiten al resto si no es coincidente. Esto es el resultado de un proceso vivido en los últimos 40 años y que bien puede ser definida como una democracia «tutelada».

La historia política ecuatoriana es una muestra palpable de lucha permanente entre grupos que se sintieron desde los inicios mismos de la actual república allá en 1830, como los dueños del régimen al que llegaban de cualquier forma, sea por elecciones o conspiraciones. El intercambio constante de esos grupos hegemónicos nos da un carácter de nación sujeta a variaciones intempestivas de gobernantes o grupos actuantes en el poder, y que se constituyen en una lista interminable como violenta de la lucha para conducir a la nación a su modo y manera.

La inestabilidad cuasi perenne en la república en buena medida se debe a la forma como concibieron la democracia los grupos de poder que se repartieron los cargos y representación de toda la sociedad desde los albores mismos de la nación ecuatoriana, y desde esa noción hicieron las leyes, el modelo económico y, la relación estado-sociedad bajo su propia concepción político ideológica, cultural y social.

El actual proceso democrático que vive Ecuador tiene un origen en una dictadura militar, de esa que imperó a lo largo de los 70´s en casi toda América Latina, y que en 1977 motivó el retorno a la civilidad. Buscando imponer un modelo lógico de comportamiento político adecuado a la modernidad, se trató de generar un sistema de representación política simplificado en una división básica de poderes, con un tono presidencialista, unicameral legislativo y, un poder judicial elegido por las fuerzas políticas representadas en el parlamento se hizo la cúpula gobernante. Se sumó a ello un afán de adecuar un régimen de partidos que permita la institucionalización de la política y, se buscó generar una respetabilidad para la constitución de la república con un tribunal establecido.

Sin embargo, en este proceso, la relación política-sociedad, dejó intacta la división del poder en una especie de «feudos» que siguen controlando a la nación en una serie de grupos, grandes o pequeños, que tienen a su haber la defensa de «esa democracia», a su particular modo de entender a la misma, y eso es hasta el momento el principal campo de batalla en el que se desenvuelve la sociedad nacional.

Así: Los militares conservaron a su haber el control de la fuerza, el derecho de veto en los sectores estratégicos y el arbitraje de la democracia. La economía está en manos de los grupos hegemónicos financieros, industriales, empresariales y sobre todo comerciales, que mantienen bajo su pulso el mercado y sus añadidos. La movilización social, la educación o la participación ciudadana y resistencia civil quedó en manos de una dirigencia sindical selecta y las dirigencias o sectores de agrupaciones de izquierda radical. La opinión pública es conducida por la dinámica de los medios de comunicación y voceros o periodistas que interactúan con esos representantes de los grupos en disputa y se convierte desde actores políticos o propietarios del escenario para zanjar las disputas permanentes. El poder político, el de mayor disputa, controló el manejo de leyes, nombramientos, cargos, cuotas de jueces, ministerios, embajadas, empleos públicos, permisos, concesiones, licencias y negocios del estado con los otros sectores, incluidos todos y hasta lo ideológico entre la fe y moral se mantienen en manos de las iglesias, principalmente la católica cuya cúpula mantiene su influencia.

Las décadas de los 80´s, 90´s y hasta el 2006 fueron los peores momentos de esa disputa, tanto que la crisis permanente de la democracia fue zanjada con golpes de estado, crisis financiera, quiebra bancaria sumados a un alto grado de conflictividad social y, un proceso de explotación o sometimiento de la economía a la extracción petrolera, al rentismo o la manipulación monetaria. Mientras la gran ciudadanía fue sujeta de un chantaje permanente por todos estos grupos, que dijeron siempre que sus disputas eran «por defender la democracia.» y, claro, aprovecharse de ella conduciendo a la nación aunque sea de manera delictiva como lo hizo la clase política de esos días

 

Sin embargo, de por medio debe aceptarse que emergió una fracción de la sociedad ecuatoriana, que de manera insurgente reclamó espacios y derechos entrando en la disputa como actores no esperados, y esa fue la organización ciudadana que por cierto demostraron tener una alta capacidad de respuesta a la represión en el poder y lograron irrumpir en el mismo, desde el 2000 con los indígenas y en el 2006 con la Revolución Ciudadana liderados por Rafael Correa.

Este tiempo, los 10 años de gobierno del Presidente Rafael Correa, deben ser vistos para la historia ecuatoriana como el gran cambio que se ha logrado en Ecuador, así con todas las letras, de el gran cambio económico, político, social, ideológico,que fue justamente por el resultado continuo de esa lucha de poderes y reordenamiento de fuerzas, en el marco de un nuevo concepto de manejo democrático. Sustentado en una nueva constitución el régimen de la Revolución Ciudadana planteó su modelo de conducirse en democracia en medio de una confrontación con los sectores tradicionales de control de la nación desde sus espacios, así con la banca, el sector empresarial oligárquico, agrupaciones políticas, sectores sociales organizados y medios de comunicación, contra los cuales hizo de su gestión su contraparte y contrapoder.

Alianza PAIS desde su gobierno y frente la banca y sectores empresariales contrapuso su modelo económico y los obligó a interactuar con sus regulaciones. Con la política y sus partidos, líderes y agrupaciones, interpuso su estilo en el manejo y conducción de la nación, más la captación cuasi total del poder como resultado de elecciones con triunfos arrolladores, lo que se consolidaron desde su concepción democrática. Sus nociones en el manejo de lo social, así como la relación con los otros y distintos sectores que ocuparon estos espacios, sean sindicales, ecologistas, estudiantiles, academia y universidades o hasta la propia iglesia, vivieron el conflicto constante de querer funcionar con sus reglas frente a un gobierno y gobernante que supo trascender en lo suyo y lograr resultados al margen de estas agrupaciones que no pudieron mantenerse en su lógica democrática. Mientras tanto, desde el reclamo ciudadano contra los medios de comunicación se confrontó a estos espacios, grandes propietarios, líderes impositivos de la palabra y conductas abusivas de los medios y periodistas que vivían con constantes exigencias de abuso de su visión de la libertad de expresión, información, comunicación y pensamiento. Para con ellos, la lucha ha sido para defender desde la noción del poder que ellos son y fueron siempre actores políticos, y que no aceptaron jamás que la comunicación social es un derecho ciudadano y no solo de la prensa nacional.

 

Las últimas elecciones presidenciales de febrero/abril-2017 fueron el reflejo de todo ese conflicto. La lucha de los sectores alineados con la propuesta de AP fue para mantener su lógica de lo logrado con el ejercicio de los diez años, y que estuvo sujeta y dependiente de un liderazgo como el de Rafael Correa. Los sectores de oposición fueron una mezcla entre quienes les arrebató el poder Rafael Correa, sumados aquellos que se sintieron disminuidos en sus prebendas, junto a sectores que decían haber sido traicionados por el ex mandatario y el grupo que se quedó gobernando. La disputa del poder era entre conservar lo obtenido como proceso político o, volver a controlar los feudos que se habían perdido en todo este tiempo.

El triunfo de AP no es al momento una garantía de sostenimiento del enfoque de su forma de hacer democracia por el cambio de estilo del nuevo mandatario Lenín Moreno, que tampoco ratifica que seguirá el enfrentamiento entre las dos fuerzas, no al menos a la manera como lo sostuvo Rafael Correa y su grupo. Tan certera puede ser esta afirmación que el ambiente de aparente estabilidad política que vive el Ecuador sigue dependiendo de la accesibilidad al poder y las concesiones que pueda hacer el nuevo mandatario para recuperar el tiempo, espacio y poder perdidos por los otros. Si nada de eso se logra dentro de poco se tendrá un conflicto similar al que hasta momento vivido, porque la tutela es y será siempre dependiente de los intereses que manejan los grupos de poder y la protección prebendaria de lo suyo, y ante ello se nota más bien al grupo gobernante como Alianza PAIS en una estrategia de repliegue táctico que solo espera y no actúa, al menos no en forma pública, sin activar sus mecanismos de control del poder y de sus bases, sea por el recambio o por un presumible conflicto interno. No se sabe.

Debe añadirse que el estado moral de la democracia en Ecuador es también parte de ese enfoque y tutelaje con el que se le mantiene a la nación. Así, por ejemplo la lucha contra la corrupción en estos momentos es enfocada solo contra el régimen anterior, contra lo público y nadie mas, pero no tiene ninguna intención de enfocarla a las verdaderas acciones, gestiones y actitudes promotoras de esa corrupción y quienes han fomentado a la misma: es decir, el sector privado, los anteriores partidos y gobernantes, así como sectores sociales que fueron y son sus aliados. Lo grave del hecho es que en esta confrontación de tipo grupal colectivo y corporativo se esmeran en demostrar cuan corruptos son unos u otros y no cuan efectiva puede ser la lucha por la democracia sin corrupción. El enfoque distorsionado conduce a una sociedad que duda de todo y de todos, afectando ampliamente la credibilidad en el sistema y su responsabilidad.

 

Ahora bien, el Ecuador, aunque parezca extraño, depende en estos momentos en su estabilidad emocional – políticamente hablando – de la forma como se asuma la ausencia del poder y la actitud que mantenga fuera del poder el ex presidente Rafael Correa, cuyo liderazgo es altamente influyente en la nación. De hecho, hay toda la sensación que un alto grado de sensibilidad se activa alrededor de la figura del ex mandatario, tanto entre sus partidarios como sus opositores que se han mantenido estos diez años bajo su égida. La dependencia política del hacia donde ir se nota que todavía espera de la palabra y concepto de Correa, que al parecer no se va a mantener ni callado ni inactivo y que, tal como lo dejó anunciado, él está dispuesto a volver para enfrentarse con la oposición si quiere destruir lo que dejó conquistando con la revolución ciudadana.

También incide el momento actual, el ser resultado de una herencia por la lucha que han mantenido los diversos sectores mencionados por conservar su «tutela» de tipo ideológico, como por ejemplo en el manejo social, político e ideológico-cultural de la comunicación y su control. Los medios de comunicación, en una buena parte, en cuestión de semanas, han optado por regresar a los esquemas pasados de hacer información, opinión y pensamiento, que se hallaban represados por la confrontación con el ex mandatario, y ya sin su presencia denotan más bien un desgaste evidente en las formas de hacer esa comunicación, ante una sociedad que contempla un tanto azorada como la libertad de expresión vuelve a explotar desde las críticas más duras hasta los comportamientos mas insanos.

Sintiendo que «su» libertad de expresión ya no está en juego, el espectáculo que le ofrecen a la nación muchos de los sectores de la prensa saben más a una revancha antes que a una reacción nacional de respaldo, y el pedido de eliminación total del ley de comunicación es bajo la aplicación obscena del comportamiento perverso de algunos de los dueños de medios de comunicación ecuatorianos que siempre proclamaron la impunidad al grito que «La mejor ley para la comunicación es la que no existe y punto», con lo cual quieren cerrar el debate.

 

Ante esta arremetida de los medios se nota que AP y el gobierno del señor Lenin Moreno no atinan una respuesta ordenada al tema, la sola promesa de total apertura a la prensa y aceptar cambios en la LOC dispararon los excesos en las redes sociales, al punto que dan la impresión de no saberse cómo comportarse en ese ambiente que reclamaban, ese de los que quieren seguir abusando algunos medios y periodistas como ciertos líderes de opinión.

Lo irónico del caso es que el ex presidente Correa también está aprovechando el usar las redes sociales en su beneficio, pero esta vez en igualdad de condiciones frente a quienes disfrutaron del twitter para atacarlo. Correa ahora critica desde a sus rivales hasta el propio nuevo gobierno, responde e interactúa con sus millones de seguidores, lo que ha desatado pánico entre algunos voceros, periodistas y líderes de ong’s ecologistas que hoy protestan por la presencia del ex mandatario y exigen que se le quite todo derecho de libertad de expresión al ex presidente denotando una contradicción desastrosa para el debate democrático en Ecuador en este tema.

El punto más visible al mundo desde el Ecuador de este momento en juego con la democracia es el papel de verdadera independencia de la función judicial, el accionar de la Fiscalía y el caso Odebrecht. La democracia en este caso, ante la propia comunidad nacional e internacional, se verá afectada o fortalecida dependiendo de las acciones y sanciones. Una leve sombra de impunidad o encubrimiento, un gesto de tipo protectivo o una seña de complicidad de alguien del régimen, del sistema de justicia, del estado en sí van a provocar un incremento el grado de desconfianza de la población. Por lo pronto, está comenzando a asombrarse de los espectáculos dados desde la Contraloría, con la disputa entre sus titulares y la guerra desatada por sus asesoras vinculadas a la empresa brasilera, o al partido Social Cristiano, que al parecer tenía tomada y controlada esta institución, mientras la clase política incrementa la duda al clamar a gritos por la lista de Odebrecht, sin saber qué hará con ella.

 

También uno de los puntos críticos de este momento es la corporatividad de las fuerzas armadas, de los grupos sociales de la sociedad civil y la academia universitaria. Para ellos, el impacto de la recesión económica, más la lucha por sus derechos y reivindicaciones, tanto como los reconocimientos a sus beneficios anteriormente obtenidos, son parte de un debate que lo vienen sosteniendo desde hace algunos años ya y son la punta de lanza del actual momento. Pero, debe reconocerse en sí que la democracia ecuatoriana ha permitido ese debate, y es más, lo apoya y se trata de dar respuestas democráticas que se las merecen todos estos grupos con fallas o dificultades. La expectativa porque el nuevo gobierno devuelva algunos de esos derechos, o los restituya en su totalidad es alta y ha frenado en algo la conflictividad que depende de las respuestas que se den para sofrenar o garantizar la vida democrática de la nación, sin embargo se percibe un aire de chantaje de algunos sectores para acudir al diálogo convocado por el mandatario Lenin Moreno, y cuya política no está clara.

 

El estado de la democracia actual en el Ecuador, en medio de este reclamo tutelar de los grupos en disputa solo puede definirse como de incertidumbre, a la espera de los pasos que cada uno de ellos, tanto el gobierno como la comunidad organizada den.

Debe considerarse que siendo como somos una nación conformada en su pensamiento con un modelo de corte autoritario o presidencialista, dependiendo del momento político, en esta ocasión nuevamente el Ecuador depende de lo que hará su gobierno y no se sabe cómo lo asumirá en cambio la sociedad para su propio beneficio. La construcción de la democracia en el país sigue siendo una enorme duda que siempre se ve golpeada por los hechos y discursos, muchas veces contradictorios entre sí y que incrementan paso a paso esa incertidumbre. (FHA)

Dr. Francisco Herrera Aráuz es periodista, politólogo, abogado. Director General de Ecuadorinmediato.com

Fuente: http://ecuadorinmediato.com/index.php?module=Noticias&func=news_user_view&id=2818821294&umt=ecuador_y_democracia_tutelada