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El BCE en la mira de los banqueros

Fuentes: El Telégrafo

En las últimas semanas hay una concertada posición para atacar al Banco Central del Ecuador (BCE), tratando de presentarlo como una institución poco fiable y que el manejo del dinero electrónico en sus manos es absolutamente inconveniente. Cabe recordar que antes de la creación del BCE solo hubo bancos privados y que incluso el Estado […]

En las últimas semanas hay una concertada posición para atacar al Banco Central del Ecuador (BCE), tratando de presentarlo como una institución poco fiable y que el manejo del dinero electrónico en sus manos es absolutamente inconveniente.

Cabe recordar que antes de la creación del BCE solo hubo bancos privados y que incluso el Estado llegó a ser un eslabón de sus intereses durante la «época plutocrática» (1916-1925). El BCE, fundado en 1927, nació de la Revolución Juliana (1925) y gracias al concurso de la Misión Kemmerer, (qué ataques que recibió esa creación), los banqueros -y particularmente los de Guayaquil- tomaron el asunto como una declaratoria de guerra.

Es que el Banco Central del Ecuador quitó a los banqueros el control privado del sistema monetario-financiero, el negocio que hacían con la emisión de billetes, el manejo de las reservas oro, la fijación de la tasa de interés y del tipo de cambio. Como la Revolución Juliana también inauguró el intervencionismo estatal en materia económica (limitada entonces a la esfera monetario-financiera), además inauguró las políticas laborales y sociales desde el Estado y también impuso, por primera vez, un sistema de impuestos directos sobre rentas y utilidades, las élites del poder han desplegado una triple reacción que se repite hasta hoy: atacar al Estado, cuestionar los impuestos y resistir las conquistas laborales y sociales.

Sin embargo, esas mismas elites pronto aprendieron que en lugar de atacar al BCE era mejor tomar sus instancias directivas, de modo que banqueros, empresarios o profesionales vinculados a estos sectores, cuando han manejado el BCE, han logrado inclinarlo al servicio de los intereses privados y no de los de la nación.

Políticas tan graves para el país como la «sucretización» de las deudas privadas en 1983 y 1987, o el esquema de «salvataje» bancario entre 1998-1999, operaron a favor de intereses privados y a costa de los recursos del Estado en el BCE. Esos mecanismos fueron jugosos negociados para empresarios y banqueros. Y la dolarización finalmente mató al BCE nacido de la Revolución Juliana.

En Ecuador se cree que el Estado es «obeso» e interfiere contra las actividades privadas. No es así. La historia económica del país demuestra todo lo contrario. Empresarios y banqueros están convencidos de que hay una órbita privada en la que no debe ingresar el Estado, cuando la realidad comprueba que en el país son necesarias más regulaciones e intervenciones estatales en la economía. Estamos lejos de las capacidades estatales de Europa e incluso de los EE.UU.

En ese marco, se sostiene que no corresponde al BCE el manejo del dinero electrónico. La conclusión es que debe ser una «actividad» (negocio) de los bancos privados. Y se ha armado el coro anti-BCE de la misma forma que ocurrió en la época juliana cuando se quiso impedir su fundación.

Sin embargo, nuevamente la historia económica del Ecuador demuestra que se requiere fortalecer al BCE, más aún bajo un sistema dolarizado, de manera que se imponga sobre las expectativas del simple negocio financiero.

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