«Aquí comença la Revolució» – reza una pancarta en Plaza Catalunya, Barcelona. A propósito de lo que está ocurriendo en el estado español, como eco de lo que ha ocurrido en el mundo árabe y en otras sociedades de la Unión Europea silenciadas por los medios de comunicación de masas –Islandia, Grecia, Francia, Reino Unido, […]
«Aquí comença la Revolució» – reza una pancarta en Plaza Catalunya, Barcelona.
A propósito de lo que está ocurriendo en el estado español, como eco de lo que ha ocurrido en el mundo árabe y en otras sociedades de la Unión Europea silenciadas por los medios de comunicación de masas –Islandia, Grecia, Francia, Reino Unido, etc.-, podemos percibir que hay una voluntad transformadora asumida por un heterogéneo grupo que ha irrumpido en la realidad político-social, cuyo objetivo último es la transformación de un sistema económico que ha instrumentalizado los dos anteriores… Es decir, en estas protestas no se está cuestionando a una institución, a un partido político, a un estado, a una política económica, o una forma de entender esas políticas; sino que se cuestiona al sistema que las ha engendrado, y en particular a la «democracia» monárquica surgida de la transición, en donde los partidos mayoritarios -Partido Popular (derecha), Partido Socialista (socialdemócratas) y demás partidos con los que forman coaliciones para alcanzar el poder- son parte indisoluble del origen de todos esos problemas sociales que han desencadenado la voluntad de un pueblo y a una vanguardia asumida por la «generación perdida», refiriéndose a ese grupo de ciudadanos que han nacido insertados en un sistema esclavizante aparentemente aletargados, pero que hoy empuñan la banderas de las lucha y dan ejemplo de organización social en torno a las ideas.
En ese sentido estas manifestaciones no son una casualidad inmediatamente derivada de la coyuntura político económica actual, en la que los grandes rescatados son los que han generado la crisis financiera global, mientras el común ciudadano es ahogado en la total indefensión de eso que se ha dado en llamar «la doctrina del shock«, a la sombra de la cual se ha vaciado de contenido los derechos sociales y laborales conquistados, como no se había visto en la historia reciente; en realidad esa coyuntura económica es sólo el catalizador de una descontento social creciente derivado de la políticas de esa «Europa Social» que nunca ha existido para los ciudadanos, sino y únicamente para satisfacer los mercados; del mismo modo que las plataformas virtuales sólo han sido un medio de organización prima continuada por un «efecto bola de nieve»; y las revueltas del mundo árabe -especialmente Egipto y Túnez– el ejemplo inmediato de que ese sistema que se cree, se muestra y se enseña inamovible puede ser derribado con una decidida activación y voluntad colectiva de las bases sociales.
En esencia, el 15M-2011 ha permitido a los ciudadanos despojarse de los miedos para dar paso a la organización de las masas por las masas, lejos de organizaciones políticas y sindicales tradicionales por las que han sido traicionados; recordemos que el detonante de este proceso debería de haber sido asumido por los sindicatos en la huelga general exitosa en asistencia del 29S-2010, sin embargo, la misma terminó por evidenciar la traición de esos sindicatos mayoritarios -UGT y CCOO (respaldados por Izquierda Unida)- y el divorcio de los mismos con sus representados; y es que esos sindicatos se sentaron a negociar, planear y pactar con los estamento políticos la drástica reducciones de derechos que hoy dominan el panorama laboral del estado español, y con ello lograron su otro objetivo, las desmovilización de las masas; en este hecho encontraremos la razón última por la que este heterogéneo grupo «apolítico» -en realidad somos sujetos políticos, ejerciendo e impulsando la transformación desde una organización espontanea y asamblearia- ha renunciado levantar las banderas de las organizaciones políticas y sindicales tradicionales. Esto no quiere decir que los hechos sean espontáneos, ni mucho menos, pues éste es el resultado de años de trabajo asumido por la izquierda real -encarnadas por el militante común, redes y organizaciones sociales- aunque fragmentada, muy activa en la denuncia y agitación de sus bases al respecto de la inviabilidad del capitalismo neoliberal, implementado como dogma desde las esferas de poder nacionales, de la unión y supra-soberanos…
Para los inmigrantes, los hechos resultan en una genuina oportunidad para revelar las injusticias de un sistema que les ha explotado como fuerza laboral, y sin embargo siguen estando a la cola de los derechos y estructuras sociales, aún cuando han desempeñado un papel activo en el desarrollo económico y social; incluso, con motivos de las elecciones se les utiliza como arrojadiza arma electoral…, también, el evento resulta en idóneo para denunciar la políticas migratorias de la UE, especialmente la implementación de los Centros de Internamiento de Extranjeros (los Guantánamo europeos), en donde son recluidos por faltas administrativas miles de ciudadanos de todo el planeta…
Esta movilización ciudadana que de momento resulta en imprevisible, se presenta como la única alternativa en una realidad social en donde encontramos a 5 millones de trabajadores -20% de la población económicamente activa- en desempleo derivado de la crisis financiera, y que por las reformas urdidas desde y por el poder se encuentran en absoluto abandono e indefensión frente a la patronal que de la mano de políticos y sindicatos mayoritarios continuan derribando toda la estructura de derechos; al tiempo, que todo el esfuerzo económico se encamina a rescatar a la banca para que continúe siendo acreedora del estado, así como para el apoyo de costosísimas agresiones militares a estados soberanos.
Las propuestas de los manifestantes son reveladoras (las más importantes):
1. Democracia real ya.
2. Reforma de la ley electoral, listas electorales abiertas y eliminación de las listas electorales a imputados por la justicia.
3. Una política económica de carácter social.
4. Abolición de las leyes y medidas discriminatorias e injustas: Ley del Plan Bolonia y el Espacio Europeo de Educación Superior, la Ley de Extranjería y la Ley Sinde.
5. Reforma fiscal favorable para las rentas más bajas, una reforma de los impuestos de patrimonio y sucesiones. Implantación de la Tasa Tobin, la cual grava las transferencias financieras internacionales y supresión de los paraísos fiscales.
6. Reforma de las condiciones laborales de la clase política (eliminación de sueldos vitalicios.)
7. Programas y propuestas políticas sean de carácter vinculante.
8. Que se aplique el artículo 128 de la Constitución, que determina que «toda la riqueza del país en sus diferentes formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general»; y nacionalización de las entidades bancarias rescatadas…
9. Desvinculación verdadera entre la Iglesia y el Estado, como establece el artículo 16 de la Constitución.
10. Recuperación de las empresas públicas privatizadas.
11. Reducción del gasto militar, cierre inmediato de las fábricas de armas y un mayor control de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Como movimiento pacifista creemos en el «No a la guerra».
12. Recuperación de la Memoria Histórica y de los principios fundadores de la lucha por la Democracia en nuestro Estado.
13. Total transparencia de las cuentas y de la financiación de los partidos políticos como medida de contención de la corrupción política.
14. Referéndum sobre monarquía o república.
15. Investigación y condena de los responsables de la debacle económica.
16. Lucha contra la xenofobia.
En definitiva, estamos ante el primer síntoma de la manifestación de la lucha de clases disipada por el falso estado de bienestar; pues con estos hechos se está sentado el presente fundamental para el desarrollo de una lucha que amenaza al sistema implementado por los que dominan las políticas de la Unión; y más allá de que se alcancen los objetivos planteadas en las mismas resulta en un éxito, pues ha permitido la activación de un amplio sector social hasta ahora aletargado.
Soplan vientos de cambio…
«… la importancia de las movilizaciones sociales estriba, más que en sus logros inmediatos, en su capacidad de transformar a quienes participan en ellas…» Karl Marx
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