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El 61% de indecisión electoral, que cada quien cargue con sus culpas

Fuentes: Ecuador Inmediato

En estos momentos de indefinición del voto que se vive en la nación ecuatoriana, que de alguna manera trata de incorporarse a la campaña electoral de manera forzada, las alarmas se han encendido con una cifra lanzada por una empresa encuestadora: hay un 61% de electores que no han decidido su voto. Esto tiene un […]

En estos momentos de indefinición del voto que se vive en la nación ecuatoriana, que de alguna manera trata de incorporarse a la campaña electoral de manera forzada, las alarmas se han encendido con una cifra lanzada por una empresa encuestadora: hay un 61% de electores que no han decidido su voto. Esto tiene un alto significado de fracaso para la clase política nacional, sea por el fracaso de su discurso, sea porque a cada quien le toca asumir sus culpas y cargar con su cruz frente al calvario electoral que parece no perdonar todo lo dicho y hecho, eso es lo que pesa este momento.

El dato fue emitido por CEDATOS el pasado 22 de noviembre de 2016, por supuesto difundirlo no es del agrado de nadie y se viene convirtiendo una tendencia escalofriante de vaivén que bordea ese fatídico 60%, que en cada medición mensual de la imagen electoral, aceptación del gobierno, intención de voto, cuenta y con peso muy fuerte en el contaje de los encuestados que responden con indiferencia a la pregunta: ¿Por quién va a votar usted en las próximas elección es de febrero del 2017?. Para muchos de los consultados, según algunas de las encuestadoras de credibilidad en el país como: Perfiles de Opinión, Cedatos, CIESS, Opinión Pública Ecuador, hay una coincidencia horizontal en el resultado, tanta que marca una línea específica que impide definir a estas alturas algún posible ganador presidencial para el próximo año en Ecuador.

A esta medición la clase política ha reaccionado de manera indistinta entre la sorpresa y la esperanza. Si, así como se lee. Sorpresa porque esos números no han ido a sus filas, porque esos votantes no los ven como su opción política, o porque denotan una evidente desconfianza. Esperanza para otros, porque creen que al no haberse definido en favor de nadie pronto se podrían virar a su favor, como si fuese cuestión solo de horas para que se les aclare el pensamiento y descubran en sus candidaturas la salvación para todos su males.

Es parte del espíritu humano el no aceptar jamás que haya sobrevivido en el lado equivocado, y que mas bien son sus errores los que le han llevado a ese resultado: el que los demás le miren con sensación de fracaso. La impresión que han dado con sus respuestas es esa, no aceptar que ese 61% es una medición de todo el equívoco en el que se mantenido la dirigencia política ecuatoriana de estos años, y como si fuesen una especie de perro tratándose de morder la cola, abundan en palabras y explicaciones que no atinan a fijar el motivo clave con el que se están enfrentando.

Mi consideración al dato es resultante de una experiencia vivida en estos 10 años en el país, que me permite decirlo con precisión, en la gran masa electoral hay un repudio al discurso aberrante, ofensivo e insultante que ha practicado la oposición de manera grotesca y, desde el otro lado en alguna medida puede significar cansancio frente al oficialismo por toda la década de campaña en la que ha estado el régimen.

¿Repudio al discurso de la oposición? Pues, de alguna manera la distancia que ha puesto el elector con su indiferencia es una medida justa a las frases altisonantes, las ofensas y ataques contra el régimen y a sus resultados de votación democrática que los eligió por mayoría, la misma que le dio una asamblea mayoritaria y estable que le ha permitido gobernar en este tiempo.

Para el votante y su voto, el que la oposición le juzgue con dureza por haber votado en favor del presidente Correa y Alianza Pais es ofensivo y siente una especie de desconsideración en su acto electoral libre y democrático. El elector no puede aceptar que se le culpe por haber votado por el régimen y no por la oposición, misma que entra en una torpe molicie que niega todo mérito de la acción gubernamental y que le inculpa de las peores aberraciones inventadas, con mentiras, exageradas o excesivas.

La ciudadanía está demostrando a la oposición que nunca creyó en su discurso, que mira en los opositores a gente llena de odio y, que su promesa de un futuro mejor destruyendo todo lo que ha hecho Correa no es acogida ni de lejos. Por eso las cifras mínimas para sus candidatos entre la extrema izquierda o extrema derecha, sumados a los populistas o socialdemócratas y centristas, pareciera que para ellos es eso: el repudio a su discurso.

¿Cansancio ante el oficialismo? También. Pese a la obra, a una política pública de alto beneficio social, a una posición políticae ideológica de aceptación mayoritaria para el comportamiento del mandatario ecuatoriano a lo largo de los 10 años, se denota que ahí justo en ese 61% podría estar incluido un grupo del colectivo ciudadano que podría mostrar hastío con lo que hasta aquí ha vivido, pese a los beneficios o recuperaciones de dignidad e historia, que si bien le son positivos podría querer un cambio que suele ser inexplicable, es una especie de «cambio por el cambio» sin lógica ni motivo, pero que incide en su decisión electoral.

Al movimiento oficialista le está costando lograr una acogida a las exposiciones racionales de su actuación en el gobierno a lo largo de la década. El discurso de haber dado mucho para cambiar lo que fue el pasado que le entregaron en el 2006 no pareciera ser de gran aceptación Es más, el esquema de propaganda que promocionó el régimen en estos años no parece haber logrado mantener el alto impacto que consiguió en sus primeros tiempos, y ahora a la gente ya no le convence que le hablen de lo que ya se ha obtenido ni que beneficios obtiene con ello ya que al parecer eso lo consideran como una obligación cumplida.

También es evidente que hay un sesgo de ingratitud en el comportamiento del posible elector, en el que pesa el desconocimiento de ¿Cómo fue el país antes de la revolución ciudadana? Está muy claro que hay generaciones enteras de votantes nuevos, que no supieron nunca el país que la oposición dejó en años pasados. No pueden dirigir culpas a lo que no conocen y, también se da la impresión que existe una especie de desmemoria colectiva que está pesando a la hora de juzgar con la historia en la mano y definir entre volver al pasado o esperar algo mejor del futuro. Es un dilema para AP, que al parecer será su siguiente capítulo a reforzar con en la campaña.

Es además un hecho cierto la alta influencia que ejerce la presencia de Rafael Correa en estos diez años. Su ausencia en las próximas elecciones le pinta al elector un panorama incierto. Al principal líder de la revolución ciudadana se lo muestra irremplazable, sea por mitos de la propia gente, por parte de algunos del oficialismo y peor por parte de la oposición. Este factor es uno más de los que marcan que la indefinición electoral aumente números a esa tendencia, a lo indiferente, dando la impresión de que «si no está Correa… ¿Quién? No lograr una respuesta a ese interrogante pareciera ser que pesa mucho a la hora de ir a votar, y créanme que cuenta, cuenta mucho.

Indecisión al 61%, pues también es un fracaso de ciertos presentadores de radio y televisión, de editores de espacios digitales o, de periódicos nacionales, que han pasado desde la crítica a sus propios colegas de no estar con ellos en su oposición rabiosa al régimen, a convertirse en una especie de promotores o jefes de campaña no designados, sin importar que su posición evidente carece de ética y sea tan impúdica como desvergonzada al mostrar su favoritismo. La gente está rechazando ese espectáculo grotesco y no quisiera votar por los que son promocionados en espacios abusivos de la prensa.

Y lo que creo está pesando mucho es enrostrar el listado de culpas que cada candidatura está cargando en sus espaldas. Ese sacar en cara de pasivos políticos con el que se están atacando, desconsiderando y agrediendo los distintos postulantes a la presidencia de Ecuador pesa mucho en la conciencia colectiva. Lo que ocurre es que es una historia que no pueden negarlo, y que también entra en el debate político electoral ecuatoriano.
¿Será que le afecta al elector la carga de desgaste político que debe arrastrar el régimen, con las últimas inculpaciones de corrupción por lo de Petroecuador?; O quizás, ¿Le importa mucho el pasado de Guillermo Lasso y su binomio Tarquino Páez, con los dineros bancarios y el feriado?; Más aún, ¿Le pesa en el votante el entorno resentido y odiador alrededor de Paco Moncayo y su promesa del manejo educativo que amenaza en las sombras de entregar de nuevo al MPD o a la UNE?

Le molesta al elector el papel golpista contra la democracia de Ecuador de la señora Cinthya Viteri y el supuesto olvido de Mauricio Pozo sobre el gobierno del que fue parte y al que se derrocó con el cinismo su binomio?; Peor pregunta es si al votante ¿Le retuerce el «déjenlo volver» que siempre está en el discurso de Dalo Bucaram con su fórmula vicepresidencial el señor Aguilar, que antes insultaba a su padre y hoy promete que en los meses del próximo año estará de vuelta?

¿Quién sabe qué piensa de los arrebatos del joven Espinel y sus deslices que claman la pena de muerte en Ecuador? Y a lo mejor no ha olvidado ¿Qué fue lo que hizo con la investigación del 30-S Washington Pezantes como ex fiscal?. Como triste final se tiene el silencio del señor Suquilanda que nunca respondió por el hundimiento de los barcos ecuatorianos por parte de los Estados Unidos. No parece que la clase política considera esto, pero me da la impresión de que todo lo dicho entre ellos bajo el modo de insulto, en acusaciones constantes en los medios de comunicación, frente al elector está pesando y mucho.

Como ven la frase «de tu futuro me puedes ofrecer maravillas, pero tu pasado no lo borras nunca» también contribuye a acrecentar que haya una indefinición electoral, porque en este tiempo va a tocar ejercer una especie de catarsis ecuatoriana donde el voto sea el que defina en forma clara y precisa el ¿Quién es Quién? Hasta tanto que todos los políticos nacionales vayan rumiando su fracaso, que carguen con sus culpas, que cada uno lleve su cruz, porque están siendo castigados con la indiferencia. Verán que quedan alertados y advertidos.

Dr. Francisco Herrera Aráuz es Director de Ecuadorinmediato.com

Fuente: http://ecuadorinmediato.com/index.php?module=Noticias&func=news_user_view&id=2818812279&umt=ecuador_61_indecision_electoral_que_cada_quien_cargue_con_culpas