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Entrevista a Ricardo Antunes, Unicamp (SP)

«El ciclo de la nueva República empezó con Sarney y terminó con Dilma»

Fuentes: Rebelión

-M.H.: El 31 de agosto se produjo un golpe de Estado en Brasil, cuando Dilma Rousseff fue sometida a juicio político por el Senado de Brasil después de cinco días de debate; 61 de 81 senadores, mucho más que la mayoría de 2/3 necesaria para destituir a un presidente, la condenaron por delitos fiscales y […]

-M.H.: El 31 de agosto se produjo un golpe de Estado en Brasil, cuando Dilma Rousseff fue sometida a juicio político por el Senado de Brasil después de cinco días de debate; 61 de 81 senadores, mucho más que la mayoría de 2/3 necesaria para destituir a un presidente, la condenaron por delitos fiscales y presupuestarios. Una persona elegida por 54 millones de votos, inocente de todo delito, había sido derrocada injustamente. ¿Se ajusta esta breve descripción sobre los acontecimientos sucedidos en tu país a la realidad?

-R.A.: Sí, fue exactamente así. Porque independientemente del análisis que podamos hacer del gobierno de Dilma, por ejemplo el mío es muy crítico, porque no era un gobierno que intentara hacer cambios profundos, sino que fue un gobierno como el anterior de conciliación de clases, en un momento en que la expansión económica se redujo, la crisis económica se intensificó y también el gobierno del PT se involucró en un cuadro de corrupción muy intensa, una parte decisiva que daba apoyo a Dilma, del PMDB y prácticamente todos los partidos políticos del «pantano» político brasileño, migraron hacia la oposición, desarrollando un proceso de transición ilegal. Ilegal porque la deposición de Dilma solo sería posible si ella fuera responsable de un proceso de crimen en su gobierno y no hay ningún elemento que compruebe esto.

Son las elecciones las que juzgan un buen o mal gobierno. Como Dilma no cometió ningún crimen, fue necesario crear una apariencia de crimen para derrocarla. Es tan evidente esto que el último acto del Senado fue una completa sorpresa, Dilma fue condenada y su gobierno sufrió un impeachment pero ella fue absuelta y el Senado le dio el derecho de mantener sus derechos políticos.

Si un gobierno comete un crimen, automáticamente se produce la pérdida de sus derechos. Si no comete un crimen no los pierde. Lo que pasó en Brasil fue una farsa completa, ella perdió su gobierno, sufrió un impeachment, por lo tanto cometió un crimen, pero como no cometió un crimen, conserva sus derechos políticos. Parce un trabalenguas, pero muestra la tragedia brasileña.

Brasil camina entre la farsa, la tragedia y la comedia. En este momento estamos en el de la farsa. Es un golpe parlamentario, no como el que le hicieron a Allende, que fue un gobierno con una inspiración socialista que intentó hacer cambios muy profundos y la burguesía a través de la fuerza armada chilena lo destituyó a la fuerza. En Brasil no, fue un golpe parlamentario más similar a lo que sucedió en Honduras y en Paraguay. Hay una tendencia que no es solo latinoamericana de hacer golpes con apariencia de no golpe pero que en realidad sí lo son. Es la forma típica del golpe parlamentario.

-M.H.: El domingo 4 de septiembre, más de 100.000 personas participaron de una manifestación contra el gobierno de Temer en la Avenida Paulista de San Pablo. Y el pasado miércoles 7, miles de manifestantes salieron a las calles de Brasil para exigir elecciones directas a la presidencia de la República, y en rechazo a las medidas neoliberales que intenta aplicar Michel Temer. Estas manifestaciones parecerían llegar tarde, dado que Dilma Rousseff y el PT para enfrentar este golpe parlamentario, no apelaron a la movilización popular.

-R.A.: Puedo dar mi ejemplo personal para ayudar a comprender. Yo tenía una posición muy crítica en relación al gobierno del PT. Muchas de las convocatorias anteriores eran de los sectores del PT que llamaban a manifestaciones que eran en general pequeñas o medias, para defender el gobierno de Dilma que ellos consideraban positivo, y de real avance de las clases trabajadoras. Una parte grande de la población veía al gobierno de Dilma con muchas críticas. Votamos a Dilma en octubre de 2014 por segunda vez, decían, para no perder conquistas y lo primero que hizo fue destruir derechos de los trabajadores y aplicar una política económica de ajuste fiscal muy profunda que fue comandada por el segundo hombre más importante de una de las bancas más importantes del Brasil, el vicepresidente del Bradesco.

Cuando Dilma estaba en el poder, muchos no tenían la voluntad de salir a defenderla. Lo que sucede ahora es que Dilma fue depuesta, Temer asumió y una parte significativa de esta población no quiere ni la vuelta de Dilma ni quiere que se mantenga Temer en el poder y lucha por nuevas elecciones.

En la manifestación del domingo 4 de septiembre, algunos querían la vuelta de Dilma y defender su gobierno y otros, muchos, manifestaron que no es posible que Dilma vuelva, porque perdió su base. El vicepresidente golpista Michel Temer fue escogido por Lula para ser el vice de Dilma desde su primer gobierno. Lo que significa que en las manifestaciones actuales muchos dicen que no se trata de que vuelva Dilma, sino de cerrar un ciclo que entró en una crisis profunda, lo que podría llamarse el fin del ciclo de la nueva República que empezó con Sarney y terminó con Dilma. Y abrir un proceso de nuevas elecciones donde ni Dilma ni Temer tendrían posibilidades de mantenerse en el poder.

Es muy importante tener en cuenta que si el gobierno de Dilma cometió algún crimen, Temer era su vicepresidente, por lo tanto, sería una expresión criminal también. Ahora las manifestaciones son más amplias porque muchos no defienden a Dilma y no aceptan a Temer. Hay una unidad entre muchos sectores de la izquierda social, política, partidaria, intelectuales, militantes de las periferias. La unidad absoluta que hay es «Temer no». La única salida son nuevas elecciones directas. Por eso las movilizaciones actuales tienen más fuerza. En el pasado, durante los últimos meses del gobierno de Dilma, venía perdiendo crecientemente el apoyo popular.

Es importante entender que las grandes corporaciones mediáticas de la prensa, de la televisión, los periódicos, etc., fueron completamente favorables al golpe y crearon una situación que movilizó a las derechas. Pero ahora los grandes medios no dicen nada, sólo cuando las manifestaciones llegan a 100.000 personas lo mencionan. O Globo, por ejemplo, ponía todo su aparato mediático a incentivar a la población de la derecha a salir para deponer a Dilma. Lo importante es comprender que el gobierno de Dilma venía perdiendo apoyo de manera muy grande y en el último tiempo su apoyo se redujo muchísimo. La población que no salió a la calle para defender a Dilma sale ahora para deponer a Temer.

Estamos entrando en un ciclo ampliado de huelgas en Brasil

-M.H.: En este contexto, para el próximo 22 de septiembre está convocado un paro nacional por las 6 centrales sindicales brasileñas. ¿Cuál es la expectativa respecto de esta nueva manifestación contra el gobierno golpista de Michel Temer?

-R.A.: Está claro que ahora el gobierno de Temer empieza a tomar las medidas más duras, más reaccionarias, conservadoras que son la destrucción de los derechos del trabajo, la flexibilización más amplia de la fuerza del trabajo, la flexibilización completa de las relaciones del trabajo, la prevalencia del negociado sobre las leyes y ahora anuncia un proceso amplio de privatización de los puertos, etc. La desocupación hoy es de 12 millones de personas, en números oficiales, decretado por el Instituto Brasilero de Geografía y Estadística. Sabemos que el desempleo real es mucho más.

Ahora vamos a entrar en una fase nueva, la primera acción será el 22 de septiembre. Probablemente se lleve a cabo en sectores de la economía, más el apoyo y la participación de sectores de los movimientos sociales que van a llevar adelante acciones en las periferias. Será la primera probablemente de muchas. Muchos trabajadores y trabajadoras siguen en su empleo, pero con mucho miedo del desempleo que no para de crecer. Aquéllos que quieren preservar su empleo en momentos de crisis, dudan a la hora de sumarse a la huelga porque temen que el resultado de la misma sea la pérdida de su trabajo. Entonces, hay una situación dudosa, hay tensión también, pero creo que vamos a entrar en un ciclo de luchas donde en un principio serán huelgas más parciales y localizadas. Los bancos, por ejemplo, están en huelga en Brasil. Y los bancos con o sin crisis ganan mucha plata, sin embargo, los trabajadores bancarios están en paro desde hace tres semanas y todo indica que se extenderá. Entonces, estamos entrando en un ciclo ampliado de huelgas en Brasil y la primera va a ser el 22 de septiembre.

El gobierno de Temer estará en medio de una confrontación y luchas sociales. Porque por su carácter golpista una gran parte de la población no lo apoya. Y una parte de aquellos sectores conservadores que depusieron a Dilma porque la tildaron de corrupta, saben que el gobierno de Temer también es profundamente corrupto. Por eso decía que se crea una situación entre la farsa, la tragedia y la comedia.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.