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Décimo aniversario de la Primavera Árabe

El Banco Mundial y la Primavera Árabe

Fuentes: Viento Sur

El Banco Mundial no vio venir la Primavera Árabe

Mientras el Banco Mundial y el FMI felicitaban a los regímenes autoritarios o dictatoriales en el poder en la región árabe durante varias décadas, el fuego de la revuelta se incubaba bajo las cenizas. Los principales informes oficiales de estas dos instituciones sobre Túnez y Egipto, los dos países en los que estalló la revuelta popular en diciembre de 2010-enero de 2011, elogiaban los logros del presidente Ben Ali (en el poder desde hacía 24 años) y del presidente Hosni Mubarak (en el poder casi 30 años). Estos dos potentados, que aplicaron las recetas neoliberales recomendadas por el tándem BM-FMI y que eran leales aliados de las potencias occidentales, se vieron obligados por la movilización popular a dejar el poder en enero de 2011.

El Banco no realiza ningún análisis crítico serio de su ceguera

Diez años después, ningún documento oficial del Banco Mundial nos permite comprender las profundas raíces de la revuelta. El Banco no realiza ningún análisis crítico serio de su ceguera sino que, por el contrario, produce estudios pseudo-serios para justificar su acción.

El Banco Mundial y el FMI se enfrentan a un problema manifiesto: si, como afirman, su política iba en la dirección correcta y si se trata de profundizarla, ¿cómo explicar las profundas movilizaciones populares que han sacudido desde 2011 con distintos grados de intensidad casi todos los países de la región, desde Marruecos hasta Yemen pasando por el Líbano? En el momento de escribir este artículo, hace ya algo más de diez años que las poblaciones expresan su profundo descontento con los efectos sociales, económicos y políticos de las recetas neoliberales.

La contradicción entre las previsiones del Banco y la realidad es tal que no podía quedarse callado

La contradicción entre las previsiones del Banco y la realidad es tal que éste no ha podido guardar silencio. Tuvo que realizar un ejercicio de comunicación para tratar de explicar que no había visto venir los levantamientos, pero lo que ha explicado no ha sido en absoluto convincente.

Tomaremos algunas citas que muestran que el Banco Mundial se niega a reconocer que las políticas por él preconizadas han jugado un papel significativo en los factores que provocan el descontento popular. En un comunicado de prensa de octubre de 2015, el Banco Mundial escribió:

“Si solo tenemos en cuenta los datos económicos, las revoluciones de la Primavera Árabe de 2011 nunca deberían haber sucedido. Las cifras del decenio anterior mostraban en efecto una situación floreciente: la región de Oriente Medio y África del Norte (MENA) había logrado un progreso constante en términos de erradicación de la pobreza extrema, distribución de la prosperidad, mejores tasas de matriculación y situación nutricional, así como en materia de mortalidad infantil y maternal.  Se estaban llevando a cabo reformas y el crecimiento era apreciable. Y luego, a finales de 2011, millones de personas salieron a las calles de las principales ciudades de la región para pedir un cambio, y la «calle árabe» inició un escenario que los indicadores cuantitativos convencionales no habían previsto»[1].

El Banco Mundial, que se niega a reconocer su profundo desconocimiento de la realidad en la región árabe, hace contorsiones en un intento de explicar por qué millones de personas han salido a las calles a pesar de los supuestos éxitos de las políticas seguidas por los regímenes autoritarios en el poder.

La explicación del Banco es todo menos convincente. Varios críticos del Banco lo han demostrado rigurosamente (ver más abajo). Resumamos las explicaciones dadas por el Banco.

Las falsas explicaciones del Banco Mundial

El título que da a su comunicado de prensa de octubre de 2015 resume su punto de vista: «El descontento de la clase media en el origen de la primavera árabe». El Banco reafirma que la pobreza y la desigualdad estaban en declive antes de 2011. Según él, hubo avances «en la distribución de la prosperidad». El Banco Mundial dice que había una «mejora en las tasas de escolarización y el estado nutricional, así como en materia de mortalidad infantil y maternal». Según el Banco, la clase media fue la más descontenta porque, si bien la situación general mejoró, no estaba cosechando los frutos.

Contrariamente a la realidad, el Banco Mundial dice que la pobreza y la desigualdad estaban disminuyendo antes de 2011

El Banco afirma que el 40% más pobre de la población estaba mucho menos descontento que la clase media y no tenía ninguna razón real para salir a las calles.  Esto está claramente en contradicción con el acontecimiento que provocó el movimiento de protesta en Túnez, el país que experimentó por primera vez la Primavera Árabe. Recordemos que el 17 de diciembre de 2010, Mohammed Bouazizi, un joven vendedor ambulante, se inmoló en Sidi Bouzid para protestar por la incautación de su mercancía por parte de la policía. Esto provocó una gran ola de protestas que movilizó a cientos de miles de manifestantes, hombres y mujeres, de las clases populares, y en particular de las capas más pobres. Al contrario de lo que afirma el Banco Mundial, no son solo las clases medias las que se han movilizado.

La Primavera Árabe en Túnez y Egipto:

TÚNEZ
17 de diciembre de 2010: Mohammed Bouazizi, un joven vendedor ambulante, se inmola en Sidi Bouzid para protestar contra la incautación de su mercancía por parte de la policía. Inicio de una ola de protestas.
11 de enero de 2011: Los enfrentamientos llegan a Túnez capital.
14 de enero: Huida del presidente Ben Ali, en el poder desde 1987, a Arabia Saudita.

EGIPTO
25 de enero de 2011: Primera manifestación en la plaza Tahrir de El Cairo. Comienzo de varias semanas de movilizaciones egipcias a favor de la caída del régimen.
11 de febrero: dimite el presidente Hosni Mubarak, en el poder desde 1981.

Las críticas dirigidas al Banco sobre el diagnóstico de la situación

Gilbert Achcar, autor de varios libros indispensables sobre la región árabe (África del Norte y Medio Oriente), así como sobre la Primavera Árabe[2], demostró en un estudio bien documentado publicado en 2020[3] que las afirmaciones del Banco Mundial son infundadas. Achcar muestra que no es cierto que el nivel de desigualdad fuera más bajo en la región árabe que en la mayoría de las demás regiones del llamado mundo en desarrollo. Basándose en una serie de estudios, dice que la desigualdad de ingresos aumentó drásticamente en el norte de África y Oriente Medio entre 1980 y 2011.

La desigualdad de ingresos aumentó drásticamente en el norte de África y Oriente Medio entre 1980 y 2011

Los ingresos de las clases populares cayeron mientras que la gente más rica veía aumentar sus ingresos y patrimonio. Achcar pone en cuestión la forma muy poco fiable en que el Banco Mundial recopila información sobre el consumo y los ingresos de los hogares. Abordaré próximamente en un contexto más general la naturaleza poco fiable de los datos proporcionados por el Banco Mundial sobre la pobreza (ver: «Las divagaciones del Banco Mundial sobre el número de personas pobres en el planeta»). El Banco Mundial, para establecer los datos que presenta erróneamente como reflejo de la realidad, se basa en encuestas realizadas en una muestra muy limitada de hogares. Las conclusiones del Banco se contradicen claramente con los hechos.

El Banco Mundial se basa en encuestas realizadas en una muestra muy limitada de hogares.

Por su parte, Thomas Piketty, Facundo Alvaredo y Lydia Assouad, en trabajos publicados entre 2014 y 2018, cubriendo los más recientes el período 1990-2016, también se oponen a la tesis del Banco Mundial según la cual el nivel de desigualdad sería menor en el Medio Oriente que en otras regiones del mundo. Selon Piketty y sus dos colegas: “Oriente Medio es la región más desigual del mundo, ya que la cuota de ingresos del 10% más rico alcanza el 64% del total de los ingresos, frente al 37% de Europa Occidental, el 47% de Estados Unidos y el 55% de Brasil”[4].

Medio Oriente resulta ser la región más desigual del mundo, el 10% más rico acapara el 64% del total de los ingresos, contra el 37% en Europa Occidental, el 47% en Estados Unidos y el 55% en Brasil.

Según Piketty, Alvaredo y Assouad, el 1% más rico de Oriente Medio acapara un porcentaje de los ingresos mucho mayor que en otras regiones o países: «La participación en los ingresos del percentil superior es de alrededor del 30% en Medio Oriente comparado al 12% en Europa Occidental, 20% en Estados Unidos, 28% en Brasil, 18% en Sudáfrica, 14% en China y 21% en India. ”(Pág. 17).

Las aportaciones de Gilbert Achcar y las de Thomas Piketty, Facundo Alvaredo y Lydia Assouad invalidan tan claramente las explicaciones del Banco Mundial que este último se ha visto llevado a reaccionar directamente en un intento de descalificar las críticas que se le dirigen. Por parte del Banco, Vladimir Hlasny y Paolo Verme, autores de estudios criticados tanto por Achcar como por Piketty, Alvaredo y Assouad, atacaron directamente al primero acusándolo de politizar el debate cuando habría que contentarse con tener una discusión técnica.

Escriben: «La crítica hecha por Gilbert Achcar concluye que la investigación de los protagonistas del debate sobre el «rompecabezas de las desigualdades en el mundo árabe» muestra una ceguera sistemática y deliberada ante el hecho de que «sus recetas eran responsables … de la formidable explosión sociopolítica de la Primavera Árabe y la prolongada desestabilización de la región”( p. 768). Argumentamos que la conclusión de Achcar es errónea y se basa en una interpretación engañosa de las pruebas, un examen selectivo de los estudios existentes, (…) una comprensión inadecuada de la medición de la desigualdad de ingresos. El estudio parece ser un intento de politizar lo que por otra parte ha sido un sano debate técnico sobre la desigualdad de las rentas en Egipto”. Cabe señalar que la crítica elaborada por Gilbert Achcar se centra en el análisis incorrecto realizado por el Banco Mundial sobre la región árabe en general y Egipto en particular[5]. Denuncia que el Banco utiliza en gran medida los datos proporcionados por organismos oficiales que están al servicio de los regímenes autoritarios de la región y en particular de Egipto.

El Banco Mundial utiliza en gran medida datos proporcionados por organismos oficiales que están al servicio de los regímenes autoritarios de la región.

Gilbert Achcar respondió al contraataque de los redactores del Banco señalando correctamente que era «asombroso que alguien pudiera apoyar la afirmación de que la discusión sobre un tema como la validez de los datos oficiales proporcionados bajo regímenes autoritarios y la causa de los grandes levantamientos populares contra estos mismos regímenes sea puramente «técnica», y que solo econometristas deberían participar en ellas, con exclusión de las y los economistas políticos y todos los demás especialistas en ciencias sociales, sin mencionar a las y los activistas sociales y políticos que a menudo saben más sobre su país que los «expertos» extranjeros»[6].

Las contorsiones del Banco Mundial en torno a la desigualdad de ingresos y la curva de Kuznets

Cabe señalar que el Banco no considera negativo un nivel creciente de desigualdad. De hecho, adopta la teoría desarrollada en la década de 1950 por el economista Simon Kuznets[7] según la cual un país cuya economía despega y progresa debe necesariamente pasar por una fase de desigualdades crecientes. Según este dogma, las desigualdades comenzarán a disminuir tan pronto como el país haya alcanzado un umbral superior de desarrollo.

Es un poco como la promesa del paraíso después de la muerte que utilizan las clases dominantes para hacer que la gente acepte una vida de sufrimiento.

El Banco Mundial considera que el aumento de las desigualdades es necesario para el desarrollo

La necesidad de ver un aumento de las desigualdades está profundamente arraigada en el Banco Mundial. Como prueba, las palabras del presidente del Banco Mundial, Eugene Black, en abril de 1961: «Las desigualdades de ingresos surgen necesariamente del crecimiento económico (que) da a las personas la posibilidad de escapar de una existencia en la pobreza»[8]. Sin embargo, los estudios empíricos llevados a cabo por el BM durante la época de Hollis Chenery, economista en jefe de la dicha institucion, en la década de 1970 han refutado las afirmaciones de Kuznets.

Las desigualdades de ingresos provienen necesariamente del crecimiento económico

A partir de 1973, el Banco Mundial comenzó a estudiar la cuestión de la desigualdad en la distribución de los ingresos en los países en desarrollo como elemento que influye en las posibilidades de desarrollo. El equipo económico liderado por Hollis Chenery le dedicó bastantes esfuerzos. El libro principal dedicado por el BM a este tema está coordinado por el propio Chenery y se titula Redistribución con crecimiento[9]. Apareció en 1974. Chenery es consciente de que el tipo de crecimiento inducido por la política crediticia del Banco genera un aumento de las desigualdades. La preocupación del Banco Mundial fue expresada muy claramente en varias ocasiones por McNamara, president del BM: si no reducimos las desigualdades, si no reducimos la pobreza, seremos testigos de repetidas explosiones sociales y éstas serán perjudiciales para los intereses del mundo libre, cuyo liderazgo es asegurado por los Estados Unidos.

Sin embargo, tras la marcha de Chenery en 1982 y su sustitución por Anne Krueger, economista conservadora neoliberal, el Banco Mundial abandonó por completo la preocupación por el aumento o el mantenimiento de las desigualdades hasta el punto de que decidió dejar de publicar datos al respecto en el Informe sobre el desarrollo en el mundo. Anne Krueger no duda adoptar la curva de Kuznets, haciendo del aumento de las desigualdades una condición del inicio del crecimiento sobre la base de que el ahorro de la gente rica es susceptible de alimentar las inversiones.

En su libro El capital en el siglo XXI[10], Thomas Piketty presentó una crítica muy interesante de la curva de Kuznets. Piketty recuerda que en un principio el propio Kuznets dudó de la validez de su curva, pero eso no le impidió hacer una teoría que tiene una larga vida. Mientras tanto, las desigualdades han alcanzado un nivel nunca antes visto en la historia de la humanidad. Es el producto de la dinámica del capitalismo globalizado sostenida por las políticas de las instituciones internacionales encargadas del «desarrollo» y de los gobiernos que favorecen al 1% más rico en detrimento de la inmensa mayoría de la población tanto en el Norte como en al Sur del planeta.

Al analizar las posiciones tomadas por el Banco Mundial para explicar la Primavera Árabe, nos damos cuenta de que aún domina la idea de que el aumento de las desigualdades es algo bueno para el desarrollo.

Por eso hablo de contorsiones del Banco Mundial a propósito de la Primavera Árabe. ¿De qué se trata ?

El Banco Mundial afirma que el nivel de desigualdad era bajo en la región árabe y esto le preocupa porque es un síntoma de que algo no está funcionando lo suficiente en el supuesto éxito económico de la región. Como fieles seguidores de la teoría de Kuznets, Vladimir Hlasny y Paolo Verme afirman que «una baja desigualdad no es un indicador de una economía sana»[11].

Gilbert Achcar resume así la posición adoptada por Paolo Verme del Banco Mundial: “según el estudio del Banco Mundial de 2014, es la aversión a la desigualdad, y no la desigualdad en sí misma, lo que debe ser deplorado puesto que la desigualdad debe inevitablemente aumentar con el desarrollo en una perspectiva kuznetsiana. Si el crecimiento del PIB hubiera ido acompañado de un efecto de goteo, los egipcios habrían tenido una visión más positiva de la desigualdad, porque «la gente difícilmente puede estar a favor de la desigualdad si su propio estatus y el de sus pares no mejoran» (Verme et al. al., 2014: 97[12]). Según la misma lógica, para ajustarse a la curva de Kuznets, es más desigualdad y no menos desigualdad lo que Egipto necesita (…) ”[13]

Según el Banco Mundial, debe deplorarse la aversión a la desigualdad, y no la desigualdad en sí misma, ya que la desigualdad debe aumentar inevitablemente con el desarrollo.

 Cabe agregar que el Banco busca hacer creer contra toda evidencia que la gente más pobre no fué uno de los principales sectores sociales que participaron en la acción contra los regímenes autoritarios vigentes y sus políticas antisociales. Es importante para el Banco decir esto porque se supone que debe ayudar a los pobres. Teniendo en cuenta que en el mundo fantasioso imaginado por el Banco Mundial el nivel de pobreza era bajo, no es posible que fueran las y los más pobres los que se levantaron en Túnez y en Egipto en enero de 2011. Según los expertos del Banco Mundial, fueron por tanto las clases medias las que se movilizaron para protestar contra el insuficiente avance de sus condiciones de vida. Según el Banco, este avance insuficiente se debió al Estado, que todavía estaba demasiado presente en la economía y una parte de cuyos gestores administraban mal los asuntos públicos.

El Banco Mundial y el FMI han apoyado a los regímenes autoritarios hasta el final

Por otro lado, el Banco necesita chivos expiatorios y por eso no duda tras el derrocamiento de los jefes de Estado en declarar que fueron autoritarios y corruptos cuando hasta el último momento los había apoyado. Al igual que el FMI, que apoyó a estos mismos regímenes autoritarios hasta el último momento.

El Banco Mundial no ha cambiado de orientación en la región árabe

Diez años después del inicio de la Primavera Árabe, el Banco Mundial quiere que las políticas que se aplicaron durante el período anterior continúen y se profundicen: “Es de suma importancia revitalizar las economías de los países MENA abriendo las puertas al sector privado, (…) y haciendo que el Estado juegue solo el papel regulador que le corresponde y no el del empresario”[14]. Como es habitual para el Banco y el FMI, una gran parte de las empresas públicas deben privatizarse y los poderes públicos simplemente deben regular el libre juego de las fuerzas del mercado.

Para el Banco y el FMI, una gran parte de las empresas públicas deben privatizarse y las autoridades públicas deben conformarse con regular el libre juego de las fuerzas del mercado.

 También se trata de promover las alianzas público-privadas cuando se sabe que estas políticas favorecen los intereses de los capitalistas en detrimento del interés público. En este sentido, el Banco escribe: “La ambición es abrir los mercados a la competencia, introducir asociaciones público-privadas donde son operantes y revitalizar sectores enteros de economías que durante mucho tiempo han sido ineficaces».

En el mismo documento, el Banco afirma que «los gobiernos deben (…) darles a las y los jóvenes su oportunidad y permitirles ser competitivos en un mundo cada vez más globalizado». Por lo tanto, se trata de preparar a las y los jóvenes para ser competitivos en la lucha que deben hacer entre sí para vender su fuerza laboral a la patronal de las empresas. Según el Banco Mundial lo primero es que los poderes públicos no deben priorizar la creación de empleos dignos y útiles para la sociedad, porque las empresas privadas serán las encargadas de crearlos.

El Banco Mundial quiere que las y los jóvenes sean más competitivos y considera a las mujeres en términos de su rendimiento

También en este documento leemos que las mujeres son más «eficientes» (¡sic!), por lo que el Estado debe adoptar políticas para que estén más integradas en el mercado laboral[15].

Luego, el Banco Mundial ataca las políticas sociales que son demasiado costosas: “Los gobiernos de la región también deben repensar su enfoque de las políticas de protección social. Éstas siempre se han construido basadas en sistemas de compensación costosos y mal pensados. Durante años, los gobiernos han favorecido las soluciones políticamente fáciles pero económicamente desastrosas de un contrato social mediante el cual se «protegen» los productos y servicios de base, sin identificar las necesidades, para comprar lealtades políticas y «paz social». Así pues, se trata de reducir las subvenciones sociales.

El Banco termina su credo neoliberal con: “Para evitar otra década perdida, se necesita una toma de conciencia en toda la región, desde el Atlántico hasta el Golfo. Es fundamental allanar el camino a la empresa privada, superar la resistencia a la liberalización de las economías y brindar a las y los jóvenes oportunidades para liberar todo su potencial”. ¡Amén!

Cabe destacar y denunciar que el Banco Mundial ha continuado apoyando a los regímenes autoritarios en la región en general. En particular, apoya el régimen criminal del mariscal Abdel Fattah al-Sisi en el poder desde 2014 y considera al régimen monárquico autoritario marroquí como modelo a seguir.

Tomando un contrapunto al Banco Mundial, el FMI y los gobiernos de la región, el CADTM afirma que para evitar otra década de esperanzas y desilusiones, se necesita una toma de conciencia en toda la región, del Atlántico al Golfo. Los pueblos de la región deben continuar la acción emprendida en 2011 autoorganizándose y poniendo en pie gobiernos que rompan radicalmente tanto con el sistema capitalista como con su versión neoliberal y realicen profundas reformas sociales a favor de la justicia y la liberación de todas las formas de opresión, ya sean patriarcales, religiosas o de otro tipo.

El autor agradece a Omar Aziki, Brigitte Ponet y Claude Quémar por su relectura.

Notas

[1] Banco Mundial https://www.bancomundial.org/es/news/feature/2015/10/21/middle-class-frustration-that-fueled-the-arab-spring 21/10/2015

[2] Gilbert Achcar, El choque de Barbaries, Terrorismo y desorden mundial. Icaria editorial 2007. Gilbert Achcar, Le Peuple veut. Une exploration radicale du soulèvement arabe, Sinbad, Actes Sud, 2013, 431 p.

[3] Gilbert Achcar , «On the ‘Arab Inequality Puzzle’: The Case of Egypt», publicado el 17 de marzo de 2020, https://doi.org/10.1111/dech.12585 consultado el 20 de marzo de 2021

[4] Thomas Piketty, Facundo Alvaredo et Lydia Assouad, «Measuring lnequality in the Middle East 1990–2016: The World’s Most Unequal Region?» – AAP2019RIW.pdf publié en 2018, http://piketty.pse.ens.fr/files/AAP2019RIW.pdf consultado el 21 de marzo de 2021. En el estudio de Pikketty, Alvaredo y Assouad, los autores mencionan la tesis del Banco Mundial “Un cierto número de artículos han hecho valer que la desigualdad de las rentas a nivel nacional no parece ser particularmente elevada en comparación a las normas internacionales y por tanto que la fuente de la insatisfacción podría encontrarse en otra parte (ver en particular Halsny et Verme, 2015, 2018)”. Hay que saber que Halsny y Verme han publicado varios documentos a cuenta del Banco Mundial. En el estudio de Piketty, Alvaredo y Assouad, Medio Oriente comprende Turquía, Irán, Egipto, Iraq, Siria, Jordania, Líbano, Palestina, Yemen y los países del Golfo (Arabia Saudita, Oman, Bahrein, los Emiratos Árabes Unidos, Qatar y Kuwait). Medio Oriente comprende por tanto países no árabes como Turquía e Irán. . Hay que señalar que según Pidetty, Alvaredo y Assouad: “El período 1990-2016 ha conocido un crecimiento demográfico rápido en Medio Oriente: la población total ha aumentado alrededor de un 70%, pasando de menos de 240 millones en 1990 a cerca de 410 millones en 2016”.

[5] « Gilbert Achcar’s critical review concludes that the research
of the protagonists of the ‘Arab Inequality Puzzle’ debate exhibits a systematic
neoliberal bias and a wilful blindness to the fact that ‘their recipes
were responsible…for the formidable socio-political explosion of the Arab
Spring and the protracted destabilization of the region’ (p. 768). We argue
that Achcar’s conclusion is erroneous and based on a misleading interpretation
of evidence, selective review of existing studies, false grouping of
scholars and an inadequate understanding of the measurement of income inequality.
The review appears to be an attempt to politicize what has otherwise
been a healthy technical debate on income inequality in Egypt. »
Vladimir Hlasny et Paolo Verme, « On the ‘Arab Inequality Puzzle’ : A Comment », publié en janvier 2021 dans la Revue Development and Change de l’Institut des Etudes sociales de La Haye, p. 1.

[6] It is astonishing indeed that anyone could uphold the claim
that the discussion about a topic such as the validity of official data under
authoritarian regimes and the causality of major popular uprisings against
these same regimes is purely ‘technical’, and one which econometricians
alone should engage in, to the exclusion of political economists and all
other social scientists — not to mention social and political activists who
often know more about their countries than foreign ‘experts’.
Gilbert Achcar « Comment On the ‘Arab Inequality Puzzle’ : A Rejoinder », publié en janvier 2021 dans la Revue Development and Change de l’Institut des Etudes sociales de La Haye, p.2

[7] Kuznets Simon. 1955. « Economic Growth and Income Inequality », American Economic Review, n°49, mars 1955, p.1-28.

[8] Citado por Devesh Kapur, John P. Lewis, Richard Webb. 1997. The World Bank, Its First Half Century, Volume 1, p. 171.

[9] Chenery Hollis B. et al. 1974. Redistribution with Growth, Oxford University Press for the World Bank and the Institute of Development Studies, London.

[10] Thomas Piketty, El capital del siglo XXI se puede consultar en http://tiemposmodernos.weebly.com/uploads/6/3/1/3/6313332/el_capital_en_el_siglo_xxi__thomas_piketty__%5Bpoderoso_conocimiento%5D.pdf ndt).

[11] « low inequality was not an indicator of a healthy economy » Vladimir Hlasny et Paolo Verme, « On the ‘Arab Inequality Puzzle’: A Comment », publicado en enero de 2021 en la Revue Development and Change de l’Institut des Etudes sociales de La Haye, p. 4.

[12] Paolo Verme et al. (2014) Inside Inequality in the Arab Republic of Egypt: Facts and Perceptions across People, Time, and Space. Washington, DC: World Bank.

[13] Gilbert Achcar , « On the ‘Arab Inequality Puzzle’ : The Case of Egypt », publié le 17 Mars 2020, https://doi.org/10.1111/dech.12585 in the view of the 2014 World Bank study, it is inequality aversion, not inequality per se, that should be deplored, since inequality must inevitably rise with development from a Kuznetsian perspective. Had GDP growth been accompanied by a trickle‐down effect, the Egyptians would have had a more positive view of inequality, as ‘people can hardly appreciate inequality if their own status and the status of their peers do not improve’ (Verme et al., 2014 : 97). Following the same logic, in order to conform to the Kuznets curve, it is more inequality rather than less that Egypt needs.

[14] Banque mondiale: Dix ans après le « Printemps arabe », éviter une autre décennie perdue, publié le 14 janvier 2021, https://www.banquemondiale.org/fr/news/opinion/2021/01/14/mena-unbound-ten-years-after-the-arab-spring-avoiding-another-lost-decade consultado el 23 de marzo de 2021 . Hay que señalar que este texto del banco está firmado por Ferid Belhaj que fue vicepresidente para la región Medio Oriente y África del Norte del Banco Mundial. Su biografía oficial en la web del Banco muestra que ha representado al Banco en diferentes lugares del planeta y que ha estado a cargo de las actividades del Banco en Marruecos, Líbano, Siria, Jordania, Iraq y en Irán. https://www.banquemondiale.org/fr/about/people/f/ferid-belhaj

[15] Christine Vanden Daelen, « Quand la Banque mondiale s’intéresse aux femmes… », publicado el 26 de febrero de 2021, https://www.cadtm.org/Quand-la-Banque-mondiale-s-interesse-aux-femmes así como « Féminismes et Banque mondiale : un mariage « contre-nature » ? », publicado el 11 de febrero de 2021, https://www.cadtm.org/Feminismes-et-Banque-mondiale-un-mariage-contre-nature Leer igualmente Denise Comanne, «Quelle vision du développement pour les féministes», publicado el 28 de mayo de 2020, https://www.cadtm.org/Quelle-vision-du-developpement-pour-les-feministes

Traducido por Alberto Nadal

En un próximo artículo abordaré la situación en la región de África del Norte y Medio Oriente desde la década de 1950 hasta finales de la de 1970, y luego, de 1980 a 2011, la generalización de las políticas neoliberales recomendadas en particular por el BM y el FMI. Seguido de la continuación de las políticas neoliberales desde 2011 hasta la actualidad.

Fuente: https://vientosur.info/el-banco-mundial-no-vio-venir-la-primavera-arabe-y-preconiza-continuar-las-politicas-que-produjeron-los-levantamientos-populares/