En la sala de autores de la FILEY 2024 espero el encuentro con un poco de nervios y cierta confianza, la figura del escritor premiado internacionalmente intimida, pero también aguardo al camarada, a quien en otros momentos he saludado, como una vez al salir de la Casa de las Américas, en La Habana, Cuba, y a quien he leído a través de sus escritos sobre el Che Guevara, Pancho Villa, algunas de sus novelas y, particularmente, por su obra en coautoría con el Subcomandante Marcos, “Muertos Incómodos (Falta lo que Falta)” (2004), además de que su documental sobre Roque Dalton me parece trascendental.
Paco Ignacio Taibo II está fumando, era una urgencia de esas inaplazable, lo vi correr, y quién no ha tenido una de esas emergencias, al final de cuentas, así, humanizado el escritor, me parece menos impersonal el encuentro. Hemos venido a platicar sobre su obra, la más reciente, “Los alegres muchachos y la lucha de clases. Las batallas de una generación que formaron el presente” (Planeta, 2023) -que presentará unos minutos más tarde-, en ella hace un repaso generacional de aquello que dio sentido a las luchas de quienes fueron jóvenes, y hoy miran su legado con satisfacción y también con un poco de preocupación, pues el devenir del país los comprometió y marcó para toda su vida.
Taibo II regresa, respira, se sienta y comenzamos, ¿cómo te encuentras Paco a tu llegada a Mérida y a la FILEY 2024?
Cansado, arribando a Mérida después de estar 4 días en Tlaxcala, 9 en Nueva York y 10 en Veracruz…la vivencia de estos últimos meses en el Fondo de Cultura Económica (FCE) ha sido de rehilete, para tomar impulso abajo lo que habíamos logrado y ver dónde había que consolidar, habíamos crecido enormemente, nuevas redes de distribución y nuevas maneras de distribuir los libros, íbamos muy bien bajando el precio de los libros, en la creación de salas y club de lectura con voluntariado, pero tienes que pulsarlo, yo no se cómo lo hicieron los otros… el Fondo son 200 librerías, redes de distribución, 140 ferias al año, sucursales en toda América Latina, España y el sur de Estados Unidos, redes de lectura, debates, discusiones, conversatorios, que les mando a los chavillos en la costa veracruzana, en pueblos de pescadores, ¿qué libro puede resultarles interesante?, ¿cómo me pongo en su cabeza, yo con un adolescente jarocho de 16 años?, tengo que repensar todo, tengo que leer más, mi equipo tiene que leer mucho más, entonces es una tensión positiva, pero de rehilete.
Bueno, debo decirle, sin cultivo a nadie, que he visto un cambio en el Fondo de Cultura Económica, soy lector y he observado la reedición de obras interesantes e importantes, algunas marcadas hacia el pensamiento de izquierda, lo cual me parece fundamental y más en los tiempos que vivimos de oscurantismo en el mundo. Sin duda, el fomento de la lectura a través de las instituciones gubernamentales y privadas es complejo, más para una tan grande como lo es el FCE, y justo hoy estamos en la Filey 2024, una de las pocas ferias en el país que le da énfasis a la lectura y no únicamente al libro, entendiendo que no debiera ser el eje rector la comercialización o la venta, sino los procesos, las acciones, todo lo relacionado con la lectura, con acercar a la sociedad a la lectura, a los jóvenes principalmente, pero desde luego a todas las generaciones, y pensando en ese contexto, en un primer acercamiento o mirada a “Los alegres muchachos” encuentro un poco la guía de las lecturas de tu generación.
Exacto, quise dejar registro, ¿para quién?, para los que no lo han leído, para los que no leyeron a Philip K. Dick en su día, o no leyeron la poesía de Félix Grande en Paralelo como la de Antonio Machado, como sí hicimos nosotros en el 68. Una de las muchas intenciones que hay escondidas detrás de “Los alegres muchachos”, es esa, el dejar un registro de películas, novelas y poemas que nos marcaron, bajo la idea de que la izquierda de a deveras se crea con educación sentimental y no con rollo político.
Por un instante, le robo la palabra a Paco, elChe Guevara lo decía, el revolucionario está principalmente hecho de un sentimiento pleno de amor…
Y sobre todo de una reflexión que tiene que ver con la columna vertebral, con la ética y las emociones, durante mucho tiempo la izquierda de este país era terriblemente dogmática, te decían cosas como “ese libro no porque es evasión”, y tú le decías: “evasión es fugarte de la cárcel colega, a ver si te enteras, ¿no?”.
Sí, sí, yo encuentro esa ruta de formación de los alegres muchachos de su generación, incluso con las lecturas que menciona, con los personajes de la izquierda internacional y también de la derecha internacional, con los futuros traidores, “chayotes”, y con los consecuentes hasta el día de hoy, en todas las líneas de las izquierdas, porque hablar de la izquierda en un único sentido es equivocado y dogmático. Encuentro un poco también, evocando a José Agustín, esa contracultura, la formación de su generación que le permite romper el esquema de una manera mezclada con los capítulos personales. Como usted va hilando el recuerdo, la memoria, el juego, las competencias, las vivencias, las prácticas juveniles que a veces no necesariamente tienen una intención política o una búsqueda de una respuesta política y que, sin embargo, en alguna de ellas, usted adelanta un poco: “no sabíamos que esto iba a cambiar”, “no sabíamos que esto iba a tener un resultado”, “no sabía que esto iba a impactar de alguna forma”, y en ese sentido le quisiera preguntar ¿cómo fue la experiencia de narrar a su generación?
Complicada porque me tomó muchos años, es un libro que se cocinó durante 20 años. Ahora quiero esta historia, ahora quiero esta otra, ahora quiero pensar en estos lectores o en este tipo de lectores que no vivieron nada de esto, ahora quiero pensar en los lectores de la generación intermedia, ahora quiero hacer historia personal, quiero contar la relación con mi padre, porque son importantes para mí, y era complicado porque era ir sumando con cuidado, porque si seguía sumando se iba volver una enciclopedia de 800 páginas y si ibas hacia la historia y no hacia una historia narrativa como esto es, corrías el riesgo de tener la pretensión de contar 50 años de lucha social, no es esto el objetivo del libro.
Sin embargo, sí hay un poco de eso… pero en ese proceso de memoria que usted hace para sí mismo y para los lectores, ¿cómo se nutrió, entrevistó o buscó a su generación o fue un ejercicio de recuerdos en estos 20 años?
Al revés, rehuí, porque sabía conforme lo iba escribiendo que si empezaba a consultar me iban a engordar el libro, de hecho, el día que dije aquí terminó, lo leyeron sólo dos personas, me hicieron algunas observaciones, pero si lo hubiera hecho durante los 2 años que dediqué plenamente a la redacción, que fueron los años de la pandemia, me hubieran llenado el libro, y ¿por qué no cuentas esto?, ¿no te parece importante esto otro? Y el riesgo era mayor, es cierto, es un ejercicio de memoria colectiva individual, pero privilegio lo individual y lo reconozco en la primera página, esto es para tratar de que la memoria no me destruya, mi propia memoria no me destruya mi pasado, me he dedicado a reconstruir la historia de Villa, ¿y la historia de Paco Taibo? Y tampoco quería hacer una autobiografía, o sea, ¿dónde están las medias tintas aquí? Sí, pero no, no pero sí.
Usted lo advierte desde la nota introductoria: el libro es y no es una historia de mi generación, es y no es una autobiografía, es y no es un relato, es y no es una historia, es y no es una novela, y sin embargo, es un poco de todo, al fin y al cabo lo que sí creo, es que es un poco la ruta para que las nuevas generaciones se acerquen a cómo se formó la generación de ustedes, la generación del 68, la que vivió este cambio que no ha terminado de cuajar y creo que es una de las coyunturas históricas fundamentales en su escritura para su generación; el movimiento del 68.
Mira, un libro es una serie de intentos casi siempre fracasados, una serie de aciertos muchos de ellos involuntarios, y la verdadera medida me la empiezan a dar los lectores apenas ahora. Es un libro que crea eco lentamente.
Es un libro que creo tendrá muchas interpretaciones, no sólo por lo que sí es y lo que no es… pero pensando en un sector de los lectores, los lectores de su generación, ¿qué han dicho?
Nada todavía, o muy poco. Hace años terminé una conferencia y se me acercó un adolescente y me dijo ven, y jaló a un segundo adolescente, y le dijo: “pregúntale”, y el segundo dijo: “¿se puede ser ateo y no hay pedo?”, le dije, “se puede y sí hay pedo”.
Y mucho, mucho, dependiendo de dónde esté uno… Paco ríe y prosigue.
Todavía no tengo la respuesta de este libro, es curioso, hay libros que te dan una respuesta inmediata, cuando publiqué “Yaquis”, al mes y medio de haberlo publicado un alud: “ya era hora, el genocidio ignorado, tapado, encubierto, el porfirismo santificado…”, en un mes y medio tenía eco, cuando publiqué “Patria”, en un par de meses tenía los primeros ecos: “la historia generacional de los liberales rojos… ya la hiciste…”, y las ventas se desparramaron, este libro lo único que ha producido es un nivel de ventas continuo, con situaciones muy extrañas, pues Planeta lo saca cuando saca a Foster, Premio Nobel, por lo tanto, éste está en segundo lugar de ventas de Planeta. Ergo, Foster deja de estar de moda una semana después y éste se pone en primer lugar de ventas de Planeta, pasan 7 días y sacan el libro de Andrés Manuel, a la chingada el mío, me mandan de nuevo al segundo lugar de ventas, pasan tres semanas y sale a la luz el de Gabriel García Márquez, ¡ya déjenme estar en primer lugar de ventas un mes completo!…
¿Por qué será que va lenta la reacción, será que no queremos enfrentar ese pasado?
No, yo creo que la gente está leyendo menos rápido que antes, no está leyendo menos, está leyendo menos rápido.
¿A qué lo atribuye?
A que tienen un montón de material en las manos, hemos logrado muchas cosas; las ferias de libro ambulantes, lo tendidos, el teléfono rojo que nosotros hacemos con frecuencia, ha adoptado la gente los libros en su casa y van leyendo, y ya el fenómeno más universal, aquel donde se anunciaba que ya salió “Rayuela” de Cortázar, y ya la leyeron todos los que lo leen que éramos como 5 mil, tampoco éramos tantos, ya los 5 mil que van a leerla, ya la leyeron. En los primeros tres meses ya lo habíamos leído. Estos fenómenos ya no se producen, tienen un cocimiento muchos más lento y esa es la virtud de lo que estamos siendo en el Fondo, nosotros no descatalogamos nada.
Y estadísticamente la venta no necesariamente habla de la lectura rápida, hoy, por ejemplo, hay venta nocturna, vamos a comprar 5 ó 6 libros, ¿cuándo lo vamos a leer?, ¿cuál leer primero?
Fíjate que chistoso, pareciera que la batalla ya no es para que te lean, sino para que pongan arriba de la pila de libros.
Es un hecho real, acumulamos libros, creo que, con menor pena, sabiendo que en algún momento los vamos a leer…
En un par de meses tendré una retroalimentación de este libro, es inevitable, conforme empiece a salir a la calle, entonces cuando el libro esté aquí y allá, ya empiezas a encontrar lectores con observaciones puntuales y además yo creo que me salió la movida, porque hay lectores de 15 años y de 90. El de 90 años por lo general dice: en la página 173 yo era el que estaba atrás de ti llorando, y pues que chingón, porque ¿qué dices cuando alguien te dice eso?, significa que lograste un retrato de tu tiempo.
Paco se detiene, mira el reloj, ya es hora de la presentación de su obra, pero siempre hay tiempo para un cigarro más. Se pone de pie y me dice: “vamos a fumar”.
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