Recomiendo:
0

Cronopiando

El Che, El País y Pascual Serrano

Fuentes: Rebelión

Pascual Serrano, acucioso como pocos periodistas, escribía en estos días en el periódico digital Rebelión sobre el repulsivo y reciente editorial de El País en torno al Che, y ponía al descubierto las «supuestas» contradicciones de ese periódico al referirse al revolucionario, contrastando su actual parecer con otro editorial publicado diez años antes. El Che […]

Pascual Serrano, acucioso como pocos periodistas, escribía en estos días en el periódico digital Rebelión sobre el repulsivo y reciente editorial de El País en torno al Che, y ponía al descubierto las «supuestas» contradicciones de ese periódico al referirse al revolucionario, contrastando su actual parecer con otro editorial publicado diez años antes.

El Che que, al decir de El País, era para entonces un «emblemático guerrillero» y «coherente idealista» aunque de «ideales marchitos», empeñado en promover la «subversión igualitaria por América Latina» y convertido por muchos jóvenes en «guerrillero heroico a favor de la humanidad», pasaba a ser descrito en estos días como un «temerario aventurero armado»,un «siniestro y tenebroso terrorista» especie de «yihadista asesino», y cómplice, por su torpeza, «de las tendencias autoritarias que germinaban por el continente», nadie sabe cómo ni porqué.

La aparente contradicción entre los dos juicios externados por ese periódico y otros medios semejantes, la desenmascaraba Serrano con una muy atinada conclusión: al Imperio nunca le han molestado los muertos, sino los vivos.

Una vez enterrado, el enemigo, así fuese un revolucionario insobornable o un atracador de bancos desde afuera, o un artista comprometido con la humanidad, ya no representa peligro alguno y deja de ser el enemigo. Sus vidas, convenientemente maquilladas, pueden convertirse, incluso, en películas de éxito, en best-seller literarios.

Sobre el Che pueden filmarse películas, montarse comedias musicales, y reproducir su imagen hasta desnaturalizarla en los más insólitos objetos, pero de ningún modo se consiente que, cuarenta años después de su asesinato, pueda seguir iluminando la redención de tantos seres humanos empeñados en hacer posible un mundo mejor, porque de que siga siendo el peor dependen las fortunas de algunos sinvergüenzas que, miraran lejos o miraran cerca, fueron y son responsables de la ruina y la violencia en todos los órdenes que asfixia a la humanidad.

Bonny and Clyde o Jesse and James son hoy cinematográficas leyendas, casi venerables, románticas figuras, porque están muertos, porque ya no molestan.

Por la misma razón, al periodista John Reed se le disculpa su tumba en la Plaza Roja de Moscú con tal de que no salga de ella sino envuelto en celuloide.

Malcolm X o Martin Luther King hoy son reverenciados por sus asesinos y seguirán siendo colmados de honores y hermosos editoriales mientras se mantengan bajo tierra, ellos y sus causas. A Chaplin ya no hay problema para entregarle un Oscar y Mark Twain hasta se cita en las escuelas.

El problema con el Che es que, como bien sugiere El País y concluye Serrano, cuantos más años se van cumpliendo de su asesinato, más vida va cobrando su cadáver, y además de argentino y de cubano, hoy también come arepas, habla aymara, se siente ecuatoriano y denuncia, como entonces, como siempre, el poder que oprime, el negocio del crimen, la impunidad del fraude, todas las lacras sociales que todavía combate y, concluye Serrano, con más éxito que en el pasado.

Esa es la interesada y mezquina razón por la que El País, el periódico «independiente», ahora globalizado, y sus numerosos clones en los medios, arremeten contra uno de los más hermosos ejemplos en la historia de lo que es la dignidad humana.

Vano afán, en cualquier caso, el esfuerzo de los medios en silenciar o mentir tantas ilustres voces y vidas, porque esos «muertos de nuestra felicidad» que canta Silvio Rodríguez, respìran por boca de sus muchos y agradecidos pulmones.

Textos relacionados:

Una comparación entre hace diez años y ahora

El Che y los editoriales de El País

Pascual Serrano

El País contra el Che

Pascual Serrano