Introducción En algunos círculos latinoamericanos existe la impresión de que Estados Unidos es el imperio todopoderoso que domina y determina los destinos del resto del continente. Sin embargo, en los últimos años han ocurrido eventos que aparentan contravenir lo que se presume serían los deseos de Washington. La elección de Evo Morales como presidente de […]
Introducción
En algunos círculos latinoamericanos existe la impresión de que Estados Unidos es el imperio todopoderoso que domina y determina los destinos del resto del continente. Sin embargo, en los últimos años han ocurrido eventos que aparentan contravenir lo que se presume serían los deseos de Washington.
La elección de Evo Morales como presidente de Bolivia es apenas el más reciente de una serie de aparentes desafíos, que incluyen el ascenso de varios gobiernos de izquierda.
En Brasil, el gobierno de Luis Inacio Lula da Silva ha congeniado más con las ideas que dominan al mundo desarrollado de lo que se esperaban, pero el mandatario ha seguido siendo uno de los más duros críticos de la propuesta para un Tratado de Libre Comercio para las Américas, ALCA.
Por otra parte, las diferencias, críticas y acusaciones entre Washington y el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, han sido una constante. Chávez, sin embargo, permanece en el poder.
Algunos analistas apuntan que en la década del 60 y 70, en cambio, Washington reaccionó en forma muy diferente y menos pasiva a eventos políticos contrarios a sus intereses en América Latina.
¿O es que, a diferencia de la década del 60, poco importa quién esté al frente de los gobiernos ya que las relaciones cruciales de poder se juegan a nivel de empresas u organismos multilaterales?
BBC Mundo conversó sobre estos cambios con tres figuras prominentes en el continente: Noam Chomsky, autoridad mundial en lingüística, profesor del Instituto Tecnológico de assachussets (MIT); Otto Reich, ex asesor del presidente Bush y ex subsecretario de Estado para Asuntos Hemisféricos; y Eduardo Galeano, escritor y pensador uruguayo autor de «Las venas abiertas de Latinoamérica».
Lea y compare sus respuestas.
Pregunta No. 1
¿En qué medida es un desafío para Washington la llegada al poder de figuras como Evo Morales en América Latina?
Eduardo Galeano
Habrá quien diga, en la Casa Blanca: «La democracia nos da disgustos. El voto popular es un arma más en el arsenal del terrorismo».
«¿Hasta cuándo seguiremos soportando, cruzados de brazos, estas provocaciones?»
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Otto Reich
Todo depende de las políticas que esos presidentes conduzcan, porque recordemos que hace tres años, cuando se eligió en Brasil al presidente Lula da Silva, muchos de estos mismos expertos decían que EE.UU. no podía trabajar con un personaje con un historial de izquierda.
Sin embargo, EE.UU. tiene relaciones muy constructivas y positivas con Brasil y la diferencia entre, digamos, un Lula da Silva y un Hugo Chávez, es que Da Silva se preocupa por los problemas nacionales de Brasil, por alimentar a su pueblo, por crear empleos, mientras que Hugo Chávez se preocupa por intervenir en los asuntos de otros países y está violando los derechos civiles de sus propios ciudadanos, algo que Lula no hace.
Así que cuando se habla de Evo Morales hay que ver qué es lo que va a hacer, ¿va a seguir una conducta de izquierda más parecida a la de Lula o más parecida a la de Chávez? Hay que ver.
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Noam Chomsky
Es un desafío extremadamente serio, particularmente porque tiene lugar junto a otros cambios en el hemisferio. Desde Venezuela a Argentina, los países de la región están escapando del control estadounidense, moviéndose hacia políticas independientes e integración económica. Están comenzando a revertir los patrones de dependencia de potencias extranjeras y el aislamiento entre sí que vienen desde la época de la conquista española.
La elección de Morales refleja el ingreso de la población indígena en el escenario político en el continente, en Chiapas, desde Bolivia a Ecuador y en otras partes, donde se escuchan llamados a una «nación indígena».
Junto a otras fuerzas populares, los pueblos indígenas están exigiendo el control sobre sus propios recursos, lo que representa una seria amenaza para los planes de Washington de tener acceso a los recursos del hemisferio occidental, especialmente energéticos. Esto es especialmente cierto en Bolivia, que tiene las mayores reservas de gas de la región después de Venezuela.
Reacción
Los cambios en la región son en parte una reacción al efecto desastroso de las políticas económicas neoliberales impuestas durante 25 años por las instituciones financieras internacionales (IFI) dominadas por Estados Unidos. No es un secreto ni para los economistas, ni para las poblaciones de los países en cuestión, que en aquellas naciones que siguieron las recomendaciones de las IFI (como se hizo en América Latina) ha habido una marcada caída en el crecimiento y en el progreso en materia de indicadores sociales. Esto en comparación con periodos anteriores, y – en forma dramatica – en contraste con países que ignoraron esas recomendaciones, notablemente en el Sudeste Asiático, que implementó políticas más cercanas a las que posibilitaron el desarrollo de los países ricos.
Bolivia había seguido rigurosamente las reglas de las IFI – excepto cuando la revuelta popular obligó a dejarlas a un lado – y sufrió una caída en su ingreso per capita, como apuntó recientemente el economista Mark Weisbrot.
Argentina – hace unos años el niño modelo del Fondo Monetario Internacional – sufrió un colapso desastroso, y luego se recuperó mediante la violación radical de las reglas de las IFI, no satisfaciendo a Washington o al capital internacional.
Argentina está pagando ahora casi un billón de dólares para «librarse para siempre» del FMI, que, en palabras del presidente argentino Néstor Kirchner, «actuó con nuestro país como un promotor y un vehículo de políticas que causaron la pobreza y el dolor de los argentinos».
Ayuda
Argentina ha sido ayudada por Venezuela, que compró una gran parte de la deuda argentina y también le vendió petróleo a bajo costo. La reciente entrada de Venezuela al Mercosur fue descrita por Kirchner como un «hito» en el desarrollo del bloque, y fue calificada por el presidente Lula de Brasil como «un nuevo capítulo en nuestra integración».
En un encuentro convocado para marcar el ingreso de Venezuela, el presidente Chávez dijo que «no podemos permitir un proyecto puramente económico, para las élites y las transnacionales», en referencia al Acuerdo de Libre Comercio para las Américas, ALCA, el proyecto promovido por Washington que ha suscitado fuerte oposición de la opinión pública.
Venezuela y otros en la región están aumentando los lazos económicos con China y con la Unión Europea. También se está dando en términos más amplios una integración sur-sur (especialmente con Brasil, India y Sudáfrica). Todo esto preocupa profundamente a Washington.
Pregunta No. 2
¿Se ha vuelto irrelevante para EE.UU. que cada vez más gobiernos de la región sean de izquierda?
Noam Chomsky
Todo lo contrario. Es un problema serio para Washington, un desafío a los principios básicos de la doctrina Monroe formulada hace 180 años. Estados Unidos no tuvo el poder para implementar esta doctrina en el hemisferio hasta la Segunda Guerra Mundial, pero desde entonces lo ha hecho por medios que van desde la extrema violencia a los controles económicos. Estos medios, sin embargo, ya no están disponibles, tal como aprendieron tristemente los estrategas del presidente Bush cuando apoyaron el fallido intento de golpe en Venezuela en 2002.
Estos medios de dominación se ven además socavados por la tendencia hacia la integración de las economías en la región, por la diversificación de las relaciones internacionales, la búsqueda del control sobre los recursos nacionales y el rechazo a las recetas de las instituciones financieras internacionales.
Dolores de cabeza
Todo esto ha causado muchos dolores de cabeza a Washington, que ha reaccionado. Bajo la dudosa cubierta de la «guerra contra el narcotráfico» y de la «guerra contra el terror», Washington ha incrementado más la ayuda militar y policial que la social y económica. El entrenamiento de tropas latinoamericanas ha aumentado marcadamente. El Comando del Sur (SOUTHCOM) tiene ahora más personal en América Latina que la mayoría de las agencias federales civiles combinadas, y su foco son el «populismo radical» y otros asuntos internos.
El entrenamiento militar pasó de las manos del Departamento de Estado al Pentágono (Departamento de Defensa), quedando liberado de lo que era al menos una supervisión mínima por parte del Congreso en materia de derechos humanos y respeto a la democracia.
Estados Unidos está estableciendo bases militares a lo largo del hemisferio. Pero los medios tradicionales de subversión, intervención militar y control económico se han debilitado seriamente.
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Otto Reich
Yo creo que hay que estudiar el contexto geopolítico que existía en esos años de la Guerra Fría, en esos momentos EE.UU. tenía que tomar en consideración que un gobierno de extrema izquierda, no un gobierno de izquierda – porque EE.UU. ha trabajado con gobiernos de izquierda -, que un gobierno de extrema izquierda como por ejemplo el de Fidel Castro podía ser y resultó ser un aliado de la Unión Soviética y por esa razón un enemigo de los EE.UU.
Ese contexto histórico por supuesto cesó de existir cuando se terminó la Unión Soviética. El presidente Carter trató de hacerlo pero no lo logró, el presidente Reagan sí implementó una política diferente, que era apoyar a gobiernos democráticos, pero no tratar de cambiar a gobiernos de centroizquierda. Desde 1980 hasta el presente, la gran mayoría de los países cambiaron de gobiernos militares de derecha a gobiernos democráticos.
Apoyo más activo
Bolivia es un ejemplo. Cuando llegó el presidente Reagan al poder estaba bajo un gobierno militar igual que Chile, Argentina, Brasil, todos los países de Centroamérica, Ecuador, Perú, y todos ellos cambiaron a gobiernos libremente electos. Eso es un hecho histórico por el cual no se le da suficiente crédito al presidente Reagan. Y yo se que fue una política del presidente, no fue una casualidad que estos gobiernos cambiaran, fue una política del presidente Reagan hacia América Latina de decidir cambiar la política de EE.UU. y apoyar más activamente la democracia.
La democracia trae sus riesgos, ya que muchas veces se puede elegir una persona que no tiene la capacidad o que puede ser un autócrata o un dictador que llega al poder libremente. Por ejemplo Hugo Chávez tiene esos rasgos, o Jean Bertrand Aristide en Haití, los dos fueron electos democráticamente y sin embargo no han regido democráticamente, por eso es que Aristide se fue, lo expulsaron, y a Chávez lo hubieran botado si el referendum de 2004 hubiera sido libre, para mi que fue un fraude.
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Eduardo Galeano
Hay algunos signos de que es al revés.
Está siendo cada vez más irrelevante para la región lo que los Estados Unidos opinen sobre los gobiernos que elige.
Pregunta No. 3
¿Sigue siendo EE.UU., como creen algunos, el imperio todopoderoso y factor crucial en el destino económico o político de la región?
Otto Reich
Estados Unidos nunca ha sido el factor crucial en la economía, la política, la sociedad latinoamericana. Es más, yo creo que esa manera de pensar es muy peligrosa, porque le da una excusa muy fácil a los líderes de países que no saben qué hacer. Puede conducir al fracaso de muchos países y creo que lo ha hecho.
Estados Unidos por un lado es por supuesto el primer comprador de los productos de América Latina, EE.UU. compra más del 50% de todas las exportaciones de la región. En el caso de algunos países más cercanos geográficamente, el porcentaje llega al 90% . EE.UU. es también el principal inversionista en general en A. Latina, la principal fuente de tecnología y de capital, en muchos casos de educación, de modernización, pero esto no quiere decir que EE.UU. domine las decisiones nacionales.
EE.UU. consulta Yo fui embajador de EE.UU. en Venezuela en los años 80, también he tenido otras posiciones y le puedo decir que EE.UU. consulta con sus socios, con sus amigos en A. Latina, pero no le dicta a nadie. El mundo ha cambiado, ya no es el mundo del 1800 o 1900 donde quizás un país muy poderoso podía dictar.
EE.UU. no quiere dictarle a nadie, tiene sus problemas nacionales muy serios, problemas globales como el terrorismo o la proliferación de armas nucleares, y lo que más quisiera EE.UU. es una América Latina en paz y prosperidad. Ése ha sido el objetivo de la política exterior de EE.UU. durante los últimos 25 años, desde 1981, desde que llegó al poder Ronald Reagan.
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Eduardo Galeano
«La liebre hace al cazador», dice un viejo proverbio italiano. Es la mirada del débil la que hace todopoderoso al poderoso.
¿Todopoderoso quién?
Ni los dioses, cuanto menos los hombres. Recuerdo un grafiti en una pared de Santiago de Chile: «Todos los dioses fueron inmortales».
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Noam Chomsky
Estados Unidos nunca fue «todopoderoso» y ahora aún menos. A pesar de ello, aun domina al continente y al mundo, ciertamente en materia de poder militar.
Aunque con la evolución de un orden económico tripolar en recientes décadas (America del Norte, Europa, Noreste Asiático con crecientes vínculos con el resto de Asia) y con los cambios en el sur, la dominación económica estadounidense ni siquiera se acerca a lo que fue en el pasado y, de hecho, es bastante frágil.
Análisis más profundo
Una mirada a fondo sobre este tema requeriría, sin embargo, un análisis más profundo de qué queremos decir por «Estados Unidos». Si nos referimos a la población estadounidense, la dominación es menor. Pero si nos referimos a los que de hecho son los dueños del país, el sistema corporativo, el panorama es diferente.
Por ello el famoso «déficit de la balanza comercial» estadounidense se achica considerablemente cuando consideramos a las importaciones de multinacionales de EE.UU. y sus subsidiarias en el exterior como exportaciones estadounidenses, lo cual es apropiado si identificamos al país con quienes en gran medida son dueños del mismo.
Pregunta No. 4
¿Será A. Latina aún menos prioritaria para EE.UU. debido a la guerra en Irak y otros eventos de mayor importancia para Washington?
Eduardo Galeano
Allá ellos. Lo importante, para nosotros, es perder el miedo. La cultura de la impotencia, triste herencia colonial, todavía nos ata las manos. Seguimos aceptando que nos tomen examen, que nos digan qué se puede y qué no se puede…
Recuerdo una asamblea obrera, en las minas de Bolivia, hace ya un tiempito, más de treinta años: una mujer se alzó, entre todos los hombres, y preguntó cuál es nuestro enemigo principal.
Se alzaron voces que respondieron «El imperialismo», «La oligarquía», «La burocracia»… Y ella, Domitila Chungara, aclaró: «No, compañeros. Nuestro enemigo principal es el miedo, y lo llevamos adentro». Yo tuve la suerte de escucharla. Nunca olvidé.
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Noam Chomsky
Sospecho que América Latina estará muy alta en la lista de prioridades de EE.UU. Mientras Latinoamérica era silenciosa y obediente, parece haber sido ignorada por EE.UU.. Digo «parece», porque en realidad, su subordinación se daba por garantizada y las políticas hacia la región se diseñaban de acuerdo a ello.
Esta postura de aparente negligencia hacia la región cambió rápidamente cuando hubo señales de independencia. Recordemos que la extrema hostilidad de EE.UU. hacia Cuba desde 1959 es atribuida en documentos internos al «desafío exitoso» por parte de Cuba hacia políticas estadounidenses que se remontan a la Doctrina Monroe.
El desafío es intolerable de por sí, pero más aún cuando, como es el caso con Cuba, se teme que el éxito de ese desarrollo independiente pueda ser un «ejemplo contagioso» que «infecte» a otros, parafraseando términos utilizados por Kissinger al referirse al Chile de Allende. Kissinger temía que Chile podía incluso llegar a «infectar» al sur de Europa, una preocupación que compartía con Leonid Brezhnev.
Además, como he señalado, los estrategas de Washington han dado por sentado que podrán contar con los ricos recursos de América Latina, en especial, en materia energética. Aún en los pronósticos más prudentes, puede decirse que no renunciarán a estos recursos con ecuanimidad.
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Otto Reich
Existe la impresión, más en América Latina que en EE.UU., de que EE.UU. ha dejado de ponerle atención a la región. Por supuesto que el gobierno de EE.UU. tiene en estos momentos que darle atención a la crisis que enfrenta, a la situación de peligro a la seguridad internacional. Es un país en guerra, sería una falta de responsabilidad por parte del presidente de cualquier país que está en guerra no ponerle su primera atención a la guerra.
Eso no quiere decir que el presidente Bush no le ha puesto atención a A. Latina. Al presidente Bush le interesa mucho, eso me consta, porque yo fui subsecretario de Estado, estuve en el Consejo de Seguridad Nacional con el presidente Bush en los primeros cuatro años de la administración y viajé con él a muchos países. Viajé con él a México tres veces, viajamos a El Salvador, hicimos la primera visita de un presidente estadounidense a Perú, ha ido a otros países, a él le interesa mucho esta región.
Más atención.
Pero creo, y esto es lo importante, que América Latina tiene que ayudarse a que EE.UU. le ponga más atención. No pueden seguir solamente quejándose de que EE.UU. no hace esto o no hace lo otro. Tienen que ponerle más atención a los problemas de la región. No pueden ignorar, por ejemplo, la amenaza a la democracia en un país como Cuba, como lo han hecho por 47 años. Han apoyado demasiado a un dictador que viola todos los derechos de la Carta de los Derechos Humanos de la ONU.
Tienen que ponerle más atención a los problemas de Venezuela, en donde la democracia está bajo amenaza diaria, y no pueden dejar que EE.UU. venga a solucionar todos los problemas. Existe ese sentimiento por parte de muchos líderes, en privado. Yo le puedo decir que yo he hablado con muchos presidentes, con muchos cancilleres en 25 años, y en privado muchos dicen, ¿cuándo van a acabar ustedes con tal persona?
Yo les digo, nosotros necesitamos que ustedes ayuden al pueblo de tal país, que den más apoyo social, económico, político, a los pueblos que están bajo amenaza y también que se preocupen más por la prosperidad de sus propios países, que acaben con la corrupción, un flagelo que es la primera barrera al desarrollo económico en América Latina.
No hay razón ninguna para la situación de países tan ricos como Bolivia, por ejemplo, un país riquísimo, que tiene riquezas naturales enormes. Bolivia es un mendigo sentado en un trono de oro. ¿Por qué? Porque no se le ha dado suficiente atención a hacer crecer la economía. No sólo se trata de distribución de riquezas, hay que hacer crecer la economía y la mejor manera de hacerlo es un sistema de libre empresa, de libre comercio, de libertad, y eso el lo que ha faltado en muchos países.
Pregunta No. 5
Más allá de las declaraciones y diferencias entre Washington y mandatarios como Hugo Chávez, ¿son mucho más importantes otras herramientas en el juego de poder? ¿Son más importantes hoy otros mecanismos de presión como el cierre de mercados o la modificación de aranceles?
Otto Reich
Efectivamente, EE.UU. se ha dado cuenta ya por varias décadas, que lo más importante para ayudar a la estabilidad política y al progreso económico y social es la apertura de las economías, la apertura externa a través de tratados de libre comercio y la apertura interna a través de más libertad de empresa, de empleos, a través de más oportunidades para los trabajadores al igual que para los empresarios.
Y por eso es que EE.UU. ha apoyado esta serie de tratados de libre comercio. Ya tiene tratados con la mayoría de los países de América Latina, y solamente en este momento hay tres o cuatro países que se oponen, Venezuela y Argentina son los más extremos en ese sentido.
Muchas personas piensan que Brasil está opuesto, sin embargo, cuando el presidente Bush estuvo en Brasil recientemente, la declaración oficial de los dos presidentes al fin de la reunión decía que Brasil seguía apoyando la declaración de Miami de la Cumbre de las Américas de 1994, que decía que el objetivo de los esfuerzos internacionales de la región debía ser la construcción de un área de libre comercio de las Américas, el famoso ALCA, al cual se opone tanto Hugo Chávez y ahora aparentemente el presidente Kirchner de Argentina, también.
Es más, el presidente Fox de México, en la Cumbre de las Américas en Mar del Plata, dijo, «aquí en la reunión hay 29 países de los 34 que queremos un área de libre comercio y no deberíamos permitir que la minoría pare ese proyecto». En ese momento el presidente Chávez insultó al presidente Fox y se creó una crisis bilateral.
Agresividad
La agresividad no viene de los países que quieren la apertura. La agresividad viene de países como Venezuela que en estos momentos tienen gobiernos que no saben qué hacer, que están fracasando.
Es increíble que con los precios del petróleo a un nivel histórico, Hugo Chávez haya presidido sobre una decaída de la economía de Venezuela de casi un 40%, y un aumento de la pobreza de más de 20% y una caída en el empleo. Hay dos millones más de desempleados, en un país con una población de 22 millones, que cuando entró Hugo Chávez hace seis años.
Los países fracasados son los que no tienen las respuestas. La respuesta es más apertura, más atención a los problemas sociales, pero también hay que hacer crecer la economía para que los gobiernos puedan pagar las inversiones en salud, educación, vivienda, los elementos esenciales para que una sociedad crezca y sea equitativa.
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Noam Chomsky
La integración económica internacional es de enorme relevancia, pero no debemos caer en apreciaciones erróneas que son frecuentes. Los mecanismos desarrollados e impuestos por Estados Unidos y sus aliados no son «tratados de libre comercio».
Son una mezcla de liberalización y proteccionismo diseñada -no sorprendentemente- en interés de sus creadores: las corporaciones multinacionales y los Estados que están a su servicios como «herramientas y tiranos», para utilizar la expresión con que James Madison describió el surgimiento del capitalismo de Estado en sus inicios.
Los acuerdos comerciales garantizan ampliamente el derecho a fijar precios de monopolio. También privan a los países en desarrollo de los mecanismos que emplearon las sociedades industrializadas ricas para alcanzar su estado actual. Además de ello, lo que se llama «comercio» es en parte una ficción económica, que incluye vastas transferencias intrafirma dentro de las economías ricas, que no constituyen más «comercio» que el del Kremlin cuando producía componentes en Leningrado, los transportaba a Polonia para su ensamblaje y luego los enviaba para su venta a Moscú, en una «exportación» e «importación» que atravesaba fronteras formales.
Dependencia del Estado
Aún dejando todo eso de lado, las economías de los países ricos, y especialmente Estados Unidos, dependen en gran medida del dinámico sector estatal para socializar el costo y el riesgo y privatizar las ganancias.
Y los acuerdos apenas pueden llamarse «acuerdos», al menos si consideramos al pueblo parte esencial de estas sociedades. Estos acuerdos, impuestos prácticamente en secreto, han sido tremendamente impopulares, en la medida en que pueblo ha ido conociendo su contenido…
En el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés), las únicas palabras acertadas son «América del Norte». Sin embargo, la eficacia de estos mecanismos depende en última medida de la aceptación publica, y como ha quedado en evidencia recientemente en América Latina, esa aceptación está lejos de estar asegurada.
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Eduardo Galeano
Muchos dientes usa la máquina.
La máquina abre la boca y los muestra: dientes financieros, políticos, periodísticos, militares…
Si no asusta, no funciona.