Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Sea en los partidos ultranacionalistas europeos (un sector que posee raíces explícitas neonazis o neofascistas), o en los grupos políticos más reaccionarios de EE.UU., Occidente presencia un ascenso de la extrema derecha que no se veía desde los años treinta del siglo pasado. Entonces la Gran Depresión había nutrido movimientos populares de extrema derecha, y la llamada Gran Recesión actual parece que está provocando algo semejante.
«Se puede decir que hay una relación entre la emergencia de un partido derechista populista radical y las recesiones económicas», señaló Cristian Norocel, politólogo de la Universidad Estocolmo de Suecia y de la Universidad de Helsinki de Finlandia. Hablando del ascenso de los Demócratas Suecos (SD) de extrema derecha, un partido con raíces neonazis que recientemente obtuvo 20 escaños en el parlamento, Norocel vio similitudes con el «temprano nacionalsocialismo (nazismo)».
Norocel se refería específicamente a políticas que recuerdan el nacionalsocialismo alemán «de finales de los años veinte, y comienzos de los años treinta», aunque el partido SD actual ha renunciado a la violencia. Subrayando los motivos para preocuparse, Norocel dijo a Asia Times Online con una voz tranquilamente determinada que «lo que preocupa es que la plataforma del partido SD parece tener mucho éxito».
En Holanda, Bélgica, Dinamarca, Italia, Francia, Austria, Suecia, Hungría, Serbia, Rumania, Suiza y otros países, la extrema derecha está en ascenso, llegando a las legislaturas y a la prominencia en una serie de países. El 2 de noviembre, un titular de CNN anunció: «Grupo de extrema derecha en el Reino Unido alardea de vínculos con Tea Party».
Las pesadillas gemelas del nazismo y el fascismo en los años treinta provinieron del caos social y económico europeo después de la Primera Guerra Mundial; su desarrollo se aceleró con el sufrimiento económico y la inseguridad provocada ampliamente por la Gran Depresión. La cólera y la frustración popular generalizadas por las fallas sistémicas del establishment político y económico de ese período fueron se canalizaron contra grupos sociales externos, y esos desgraciados suministraron chivos expiatorios convenientes que sirvieron de base para el crecimiento de esos movimientos. En la actualidad muchos piensan que la adopción generalizada de políticas neoliberales por Occidente, sus décadas de «reformas económicas», han significado a menudo que dificultades financieras similares han vuelto a impactar a mucha gente, y gran parte estaba ansiosa de culpar a alguien por sus sufrimientos.
Percibiendo la extrema derecha como síntoma de un desorden social, se podría argumentar que su renacimiento actual es de nuevo el producto de políticas económicas y políticas fracasadas. Esos fracasos generan una agitación económica y social similar a la que creó la primera pesadilla causada por la extrema derecha.
«Lamentablemente gran parte del resentimiento que debería dirigirse contra corporaciones que relocalizan en el extranjero los puestos de trabajo o huyen del país tiende a dirigirse contra sindicatos, inmigrantes y miembros de minorías étnicas. O se culpa al gobierno de gravar excesivamente con impuestos a la gente», señaló el psicólogo Daniel Burston, un conocido autor de documentos y libros sobre la psicología social de los años treinta y jefe del Departamento de Psicología de la Universidad Duquesne.
Burston agregó para Asia Times Online que, demasiado a menudo, los que se benefician de las actuales circunstancias invierten «una masiva riqueza para avivar los fuegos de cólera descaminada mediante publicidad y desinformación en los medios y comprando los favores de políticos para asegurar que aprueben leyes que posibilitan que continúen sus prácticas depredadoras».
Burston interpreta el resultado como «una población que hierve de cólera y desconfianza y quiere responsabilizar a alguien por su sufrimiento, pero a menudo apunta a la gente equivocada».
En los años treinta los judíos europeos se convirtieron en un objetivo semejante, y la historia demuestra lo acabó ocurriendo. Actualmente ese trágico vacío es frecuentemente llenado por los musulmanes, junto con los homosexuales, los gitanos]y otras minorías que ahora son identificadas de la misma manera, como lo fueron entonces. En algunas áreas donde hay una presencia islámica limitada se ha vuelto a culpar a los judíos (por ejemplo en Hungría). E incluso en EE.UU., el actual «debate migratorio», particularmente cuando se refiere a comunidades mexicanas y mexicano-estadounidenses, también tiene sus paralelos.
Durante lo que fue conocido como la «repatriación mexicana» de los años treinta, aproximadamente medio millón de mexicanos y mexicanos-estadounidenses fueron efectivamente obligados a abandonar EE.UU., y según las informaciones la mayoría eran ciudadanos estadounidenses. «Fue un programa de desplazamiento racial», dijo Mae Ngai, experto en historia de la inmigración en la Universidad de Chicago, en un artículo noticioso en USA Today en el año 2006.
En Suecia, el SD exige el final del «multiculturalismo», el final del «apoyo público a organizaciones de inmigrantes», y el final de «todas las demás actividades orientadas a promover culturas e identidades extranjeras en Suecia». También quiere ilegalizar «edificios religiosos con un estilo de construcción no sueco o extraña arquitectura», prohibir que empleados públicos porten «símbolos religiosos o políticos conspicuos, como una pañoleta o un turbante» y llaman al gobierno a apoyar a inmigrantes que deseen regresar «voluntariamente» a sus países.
En Hungría, el movimiento Jobbik (Movimiento por una Hungría Mejor) es el tercer partido por su tamaño del país, y se le acusa de «fascista» y «antisemita». En un artículo de abril de 2010: «Antisemitismo se agita mientras Hungría va a las urnas», el Sunday Times de Londres detalló amplios ataques contra la comunidad judía, como una turba que coreó en un mitin político «cerdos judíos» y «a los campos de concentración» y cómo se han popularizado pegatinas sobre los coches que proclaman «coche libre de judíos». El artículo también menciona violencia contra los gitanos, e incluso asesinatos.
En Francia, la deportación de los gitanos ha sido motivo de condena de la Unión Europea, e Italia también realiza una campaña de expulsiones forzosas de los gitanos de muchas ciudades importantes. Un informe del 5 de noviembre en el Financial Times señaló que el gobierno de Silvio Berlusconi ha propuesto una nueva ley que según los críticos apunta a deportar a los rgitanos del país. También, como paralelo de los años treinta, la violencia anti-gay se ha generalizada en Serbia, e incluso EE.UU. presencia un notable aumento.
«EE.UU. estremecido por repentina oleada de violencia contra gays«, señaló el titular del 17 de octubre del Observer británico. El uso como chivos expiatorios de «grupos externos» por nuestros defectos sociales aumenta junto con la extrema derecha.
La globalización, la Gran Recesión y la «reforma económica» han golpeado seriamente a las poblaciones a ambos lados del Atlántico. Con esto una cólera omnipresente, así como la desconfianza contra la estructura política y social establecida, han aumentado en una serie de países. El crecimiento del Tea Party de EE.UU. es una de esas reacciones, y el amplio renacimiento de la extrema derecha es una consecuencia mucho más inquietante.
«En períodos en los que la gente se siente amenazada y desconfía es más receptiva a distorsiones, verdades a medias, y mentiras» dijo el psicólogo Burston. También señaló que en tales tiempos, cuando la gente es muy receptiva a la propaganda, la mayoría «simplemente no va a reflexionar profundamente sobre las afirmaciones hechas por sus dirigentes, o las consecuencias que parecen resultar. Adolf Hitler lo sabía perfectamente».
En Suecia, un país que se ubica consistentemente entre los pocos a la punta en términos de ratings de calidad social, el ascenso del SD al parlamento representó un brutal despertar para algunos. En Suecia, considerada hace tiempo como un bastión de la democracia liberal, la tolerancia y la corrección, el éxito de un partido considerado ampliamente racista y xenófobo ha provocado un examen de conciencia entre los suecos.
En vista de la situación de Suecia como un destacado Estado occidental, un examen del ascenso de su extrema derecha sugiere tendencias más amplias, aunque las raíces del actual renacimiento de la extrema derecha ciertamente se extienden más allá de partidos con un patrimonio nazi o fascista. Pero el hecho de la popularidad del SD, y los factores que la causan, ha cuestionado innegablemente la imagen que Suecia ha tenido de sí misma desde hace tiempo.
El estudio de las posiciones que llevaron al SD a obtener 20 escaños en el parlamento sueco destaca el crecimiento de algunas tendencias inquietantes.
El SD culpó a los inmigrantes de los penosos recortes en prestaciones sociales, omitiendo convenientemente el hecho de que importantes recortes en los impuestos y privatizaciones han obligado efectivamente a reducir las prestaciones. Refiriéndose a la importante minoría musulmana de Suecia (unos 400.000 entre 9 millones de suecos), el SD se refirió al Islam como la mayor amenaza que Suecia haya enfrentado «desde la Segunda Guerra Mundial», y un dirigente local del SD incluso llegó a los titulares al afirmar que mucha gente de Oriente Próximo tiene un «gen» que los hace ser más violentos.
El SD también publicó informes estadísticos muy discutidos sugiriendo que nuevos inmigrantes (en su mayoría de Oriente Próximo) eran responsables de una parte desproporcionada de crímenes graves. Y en la tercera ciudad de Suecia según su tamaño, Malmö (uno de los bastiones del SD), quince inmigrantes fueron atacados a tiros al azar durante el último año.
Hasta el año 2001 se podían ver uniformes nazis y esvásticas en reuniones del SD, aunque actualmente el SD afirma que es un «partido normal» y ha atraído un fuerte apoyo entre jubilados suecos, un grupo muy afectado por los recortes fde las prestaciones.
Actualmente la economía sueca crece cuatro veces más que el promedio de la Unión Europea, pero con las recientes «reformas económicas y sociales» se trata de una prosperidad que no comparten todos. El politólogo Norocel considera que el ascenso de la extrema derecha representa «una protesta de gente que sintió que ha sido olvidada por la tendencia dominante».
Norocel también se refirió al SD como «lobo con piel de oveja», un partido «criptoracista» con un pasado sucio que se presenta vestido de «normal».
Gustav Fridolin, un destacado miembro verde del parlamento sueco, dijo a Asia Times Online que Suecia «está desgarrada por el alto desempleo y la creciente pobreza», y ve un sentimiento de «impotencia» entre muchos, un punto en el cual «la fe en el futuro se está destrozando». Postuló que tales circunstancias significan que «es posible obtener simpatías políticas mediante una de dos alternativas: o se coloca a los grupos los unos contra los otros, o se vuelve a la esperanza de que el pueblo se imponga».
Independientemente, el psicólogo Burston dijo que la clase media se siente «cada vez más vulnerable y confusa, temerosa». Subrayó que gran parte de este temor tenía que ver con el futuro, «con los hijos y los nietos», y que muchos en la clase media «incliso han perdido la fe de esperar un cambio en lo que sucede en su propia sociedad», oscureciendo la visión que la mayoría tenía del «significado fundamental de las normas y prácticas democráticas».
Burston piensa que la situación actual hace que muchos se vean «abrumados por su miseria y confusión», y por ello carecen de la «paz y presencia de ánimo para reflexionar». Bajo tales circunstancias, señaló que los individuos a menudo «quieren que se les diga lo que sucede, no quieren descubrirlo por sí mismos».
Por desgracia es infinitamente más fácil culpar a otros de cualquier problema, en particular a los que uno considera «forasteros» en la propia sociedad, en lugar de reconocer y encarar cualquier deficiencia interna. En el caso del SP, Norocel señaló que el partido parece «muy habilidoso en la presentación de un chivo expiatorio».
Burston sacó a colación separadamente el concepto de «otherization».
La otherization es esencialmente un fenómeno psicológico en el cual no llegas «a reconocer la humanidad fundamental de tu homólogo», dijo Burston, con un tono de mal agüero. Señaló, explicando cómo este fenómeno impacta a los grupos sociales exteriores en las actuales circunstancias, que «el otro ya no es simplemente un extranjero, sino un adversario».
En sueco existe un término que se utiliza desde hace tiempo para describir a partidos políticos de la extrema derecha: «framlingsfientligt parti«. Traducido literalmente significa «hostilidad al extranjero», aunque a menudo simplemente se traduce como «xenofobia».
Beneficiándose típicamente de la cólera de una clase media en decadencia y recientemente empobrecida, la extrema derecha tiene una historia de ascenso en tales circunstancias «porque ofrece respuestas simplistas para problemas excesivamente complejos, y ha desarrollado estrategias retóricas efectivas para motivar a la gente para que vote contra sus propios intereses a largo plazo», agregó Burston. Señaló que «ellos [la extrema derecha] apelan al sentimiento de traición y victimización de la gente», pero lo hace de una manera que evita «los verdaderos procesos sociales y económicos que llevaron a su vulnerabilidad».
Agneta Borjesson, secretaria general de los verdes suecos, señaló que mientras el SD «habla de la inmigración», los problemas reales yacen en otra parte. Considera que el SD ignora «los problemas en las escuelas, los problemas en la exportación de los puestos de trabajo, los problemas que son verdaderamente reales».
El miembro del parlamento sueco Fridolin ve una respuesta en reenfocar la agenda política hacia «dónde se crearán los puestos de trabajo del futuro, y cómo podemos edificar una nueva sociedad que unifique», que no separe. Semejantes pensamientos se suman a preocupaciones sobre «la relocalización de puestos de trabajo en el extranjero» y las crecientes presiones causadas por las políticas neoliberales.
Un modelo de falsa culpa, y la busca de chivos expiatorios que alienta, ha sido la cuña tradicional que la extrema derecha utiliza para arrancar apoyo de la política dominante. Un denominador común compartido por la extrema derecha es su antipatía contra los inmigrantes y la inmigración.
«En todos los sitios donde existen, esos partidos políticos de extrema derecha en Europa, tienden a culpar a la inmigración de todo tipo de problemas», dijo el politólogo Mikael Sundstrom de la Universidad Lund en Suecia. Comentando sobre la disposición de las poblaciones afligidas a aceptar «distorsiones, verdades a medias, y mentiras», Sundstrom señaló que todo lo que el SD tiene que hacer con su supuesta «verdad» es «colocarla afuera, y la gente la recogerá».
«El recuerdo de la Segunda Guerra Mundial», y de los años treinta que llevaron a esa guerra, se ha ido desvaneciendo», observó Sundstrom. Por eso, señaló, no se elude simplemente a la extrema derecha «como solía ocurrir», ya que se han olvidado las lecciones amargas de nuestro pasado.
Como parte de lo que eso significa, Sundstrom subrayó que si la extrema derecha puede crecer en Suecia, «puede suceder en cualquier parte».
El desvanecimiento de los recuerdos del primer ascenso de la extrema derecha parece que ha ayudado a permitir que tales grupos vivan un nuevo comienzo, pero algunos creen que una crisis semejante genera una oportunidad. Con una nota de optimismo, el politólogo Norocel ve los eventos como una oportunidad para «un retorno a las raíces y un contacto más estrecho entre los votantes y los políticos elegidos», y para que se limiten las crecientes disparidades causadas por el actual «capitalismo (globalización, privatización indiscriminada, desmantelamiento de la seguridad social)».
El padre Bob Bossie, es miembro de la congregación católica internacional de Sacerdotes del Sagrado Corazón y activista del Centro para Justicia del Octavo Día en Chicago, (una organización no gubernamental basada en la fe católica por el cambio social). Hace algunos años, Bossie visitó el sitio del campo de exterminio nazi de Auschwitz. Colocó en ese contexto sus pensamientos sobre el actual ascenso de la extrema derecha, presentando un aspecto importante de lo que enfrentamos.
«La influencia actual de la extrema derecha sobre nuestro cuerpo político recuerda una inquietante memoria de hace algunos años. Mientras caminaba por la exposición del campo de la muerte de Auschwitz, una fría mañana de enero, me di cuenta de que los que participaron en ese indescriptible crimen no eran tan diferentes de mi persona o de cualquier otra. Hicieron compromisos, primero pequeños -para mantener sus relaciones sociales, conservar sus puestos de trabajo- hasta que ‘cruzaron la línea’. En ese momento, oré a Dios para llegar a tener el valor de expresar mi opinión cuando me vea enfrentado con dilemas semejantes, a pesar de las consecuencias para mi persona.»
Ritt Goldstein es un periodista de investigación política con sede en Estocolmo. Su trabajo ha aparecido en diversas publicaciones como el Sydney Morning Herald de Australia, El Mundo de España, Wiener Zeitung de Austria, Christian Science Monitor de EE.UU., el Politiken de Dinamarca, así como en el Servicio Internacional de Prensa (IPS,) una agencia de noticias mundial.
(Copyright 2010 Asia Times Online (Holdings) Ltd. All rights reserved.
Fuente: http://www.atimes.com/atimes/
rCR