«Nadie en Gran Bretaña o Estados Unidos previó la votación de «Brexit» que llamaba al retiro del Reino Unido de la Unión Europea. El mundo tiene que estar agradecido por la arrogancia y el error de este cálculo político», escribió el 1º de julio la periodista Margaret Kimberley en su columna Freedom Rider de Black […]
«Nadie en Gran Bretaña o Estados Unidos previó la votación de «Brexit» que llamaba al retiro del Reino Unido de la Unión Europea. El mundo tiene que estar agradecido por la arrogancia y el error de este cálculo político», escribió el 1º de julio la periodista Margaret Kimberley en su columna Freedom Rider de Black Agenda Report. Si hubiera habido siquiera un mínimo indicio de una probable victoria de Brexit, el primer ministro David Cameron jamás habría aprobado llevar el asunto a votación.
«Pese a su bien cultivada imagen de progreso e ilustración, la Unión Europea no es un baluarte de paz y cooperación mundial. Actúa como una banda de 28 naciones al servicio de la política exterior de Estados Unidos pero los países que la integran también son víctimas del poder norteamericano. Estados Unidos es el socio invisible de la UE, asegurando que se mantenga bien financiada, crezca la OTAN y nadie se salga fuera de la órbita estadounidense».
Bajo presión estadounidense, la UE ha ampliado su membrecía para incluir a los países más pobres cuyos pueblos tenían entonces motivos para emigrar a países más prósperos como el Reino Unido. De modo que este problema no era solo para los trabajadores ni era sólo preocupación de xenófobos y racistas sino también de aquellos cuyos empleos y salario desaparecen o decrecen.
En uno de sus peores actos de desesperación, Cameron invocó el espíritu del muy calumniado Vladimir Putin y declaró que un voto a favor de Brexit sólo beneficiaría al hombre convertido en un villano por los medios de comunicación y políticos occidentales.
Fueron ignoradas las advertencias de catástrofe económica a favor de un deseo de libertad de una Unión nacida de la necesidad de hacer más fácil el flujo de capital. Es cierto que activistas muy señalados del Brexit estaban motivados por el sentimiento anti-inmigrante. Pero, también los había en el partido laborista bajo la influencia del capital financiero y el fantasma desacreditado del criminal Tony Blair.
La reacción de los medios de comunicación a la votación fue prueba de cuánto el «establishment» deseaba permanecer dentro del proyecto neoliberal. «Los votantes que eligieron la ruta del Brexit han sido etiquetados como estúpidos, y se nos dice que 17 millones de ciudadanos no sabían lo que estaban haciendo», dice Kimberley. Por cada acto o discurso vinculado a un crimen de odio se culpa ahora a la votación de Brexit, como si hubiera existido una ausencia total de racismo e intolerancia anteriormente.
Cameron se retirará, pero también deja gran confusión en el partido laborista. Escocia votó por quedarse, pero sus líderes ya han dicho que el referéndum no será vinculante para ellos. Se habla de un segundo referéndum, que constituiría una burla a los constantes alardes de democracia en el mundo capitalista.
Otros países están observando y mucha gente en el resto de Europa ha comenzado a hablar una vez más de tener sus propias monedas y de dejar la OTAN. «Quieren liberarse de los grandes matones en el patio de la escuela: los Estados Unidos de América y el capital financiero», afirma Margaret Kimberley.
La ciudadanía no es capaz de articular sus razones pero habla, cuando le dan la oportunidad, de su infelicidad. Algunos de los que votaron por abandonar la UE pueden ser versados sobre el tema, los hay que votaron contra los inmigrantes, otros porque estaban hartos de los políticos que les mienten sobre guerras y austeridad.
El resultado final de Brexit pudiera ser el fin del Reino Unido.
Escocia e Irlanda del norte votaron a favor de permanecer en la UE mientras que Inglaterra y Gales votaron para salir. Dada otra oportunidad, los escoceses pueden elegir la independencia. Gran Bretaña cometió algunos de los peores actos criminales en la historia de la esclavitud y el colonialismo. Ahora actúa en concierto con Estados Unidos, sancionando y amenazando. Por ahora es poco probable que juegue un papel muy importante en provocar a Rusia, que de pronto ha bajado en la lista de prioridades imperialista.
El caos puede ser una buena cosa. El desorden actual de la política post-Brexit es un signo de que una parte de la coalición capitalista está en problemas. No se podrá dar para atrás fácilmente y negar la voluntad de la gente. Este terremoto no se puede recubrir fácilmente y eso es, de hecho, una buena cosa.
Los reproches posteriores al referéndum y el caos político resultante benefician a la humanidad. La reciente monstruosidad de la Sociedad Transatlántica sobre Comercio e Inversión (TTIP), ha quedado por ahora en suspenso y las provocaciones de la OTAN contra Rusia han perdido prioridad. Millones de personas tendrán un respiro en lo que concierne a la intromisión de Estados Unidos en sus vidas, dice Margaret Kimberley.
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