Una mañana tomaba mi primer café en un pequeño pero emblemático lugar de Cartagena que inunda la calle con los aromas de Colombia, Nicaragua (…) y, mientras sorbía en la terraza “la droga del despertar”, dirigí mi mirada al suelo y me topé con un grueso bolígrafo verde que llevaba en su barriga la bandera de España.
Rápidamente pensé que “el españolísimo bolígrafo” se le habría caído a uno de esos señores que se pasean tiesos en el casco viejo -como si tuvieran un palo en el culo, diría Revilla- tras vestirse en las boutiques de la extrema derecha que añora “los tiempos rectos y sacros” de la dictadura.
Quise hacer una broma a la camarera que me atendía y, tras coger el bolígrafo, le pregunté con una pícara sonrisa ¿Es tuyo?
Ella se palpó un bolsillo de la camisa y me contestó muy, muy contenta:
–Sí, sí, muchas gracias.
Luego lo tomó como si fuera un pedazo de su alma.
La joven, que trabaja largas jornadas en el asfixiante horno de este verano para mantener a flote a su familia, no tenía mucho tiempo para pensar -creo yo- en las grandes políticas que los genios que nos dirigen ponen en práctica para ganar votos, poder, y “el sutil apoyo” de la UE y EEUU.
Algunos sabemos que las ideologías (en lo que conocemos como primer mundo) se encuentran en “estado de coma” y que la religión del dinero impera por doquier. Los nuevos dioses, al igual que las antiguas divinidades egipcias, tiene la carne de oro y los huesos de plata.
¿Por qué digo que las ideologías están muertas “en los países avanzados”? La respuesta es muy sencilla. En el caso de España se debe a tres razones que todo el mundo entiende y conoce:
-1- Por las promesas incumplidas (miles) entre las que destaca: De OTAN, NO.
-2- Por las mentiras (miles) entre las que destaca la Guerra de Irak y las armas de destrucción masiva de Sadam Hussein, lo que desencadenó la creación del EI (Estado Islámico) y el subsiguiente incremento de las migraciones en el Mare Nostrum, donde ya hay más sangre que peces. Esa trápala golpeó a Europa en los morros y fortaleció a los guerreros USA.
-3- Por la traición (miles), entre las que destaca, por poner algo de rabiosa actualidad, la venta del Sáhara al monarca marroquí, de quien insinuó El País en su día que no se atrevía a salir del armario para no enfurecer a su antepasado, el profeta Mahoma.
Tenemos un largo etcétera para llenar varios volúmenes pero, para qué abrumar a la gente si funciona a tope el adagio preferido de Hannah Arendt del “burro, la noria, el palo y la zanahoria”.
Yendo a la trabajadora del bolígrafo verde, cambio -obligado por la circunstancia- la perspectiva y el análisis, y reconozco que la aristocracia intelectual, los plutócratas y la casta parlamentaria (esos mutantes que aman el rostro de Jano) muy poco conocen al pueblo, pero saben dominarlo inyectándolo el miedo a perder las migajas que le regala “la sociedad del bienestar”.
Entiendo que muchos pobres que han sido arrojados “al valle de los leprosos” se agarren a lo que sea pues, el ser humano no soporta el vacío. Y así, no es raro ver a un trabajador o trabajadora llevando una gorra con la bandera de España, hablar con Dios porque a nadie le importa su vida o quedarse ciego tras ser atravesado por el sol de la desesperanza.
Desde hace milenios -excepto breves y excepcionales épocas- los poderosos: los faraones (ahora son poliédricos), templos y guerreros, vampirizan a “los nadies” y, si alguien se rebela, se suelta un virus o una plaga divina para que el ser humano asuma su insignificancia y aprenda a venerar a los padres y madres de la nación.
En España los mayores (una parte importante, no todos) caminan lentamente hacia el cementerio de elefantes barritando una pestilente sed de venganza que impide derribar el muro de espinas que tanto necesitamos destruir para que los jóvenes superen los odios heredados.
Hacen falta toneladas de salud y buena voluntad para que los chavales y chavalas que desean la paz (y enterrar el espíritu cainista) abran una nueva página de la Historia para que el viejo mundo acabe de morir y el nuevo acabe de nacer cogiendo lo mejor de cada uno con apertura transversal.
Blog del autor: Nilo Homérico
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