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Entrevista al sociólogo del trabajo Ricardo Antunes, de la Universidad de Campinas

«El 15M fue la fiesta de las clases medias altas»

Fuentes: Rebelión

M.H.: En comunicación con Ricardo Antunes en Campinas, San Pablo. R.A.: Buenas tardes, Mario. M.H.: Las marchas de protesta contra Dilma son realmente preocupantes, sobre todo por algunas consignas: «Brasil no será una nueva Cuba», «Fuera Dilma», «SOS Fuerzas Armadas, contra el comunismo y por la intervención militar constitucional», «El PT es comunista y el […]

M.H.: En comunicación con Ricardo Antunes en Campinas, San Pablo.

R.A.: Buenas tardes, Mario.

M.H.: Las marchas de protesta contra Dilma son realmente preocupantes, sobre todo por algunas consignas: «Brasil no será una nueva Cuba», «Fuera Dilma», «SOS Fuerzas Armadas, contra el comunismo y por la intervención militar constitucional», «El PT es comunista y el comunismo es ateo». Apelo a tu análisis.

R.A.: El primer punto es que la caída de popularidad de Dilma es muy grande en todos los sectores sociales, desde los más pobres hasta las clases dominantes. Por otro lado, las manifestaciones del 15 de marzo fueron las más fuertes de la derecha brasilera desde 1964, participaron desde los liberales conservadores hasta los grupos fascistas. Este proceso de derechización se ha ampliado mucho en el mundo occidental, se puede ver en Francia, Austria, Grecia. Acá sucedió lo mismo, con la crisis se desarrolló un proceso de movilización fundamentalmente de las capas medias conservadoras y tradicionales, y fracciones de los sectores dominantes.

San Pablo es una ciudad como Buenos Aires, urbana, industrial, de servicios. Las capas medias conservadoras no son los asalariados empobrecidos, son substancialmente sectores muy conservadores que habitan en barrios cerrados. Como el descontento en relación al gobierno de Dilma es general, también participan algunos sectores de las capas medias empobrecidas y algunos pocos sectores de la población trabajadora.

En las fotografías de las manifestaciones y los documentales de la televisión se puede observar que las personas visten ropa de marca, y está presente toda la familia, fue la fiesta de las clases medias altas. Lo más preocupante es que estas capas medias de derecha están politizando con más competencia las rebeliones desde junio de 2013 y demuestran mayor competencia que las de izquierda, que están un poco más paralizadas.

La crisis profunda del PT, que en su origen era un partido de izquierda, se transparenta al conjunto de la población, así como la falencia en el poder. Algunos de los sectores de derecha que están haciendo las movilizaciones están pidiendo un golpe militar, son minoritarios pero no son pocos, otros piden el impeachment a Dilma lo cual al día de hoy implica un golpe.

Yo soy un crítico áspero del gobierno de Dilma, creo que se encuentra en su crisis más profunda y que el proyecto del PT en este cuarto gobierno, después de dos gobiernos de Lula y comenzando el segundo de Dilma, es prueba de la falencia del proyecto que entró en colapso, y la derecha lo politiza. Es muy preocupante.

Una parte de los sectores que apoyan a Dilma, que son la minoría, se manifestaron el día 13, los sindicatos, con críticas pero apoyando, el Movimiento de Trabajadores Sin Tierra (MST), la Central de Trabajadores del Brasil y otros. Hay una parte muy importante de la población pobre, asalariada, trabajadora, que habita la periferia, también los sectores de clase media más proletarizados que reciben un salario mínimo por mes, que crecieron en los últimos 12 años de un salario mínimo a un salario mínimo y medio, hasta inclusive dos salarios mínimos, que están expectantes porque saben que un golpe de la derecha sería lo que se llama un «golpe democrático».

Muchos sectores de derecha dicen que quieren el impeachment de Dilma, pero según las leyes brasileras para deponer un presidente, éste debe cometer algún error grave en su mandato, no vale para los mandatos anteriores. Entonces, para que haya un impeachment es necesario comprobar que desde enero hasta hoy, marzo, Dilma cometió algún error grave. Las pruebas que hay son de la enorme corrupción del PT para conseguir recursos para las elecciones de 2006, 2010 y 2014, pero no son motivos para que se genere este proceso contra la Presidenta. Es por eso que decimos que la derecha oscila entre defender un golpe militar o un golpe con apariencia democrática pero profundamente autoritario.

Yo no creo que las clases dominantes ricas, los bancos, la alta burguesía industrial, sean favorables a la deposición de Dilma porque si eso sucede habrá una reacción muy profunda de los sectores que todavía están muy ligados al PT, al MST y otros sindicatos y sectores que apoyan a Dilma con más o menos crítica. Hay también una oposición de sectores que se ubican a la izquierda del PT, como el PSOL, el PSTU, el movimiento social de trabajadores sin techo, movimientos sociales de las periferias, de las juventudes y estudiantil. Ellos saben que Dilma no los representa pero no están a favor de su deposición porque sería una derrota no solo del PT, sino de toda la izquierda.

Yo no creo que hoy, en este momento, las clases dominantes defiendan un impeachment, aunque como las cosas cambian muy rápidamente es todo impredecible. Sin embargo, hoy es posible imaginar: 1) Dilma va a permanecer durante un largo período en una crisis profunda; 2) la oposición va a fustigarla y atacarla, pero ante su deposición hay un riesgo de crisis social profunda y una división del país al medio, que sería inaceptable. No hay hoy manifestaciones desde las Fuerzas Armadas activas, que representan la parte autocrática del poder, de mantener el orden, de dar un golpe. Porque inclusive dentro de quienes se manifestaron el 15 de marzo, liberales y conservadores, no aceptan el golpe militar.

Hay una división muy clara entre los que quieren el impeachment, los que no lo quieren pero quieren ampliar la oposición a Dilma por la derecha y los que quieren una salida militar, que son la minoría.

M.H.: Dentro de la movilización participó Fuerza Sindical, el sector dirigido por Paulinho, que aportó un gran número de manifestantes que no eran blancos ni ricos. ¿Qué peso tiene este sector?

R.A.: Este sector nació en los ´80 como central liberal más próxima al campo de la derecha, era en su fundación una central sindical de clara inspiración neoliberal, con muchos vínculos al viejo movimiento sindical brasilero. Nació para polarizar con la CUT que estaba a la izquierda durante los ´80/´90.

Fuerza Sindical nació en 1990 para hacer una política sindical conservadora aceptando valores del neoliberalismo. Mucho cambió durante los ´90 y 2000 a punto tal que Fuerza Sindical apoyó la elección de Lula y participó de su gobierno. Pero Paulinho da Silva es un hombre con claras vinculaciones con la derecha. Hay un sector que es parecido en Argentina. Hay sectores brasileros de derecha que tienen alguna presencia popular, el más importante es el sector metalúrgico de San Pablo, algunas organizaciones sindicales más tradicionales, que apoyaron a Aécio Neves. Lo curioso fue que Paulinho intentó hablar y las personas conservadoras de derecha no lo dejaron, porque hay un trazo común muy fuerte en estas manifestaciones del 15 de marzo que son el rechazo a los partidos políticos, porque entienden que todos están más o menos vinculados con la corrupción.

Entonces, Paulinho tiene fuerza sindical para movilizar, pero no tiene fuerza política al punto de lograr una gran manifestación. Las del 15 de marzo fueron manifestaciones relativamente espontáneas por grupos que usan internet y que son de derecha. Hay una tentativa de protagonismo de las derechas que se ha vuelto muy preocupante.

M.H.: La ex candidata presidencial Marina Silva apoyó a Dilma señalando que con el impeachment no se lograrían resultados positivos. ¿Qué análisis hacés de esto?

R.A.: Marina Silva originalmente en los ´70, estaba profundamente vinculada a los movimientos de trabajadores del cultivo del caucho, a Chico Mendes, un ambientalista de izquierda y durante mucho tiempo fue una mujer de izquierda. Durante la última década, desde que ingresó como Ministra de Medio Ambiente en el gobierno de Lula se tornó cada vez más moderada y durante las últimas elecciones aceptó aliarse a fuerzas de la derecha y centroderecha. Pero Marina percibe, por su sensibilidad política, que la deposición de Dilma ahora es porque cualquier candidato que no sea de la derecha podría sufrir un impeachment. Si Marina Silva hubiera ganado las elecciones y se descubriese la corrupción que existe en Petrobras, también estaría siendo investigada, porque el Partido Socialista Brasilero (PSB), del cual ella es miembro, está involucrado también.

Eduardo Campos, de quien Marina era vice, está siendo acusado de recibir un volumen muy grande de recursos para sus campañas anteriores. Entonces, Marina habla desde un lugar moderado, casi conservador, pero con un pasado democrático no autoritario. En mi opinión esto es lo que explica su apoyo a Dilma.

Hoy Luciana Genro del PSOL, que tiene más de un millón de votos, los sectores del partido del Partido Socialista de los Trabajadores Unificados (PSTU), el Partido Comunista Brasilero (PCB), el Movimiento de Trabajadores Sin Techo, todos están en contra del golpe, algunos son muy críticos de Dilma pero no apoyan lo que se está gestando que es un golpe democrático de derecha.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.