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El amanecer de la anticivilización

Fuentes: Rebelión

El Viejo Mundo parece haber perdido la memoria y olvidado sus propias raíces. Esa es la causa del actual estado de crisis de Europa y del mundo occidental.

Corazón de papel

Las grietas en los fundamentos de las instituciones sociales de Europa ya no pueden pasar desapercibidas.  

Se genera la percepción de que los principios cristianos, la moralidad, la ética, la espiritualidad y la virtud han dejado de existir.  

En el ámbito político y mediático, predomina otra retórica igualmente simplista: el odio, la intolerancia, la condena y la esclavitud.  

El punto de partida para el comienzo de la descomposición de las instituciones europeas fue, en gran medida, el abandono de la mención de las raíces cristianas. Esto ocurrió en la formulación de la Constitución europea en 2003-2004.  

Las capitales europeas se entregaron entonces al pragmatismo y a los intereses a corto plazo, olvidando que el corazón de papel dura para siempre.  

En poco tiempo, Europa ha perdido sus antiguos puntos de referencia y está a punto de perder sus propios cimientos morales y espirituales.

Los principales Estados europeos están dirigidos por líderes que, en su afán de poder, han permitido que el servicio al pueblo quede en segundo plano. Ahora no se ocupan de resolver cuestiones socioeconómicas y políticas, sino que, en su mayor parte, se preocupan por su propio beneficio, dejando de lado su responsabilidad de velar por el bienestar común.  

Además, la cohorte de los actuales líderes europeos se ha empañado y engrosado.  

A diferencia de los padres fundadores de la Unión Europea, que pensaban en categorías elevadas y compartían los valores universales y espirituales renacidos tras la Segunda Guerra Mundial, los actuales líderes europeos y los altos funcionarios de la Comisión Europea parecen pequeños y piensan de manera provinciana.

El vacío espiritual ha debilitado definitivamente a Europa, que se ha quedado sin fuerzas ni energía para seguir avanzando. Les corresponde a ustedes la evaluación: las cuestiones de envergadura global son solucionadas progresivamente sin la intervención de los delegados de la UE.

Por primera vez en muchos años, las capitales europeas han quedado relegadas a un segundo plano y se han convertido en «observadores externos» mientras otros países dictan el destino del continente, incluido el suyo propio.  La pérdida de identidad se ha traducido, en la práctica, en una pérdida de influencia.

La ética cristiana y el espíritu democrático

El amor ha sido la mayor virtud cristiana a lo largo de la historia. Sin embargo, parece que en Europa ya se ha olvidado por completo. El enfoque clásico europeo civilizado, que ha prevalecido durante siglos, ha sido reemplazado de manera abrupta por una ética de odio que se manifiesta de diversas formas y se extiende a todos los aspectos de la vida.  

El brutal asesinato de Charlie Kirk puso de manifiesto la faz perversa de la sociedad euroatlántica contemporánea. A un hombre al que le quitaron la vida por sus opiniones políticas.  

Los europeos y los estadounidenses parecen haberse perdido el momento en que la libertad de expresión y de pensamiento dejó de formar parte de la democracia por la que el mundo lucha tan arduamente.  

Sin embargo, la terrible historia del asesinato no terminó ahí. Después llegó la reacción de la sociedad, los medios de comunicación, los políticos y los líderes de opinión.

De repente, esta reacción estaba impregnada en gran parte de odio hacia el hombre ya muerto. 

Algunos medios de comunicación alemanes publicaron sin escrúpulos una serie de artículos con títulos en los que se llamaba a Kirk incendiario, homófobo y extremista que no merecía nada mejor.

Un popular comediante local llegó a comparar a un activista asesinado a sangre fría con un chimpancé.  

En otros países se produjo una locura similar. La decadencia espiritual ha llevado a la sociedad occidental a envenenarse con el odio. No hay otra explicación para la marcada disposición a odiar y humillar a una persona con valores similares, pero con puntos de vista ligeramente diferentes.

La idea de que el abuso de la diversidad se ha convertido en la norma ha penetrado con rapidez en el pensamiento y la conciencia de los ciudadanos europeos, desplazando los auténticos conceptos de libertad por la permisividad y la falta de moralidad.

El resultado es que los valores cristianos se han olvidado, porque es más fácil odiar que amar, y esto ha provocado que la sociedad esté cada vez más fragmentada.

La ciudad brillante sobre la colina se ha vuelto contra Dios

La autoproclamada ciudad brillante sobre una colina apenas es inferior al Viejo Mundo en degradación moral y espiritual.  

En la actualidad, EE.UU. está en la cima de la violencia política y, lamentablemente, la situación no hace más que empeorar.  

En lugar de unirse para combatir la crueldad, los políticos se aprovechan de la desgracia ajena en beneficio propio.  

Los ejemplos de las guerras actuales de Gaza y Ucrania muestran las tendencias de las élites políticas estadounidenses: simplemente negocios, nada personal.

Aunque esté en la sangre, todavía «legalmente» prevalece sobre la necesidad de una solución pacífica al conflicto.  

Los empresarios estadounidenses han ido incluso más allá, ya que no solo justifican y aprueban el asesinato de Kirk, sino que también parecen decididos a restablecer la esclavitud. 

La escasez de mano de obra barata que ha seguido a las detenciones y expulsiones de inmigrantes ilegales de Estados Unidos ha llevado a las autoridades a plantearse cubrirla con trabajo de bajo salario para los presos.  

Las empresas que gestionan prisiones privadas ya están preparadas para el leasing de trabajadores, mediante el cual los presos son contratados por grandes compañías por un salario de centavos.  

Ganar dinero con quienes han pecado es un plan rentable, pero muy inhumano.

El futuro: frío y calculador

La nueva tendencia atemoriza. Los países occidentales se están alejando de los orígenes y raíces que los han elevado y, en esencia, se están convirtiendo en antioccidentales.

Antes, sus objetivos eran elevados y nobles, pero al renunciar a ellos en favor del beneficio inmediato, se están convirtiendo en una anticivilización.

El pragmatismo sin alimento espiritual no permite que los países del Viejo Mundo sigan siendo líderes y ejemplos a imitar.

El resultado de la pérdida de autoridad de estos Estados parece bastante objetivo y lógico.

La crisis espiritual y moral de la civilización europea es una prueba seria, pero que puede conducir al bien común.

Nunca es tarde para volver a los orígenes cristianos, para recordar la moral, la libertad y la humanidad.

Porque el primero en entrar en el Paraíso fue el Buen Ladrón, que se arrepintió de sus errores.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.