M.H.: ¿Qué evaluación hace usted sobre lo sucedido el pasado 24F en Venezuela? G.A.: Fue una seria derrota de Donald Trump y de toda su banda de agresores. Además de los servidores y lacayos que tiene en América Latina, en Argentina, en Chile, Perú, Colombia, Paraguay. Se quedaron sin justificación alguna. Esperaban ocupar algún sector […]
M.H.: ¿Qué evaluación hace usted sobre lo sucedido el pasado 24F en Venezuela?
G.A.: Fue una seria derrota de Donald Trump y de toda su banda de agresores. Además de los servidores y lacayos que tiene en América Latina, en Argentina, en Chile, Perú, Colombia, Paraguay. Se quedaron sin justificación alguna. Esperaban ocupar algún sector del territorio venezolano con la pseudo invasión humanitaria y desde ahí proclamarlo a Guaidó y arrastrar un pequeño sector de las Fuerzas Armadas Bolivarianas y todo eso fracasó. No pudieron hacerlo.
Ahora la Unión Europea habla de conciliación y el Grupo de Lima se echa para atrás entonces es difícil una invasión; en Brasil los militares dijeron que no a la invasión de EE UU y hasta Bolsonaro tiene que hablar de no invadir. EE UU sigue con su plan de invasión pero no le queda otra que seguir intentando con el bloqueo y la acción anti humanitaria que está haciendo, matando de hambre a los venezolanos y crear dificultades enormes para la venta de petróleo para echarle la culpa a Maduro y ver si puede arrastrar a un sector de los militares a un golpe de Estado. Pero ya aparece en una posición débil.
De paso, con esta resistencia de los venezolanos, se ha salvado Cuba, porque la próxima en lista de espera de la invasión era Cuba, ya lo había dicho abiertamente EE UU. Así que ha sido un golpe recibido por Trump que hay que saludar por la firmeza también del gobierno venezolano, pero particularmente del pueblo venezolano que no ha aprobado esta acción.
M.H.: El domingo en Cuba fue ratificada una nueva Constitución, un evento electoral donde participaron casi 8 millones de personas, el 85% del padrón electoral. ¿Qué nos puede comentar al respecto?
G.A.: Aquí hay dos cosas, por un lado la participación, que es una participación una vez decididas las cosas porque el proceso de discusión de la Constitución se hizo y sobre un proyecto, lo cual es normal, pero no se discutió previamente en las asambleas que se hicieron que fueron muchas. Estas se hicieron para enmendar el texto, esas enmiendas fueron incorporadas pero mientras la Constitución siga estableciendo que la decisión final la da el Partido Comunista y no la representación popular, o sea, la participación real popular, la democracia directa, los referéndum, etc., la llamada participación será relativa, porque es una discusión sobre cómo se aplica una cosa ya decidida que no va a ir para atrás.
La Constitución estableció algo que no tiene nada que ver con el socialismo, que hay un partido único, que no permite la discusión interna del partido y que el partido único será el que decide.
El otro tema es que esa Constitución hace algunas concesiones a mi juicio relativamente peligrosas o al menos ambiguas que dan margen al desarrollo de un sector capitalista interno abierto en Cuba que antes no existía.
Antes había sectores burocráticos que actuaban en el mercado capitalista como capitalistas pero no existía un sector privado capitalista. Yo creo que lo ejemplifica claramente un diario muy reaccionario: La Nación, cuando dice: «Un pasito a las inversiones». Se entiende que se refiere a inversiones extranjeras. Abre el camino hacia un proceso de diferenciación social profundo y peligroso en Cuba. Ya no el pequeño cuentapropista que pone un restaurante o un artesano, directamente inversiones en la producción. Antes había inversiones en hotelería, no directamente en ramas importantes de la producción, eso estaba en manos estatales, pero esto abre el camino a eso y me parece peligroso.
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