-M.H.: Estamos con Norberto Bacher, un argentino-venezolano ya que hace varios años que vive en ese país. Me gustaría que te presentaras a nuestros oyentes. Tu trayectoria, tu historia, y por qué desde hace casi 15 años residís en el país hermano de Venezuela. -N.B.: Mi historia es en lo particular algo que creo es […]
-M.H.: Estamos con Norberto Bacher, un argentino-venezolano ya que hace varios años que vive en ese país. Me gustaría que te presentaras a nuestros oyentes. Tu trayectoria, tu historia, y por qué desde hace casi 15 años residís en el país hermano de Venezuela.
-N.B.: Mi historia es en lo particular algo que creo es propio de una generación, la de los ´60/´70 que asumimos desde muy temprano la militancia política, revolucionaria, por la transformación socialista del país. En mi caso esa militancia nace casi en los momentos en que los «gorilas» tumban al gobierno de Perón a fines del ´55. Mi historia está ligada a la lucha de esa generación, con sus altos y bajos, sus enormes experiencias y enseñanzas a un precio muy alto que pagamos y seguimos pagando. En ese devenir, luego de la vuelta de lo que ahora llaman democracia, de esta institucionalización republicana del modo de vida burgués, algunos compañeros tratamos de conformar núcleos de reagrupamiento de la militancia, pequeños destacamentos de militantes que nos reivindicamos de los orígenes del Manifiesto Comunista, haciendo la referencia más lejana. Por esa vía tomamos contacto con compañeros venezolanos, a través del Foro de San Pablo, en el momento en el que nacía el proceso bolivariano, luego de la Constituyente, a principios de 2000/2001. Estos compañeros nos propusieron que los ayudásemos a un proceso de formación de cuadros políticos, viniendo ellos de una larga trayectoria de lucha desde la izquierda que no nació con Chávez, pero que dio un salto histórico a partir de su llegada y ascenso. Asumir la propuesta implicaba ir a Venezuela por un período muy corto de unos meses, pero las circunstancias hicieron que esos meses se hicieran largos, porque coincidieron con los momentos más álgidos de ese proceso que fueron la preparación del golpe de Estado que se dio en 2002, pero que comenzó con un primer intento de lock out patronal a fines de 2001 y todos los sucesos que ya son públicamente conocidos como el golpe de abril de 2002, la recuperación inmediata y el intento de sabotaje petrolero. Me ligué mucho a los trabajadores petroleros y desde entonces estoy muy metido con ellos y siguiendo todo el proceso. Me siento un argentino ligado a ese proceso venezolano.
-M.H.: Se ha producido en los últimos días un hecho que podríamos llamar de mucha gravedad. Los Estados Unidos, volvieron a la carga contra Venezuela, el Presidente Barack Obama declaró que Venezuela es una amenaza para la seguridad interna de los Estados Unidos. Me gustaría que hicieras una reflexión sobre esta afirmación y qué representa para Venezuela.
-N.B.: Obama dijo ayer que Estados Unidos estaba en una emergencia nacional porque había una amenaza inusual y extraordinaria a su seguridad nacional y a la política exterior de Estados Unidos por la situación de Venezuela. Y como medida extendió la sanción, que ya habían tomado contra otros funcionarios, a 7 funcionarios actuales del gobierno de Venezuela. Muchos de ellos militares, por ejemplo, el General Benavídez Torres que es Comandante de la Red Estratégica de integración regional en la región central del país, el General Gustavo Enrique González López que era jefe del servicio de seguridad SEBIN y que fue nombrado ayer Ministro del Interior, el General Noguera Pietri que fue Comandante de la Guardia Nacional y es actualmente Presidente de la Corporación Venezolana de Guayana que agrupa a todas las poderosas industrias básicas de ese sector al sur del país en el estado Bolívar, a una Fiscal, Katherin Harrington, al director de la Policía Nacional Bolivariana, a un jefe de una brigada blindada de Caracas y a otro General que es inspector de las Fuerzas Armadas Nacionales. Contra todos ellos impone sanciones que significan quitarles las visas, prohibirles la entrada y posiblemente tratar de perseguirlos si salen de territorio venezolano.
Estas sanciones son un simbolismo, sus efectos prácticos son pocos, pero es la expresión de un hecho muy grave. Estados Unidos viene embarcado desde hace mucho en minar la revolución bolivariana, especialmente al gobierno de Nicolás Maduro desde que salió Chávez de la escena política por las razones que todos conocemos. Ha dado un salto cualitativo, es una declaración abierta de guerra. Lo que no consigue la contrarrevolución con los factores internos que son la derecha, las fuerzas burguesas, que apoyan a los políticos de derecha y no consiguen cohesionar sus fuerzas. A pesar de que en algunos casos son poderosos, no tienen la suficiente capacidad de movilizar masas como para tomar acciones de mayor envergadura, el imperialismo que siempre ha comandado estas operaciones, desde aquel golpe inicial de abril del 2002, esta vez toma la iniciativa abierta de empujar. Está avisando. Es un salto muy grave que hay que tomarse muy en serio. En este sentido me parece muy pertinente un artículo que escribió hoy Atilio Borón, donde alerta sobre esto y dice que no es impensable que vengan escaladas con acciones y operaciones provocativas de tipo secretas como, por ejemplo, matar a un diplomático yanqui en Caracas, para justificar una intervención internacional que opere con lo que no consiguen con las fuerzas reaccionarias nacionales. Borón ejemplifica con una larga lista de antecedentes históricos de este tipo, que los latinoamericanos conocemos muy bien.
Hay que ver esto en un contexto en el que lamentablemente alguna izquierda discute si la revolución ha avanzado más o menos. Es un tema discutible, podemos debatir hasta dónde ha avanzado, si hay debilidades, que las hay. Podemos leer en diversos diarios de la izquierda revolucionaria donde escriben sus referentes y muchos dicen que el proceso ha sido tomado por la socialdemocracia. Hay que preguntarse si esto es así, ¿por qué el imperialismo toma esta acción? La realidad está dando una respuesta, el imperialismo necesita acabar con esa punta de lanza que existe en América Latina, esa vanguardia revolucionaria que representa el proceso bolivariano. No sólo para reapropiarse del manejo del petróleo, que es una razón muy poderosa pero que no explica todo, otra razón de muchísimo más peso es la potencialidad de la existencia de un pueblo que está tratando de autoorganizarse, con sus debilidades, para trascender la estructura capitalista, para romper con esa dependencia no sólo del llamado neoliberalismo, sino del propio capitalismo, romper con esa lógica. Derrumbar a la Revolución Bolivariana sería como derrumbar una suerte de viga maestra que sostiene la esperanza de millones de latinoamericanos en este momento, y de otros que están mucho más allá del territorio latinoamericano, de tendencias revolucionarias, de la perspectiva de una transformación.
Esto se ha convertido en un elemento vital para Estados Unidos dentro del marco de una contraofensiva que intenta en una situación global de crisis del capitalismo. El imperialismo necesita retomar la iniciativa y para ello, su «patio trasero», nosotros, los latinoamericanos, somos fundamentales. Esta es la situación de alerta que nos debe movilizar a todos.
Los problemas no se pueden negar, pero hay que entenderlos en un contexto
-M.H.: Venezuela esta pasando por una difícil situación económica, mucha de la prensa de nuestro país, sobre todo Clarín y La Nación, hacen hincapié sobre el desabastecimiento, los índices inflacionarios, la paridad del dólar. ¿Cuál es tu visión respecto de estos temas?
-N.B.: Los problemas no se pueden negar, hay que asumirlos, pero también hay que entenderlos en un contexto. La economía no está separada de la lucha de clases, es parte central y en Venezuela hay desde hace años una aguda lucha de clases. Por supuesto, las clases históricamente poseedoras defienden sus intereses, no solo los inmediatos, sino su perspectiva histórica de recuperar el control político del país a través de varios mecanismos, no solo de los golpes tradicionales, no solo a través de movilizar masas inconscientes en las llamadas guarimbas que en realidad son pequeñas patrullas fascistas, sino también golpeando la economía venezolana.
Se puede golpear porque la revolución tiene sus debilidades, hay que entenderlo como parte de la lucha de clases que se plantea como una guerra económica, es parte del teatro de operaciones que se desarrolla en ese campo, para esto primero hay que entender que Venezuela no ha podido, pese a los enormes avances, romper la dependencia de la renta petrolera.
Esa dependencia es una fuerza y una debilidad, una fuerza porque tiene un poderoso recurso que le permite presionar en el mercado mundial como en estos años en los que hubo una elevación del ingreso petrolero y una debilidad porque ha hecho una economía donde todos los sectores ligados a la producción son parasitarios de la renta petrolera. La burguesía venezolana es doblemente parasitaria porque históricamente ha vivido succionando renta petrolera durante gran parte del siglo XX, a pesar que ha perdido el control de PDVSA.
Esto es una fortaleza de la economía venezolana, porque a diferencia de lo que pasa en Argentina, si los exportadores tradicionales de productos agropecuarios no liquidan dólares al Banco Central el gobierno no tiene divisas y tiene que estar constantemente negociando su liquidación para que ingresen los dólares necesarios. En Venezuela el 95% del ingreso de divisas lo genera el sector estatal por la vía petrolera, específicamente PDVSA, y los tiene el gobierno.
Con buen criterio, en el momento en que se recuperó PDVSA, el gobierno impuso el control de cambios para evitar la tradicional fuga de divisas. Permanentemente la burguesía ha tratado de quebrar eso, ha creado cantidad de mecanismos para perforarlo. La pregunta que se debe hacer cualquier ciudadano honesto, sea o no admirador del proceso chavista, es que si un recurso lo genera el Estado, es un recurso social. Entonces, ¿por qué ese recurso debe dársele a la burguesía? Esos dólares deben estar en función social.
Evidentemente, el gobierno en sus distintas fases ha tenido debilidades y la burguesía ha conseguido apoderarse de esos dólares, ha habido fugas gracias a complicidades internas de sectores corruptos que existen dentro del Estado venezolano. Estos sectores han sido combatidos por el propio Chávez y denunciados por ministros del Presidente Maduro. A mi parecer, una de las debilidades, es que uno de los mecanismos de perforación son las maniobras de sobrefacturación con las importaciones. Uno de los pasos que no ha dado la Revolución Bolivariana es imponer un control del comercio exterior, al menos de los sectores más importantes. Eso debió hacerse hace varios años, en un momento en el que había mayor ofensiva política, en este momento el gobierno está muy debilitado como para hacerlo, porque la derecha está en una ofensiva internacional y nacional y toda revolución tiene fases ofensivas y defensivas. Entonces, hay que pasar a la ofensiva.
Otra de las debilidades y que también es a la vez una fortaleza, es que el sector estatal ha crecido enormemente, a diferencia de lo que pasa con el Estado argentino, que prácticamente no tiene injerencia directa en la producción. Una de las ramas de este crecimiento en Venezuela es el sector energético, empezando por el petrolero, las telecomunicaciones, el sector de las llamadas industrias básicas que comprenden la extracción y elaboración del aluminio, fundamentalmente, pero también del oro. Las minas de oro que estaban en manos de lobbys, entre ellos el sionista, han sido recuperadas. Así como centenares de empresas que han sido recuperadas y hoy están en manos del sector estatal, por ejemplo, productoras de alimentos como aceite o cafeteras, pero que todavía no tienen el nivel de productividad necesaria, y cualquiera sea su forma de relación social, que se asienta sobre la economía basada en el tiempo de trabajo, tiene que tener una base altamente productiva, eso es parte de la rémora que dejó una cultura burguesa, que en algunos casos se ha agravado al estatizarse, no en todos, porque en otros ha mejorado.
Hay una guerra por esa apropiación, por la lucha por el dólar. Hay una alta inflación, el año que pasó llegó al 68%, lo que deteriora el salario. Si bien el gobierno genera mecanismos permanentes para compensar el salario, siempre es una lucha desde atrás y perjudica al trabajador. La mentira neoliberal consiste en la afirmación de que hay una emisión monetaria, no es que no se emita, tiene que ver con el dogma neoliberal que nos han metido, no existe lugar en el mundo donde haya habido tanta expansión monetaria como en los grandes centros capitalistas y, sin embargo, no hay inflación, por el contrario, tienen deflación.
¿Por qué hay inflación en Venezuela? La respuesta es que la emisión monetaria sigue a la inflación, para dar respuesta al enorme aumento del consumo popular, que se da a partir de la mejora de las condiciones de vida y los subsidios, aunque ahora se ha deteriorado el salario, en términos históricos ha subido. En la mayoría de los países latinoamericanos hay una redistribución regresiva del ingreso nacional, incluso muchos no han llegado a la que había en los ´80. En Venezuela la redistribución ha dado un vuelco y eso hace que la gente consuma más y a la vez genera fenómenos de todo tipo, incluso del pequeño acaparamiento que perjudica la cadena de abastecimiento, el retraso cambiario hace que sea más dificultoso que lleguen aquellos productos de los que Venezuela no se autoabastece, que son rubros básicos de alimentación, limpieza, etc.
Ha habido una enorme redistribución de la tierra, más de dos millones de hectáreas han sido tomadas por el Estado y redistribuidas, pero no significa que esa tierra se vuelva inmediatamente productiva. Algunos sectores han avanzado enormemente en formas de organización de comuna agrícola y están produciendo, otros no, hay tierras que ha tomado el Estado que se han vuelto improductivas. Hay fenómenos muy contradictorios, lo que no significa que haya que retroceder ante la toma de tierras, es parte de esta guerra, de la ofensiva política.
El problema del dólar es un tema difícil porque hay una gran especulación, el Estado debe ejercer una acción coercitiva. Ha habido una enorme presión de las burguesías locales y de fuerzas internacionales para imponer una política devaluacionista. En buena medida el bolívar se ha devaluado, pero el gobierno se resiste a legalizar esa devaluación. La franja de cotización que subsidia a 6.30 bolívares por dólar para abastecer una cantidad de productos básicos, fundamentalmente alimentación y medicina, es para frenar esa puja por la devaluación.
¿Se podrá ganar esta guerra económica? Creemos que sí, la derecha apostaba a crear un caos social, no lo consiguieron, la gente vive enojada en muchos casos porque no consigue productos y esto puede tener efectos electorales negativos, pero está entendiendo cada vez más que esto se origina en las grandes cadenas acaparadoras de la sobrefacturación, que reciben productos a 6.30 por dólar y los mandan a Colombia vía contrabando para venderlo a 40 veces más, ésa es una enorme presión.
Además, es un factor de disgregación social, porque también está el pequeño mercader que surge de las entrañas de lo más pobre del pueblo y que se transforma en especulador de su vecino, que consigue un paquete de pañales a precio subsidiado y lo quiere vender diez veces más caro, pasa a tener una renta parasitaria por hacer las colas y vender esos productos, es un fenómeno que se está combatiendo con conciencia y organización popular.
La solución a la economía es el relanzamiento de las fuerzas sociales y políticas bolivarianas
-M.H.: Sin ánimos de pontificar o decir qué deben hacer los venezolanos, me gustaría escuchar tu opinión acerca de cuáles serían a tu entender las medidas que debería tomar el gobierno de Nicolás Maduro, a los efectos de encauzar esta situación que describías hace unos minutos.
-N.B.: Creo que la solución de la economía es política, es el relanzamiento de todas las poderosísimas fuerzas sociales y, por supuesto, políticas del universo bolivariano, que exceden la organización partidaria del PSUV. El fenómeno bolivariano no es epidérmico como se imagina la derecha, un proceso así no llega para derrumbarse sin dejar secuela. La historia dirá cuáles serán los meandros que siga, que seguramente no serán nada lineales, como no lo ha sido su desarrollo hasta ahora, donde conviven fuerzas muy radicales con otras que son también reformistas, o conservadoras.
Este proceso surge en una situación de mucha dispersión de las fuerzas de izquierda, de confusión ideológica de los pueblos, de derrota del movimiento obrero internacional con el derrumbe del campo socialista y, por primera vez, pone en debate, no de pequeños grupos que siempre lo han hecho, sino ante las grandes masas, el problema del socialismo que el pueblo venezolano ha asumido en su mayoría.
Paradójicamente muchos sectores que se llaman de clase media, opositores al chavismo y que seguramente votan en contra, quieren lo que tradicionalmente los sociólogos y analistas políticos llaman «Estado de bienestar», un Estado que los proteja, no quieren un ajuste neoliberal, quieren una gasolina subsidiada, una energía casi regalada, no van a renunciar a esto tan fácilmente y es por eso que los líderes de la derecha no pueden exhibir su programa real. Están tratando de desmoralizar al pueblo, de convencerlo de que todo lo que toca el Estado lo destruye. Pero el pueblo en general está ganado para eso y no solo los millones de fervorosos adherentes a Chávez. Aunque votar en Venezuela es optativo y entonces tal vez haya un fenómeno de abstención electoral.
Las medidas se han tomado y se están llevando a cabo, tienen que ver con ejercer el control del abastecimiento con fuerza, se ha detenido en los últimos meses el contrabando, pero son medidas defensivas, casi de acción militar. La mayor medida ofensiva que hay que tomar a nivel social es el aumento de la productividad en el sector estatal, esto depende del desarrollo de la conciencia de los trabajadores que tienen en sus manos las empresas del Estado. El aumento de la productividad es un aspecto clave, es cierto lo que señalan algunos críticos de «izquierda» que existen funcionarios burocráticos que traban esto, pero es parte de la lucha de clases. ¿En qué revolución no ha habido burocracia? Son los restos del viejo Estado burgués y eso no se evapora. Recomendaría a aquéllos que son más estudiosos de estos problemas, leer los escritos del último período de Lenin, de la fase de transición. En 1921 decía que había una revolución mucho más difícil que la que habían hecho derrocando a los zares, tomando el Palacio de Invierno e instalando los Soviets, que era la de la conciencia de los propios trabajadores.
Este pensamiento de Lenin se emparenta con lo que nos decía el Che sobre la creación del hombre nuevo y del trabajo voluntario, este problema está planteado y es agudísimo en Venezuela, es necesario que las clases potencialmente revolucionarias, que son las favorecidas por la revolución, las que han soportado la revolución hasta ahora y que no están dispuestas a desecharla, asuman conscientemente el aumento de la productividad. En esto hay una larga lucha y existe un arco de claroscuros con ejemplos muy negativos y muy positivos. Hay un debate entre los trabajadores, he estado en uno entre petroleros, en una empresa mixta en la que PDVSA está asociada con Chevron, que se llama Petropiar, donde los socios de Chevron le ofrecen a los trabajadores irse al otro lado de la frontera, a Colombia, a trabajar ganando U$S 8.000 mensuales. He escuchado a trabajadores decir que a pesar del ofrecimiento no se irían, y esto fue hace apenas dos meses atrás.
Creo que las medidas que hay que tomar son varias, algunas se están tomando, otras vienen demoradas, pero la fundamental es la política de ofensiva en la fase productiva por la vida y autoorganización de los trabajadores. Ese debate se esta dando en el seno del campo de los trabajadores y el resultado es como toda lucha de clases, de final abierto.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.